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Sevilla

El bronceado vuelve a la procesión

  • Zoido acudió a la última procesión de este mandato, en el que ha pasado de los aplausos del Corpus de 2011 al silencio del público Asistieron 19 concejales del PP y cuatro del PSOE

Pasa la Virgen de los Reyes, se acaba el silencio, la mirada se vuelve curiosa y las lenguas (excepto las más pías) se desatan. Es la otra procesión, la que empieza con el arzobispo y acaba con la banda del ejército. La de los vítores a los militares, las muecas a ciertos concejales y las miradas oblicuas al personal que desfila entre las vallas, algunas con el escudo de cierto equipo de fútbol, el sueño roto de Cardiff.

La procesión del 15 de agosto es otro buen termómetro para comprobar el estado de la economía doméstica, expresión puesta muy de moda en estos tiempos. El bronceado delata que este año se han marchado de vacaciones más sevillanos que en ocasiones anteriores. Si años atrás predominaban los rostros marfileños, este Día de la Virgen el moreno ha vuelto a ser el protagonista como no se recordaba hacía tiempo. No sólo entre quienes presenciaban el cortejo de autoridades, sino principalmente en los que lo conformaban.

Un moreno del que hacía gala hasta el propio alcalde, lo que denota que ha aprovechado bastante bien los tres días en los que ha descansado esta semana. Zoido asistió -con un rictus quizá más serio que en otras ocasiones- a su última procesión del 15 de agosto antes de someterse al dictamen de las urnas el próximo mayo. Parece que fue ayer cuando lo ovacionaban en el Corpus de 2011, pero entre aquellos aplausos y este silencio han pasado cuatro años.

"Esta procesión es única por la asistencia multitudinaria de sevillanos y devotos de muchos municipios", afirmó el alcalde al término del pontifical, una vez que ya había regresado al Ayuntamiento y los 19 ediles del PP (faltó Dolores de Pablo-Blanco por encontrarse de viaje) y los cuatro del PSOE (Juan Espadas, Alberto Moriña, Miguel Bazaga y Juan Carlos Cabrera) se despojaban de sus accesorios.

Decíamos que cuando pasa el palio de tumbilla comienza el jubileo de la pestaña, en el que cualquier detalle se convierte en tema de conversación. A nadie deja indiferente el báculo de monseñor Asenjo, de difícil clasificación artística, aunque algunos de los presentes -con lengua afilada- lo incluyeron dentro de la corriente "posmoderna".

Pero si hubo un atuendo que no pasó desapercibido fue el que llevaba la subdelegada del Gobierno, Felisa Panadero, de un radiante blanco que suponía un roto en la oscuridad reinante en el cortejo (salvo ciertos estampados). Complementado con un collar de perlas, la estética de Panadero recordó bastante a la usada para acudir a las primeras comuniones de mayo, pero no -así al menos lo establecen las normas protocolarias- para una procesión de estas características.

De blanco también se vio a la Defensora del Pueblo Español, Soledad Becerril, quien acudió como una devota más a la procesión. Saludó a los miembros del gobierno cuando regresaron al Ayuntamiento. A esa hora en la que la mañana era un recuerdo. El mejor de los recuerdos.

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