De ser una marca distintiva en los marines norteamericanos de la base de Rota a convertirse en una de las señas de identidad de las nuevas generaciones. Los tatuajes se han extendido en la piel de los jóvenes y no tan jóvenes. Sevilla no se ha quedado al margen de esta tendencia. Una moda que se ha convertido en negocio, aunque no todo el monte es orégano. Los profesionales de los dibujos sobre la piel alertan del intrusismo que sufre el sector, una competencia desleal que, en este caso, provoca un serio riesgo sanitario. Un estudio reciente llegó a cifrar en más de 200 los negocios ilegales que existen en capital andaluza, motivo por el cual los dueños de los establecimientos con licencia exigen una mayor contundencia en las sanciones.

El motivo de que vuelva a la actualidad informativa dicho intrusismo es la última alerta de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) sobre la utilización de determinados lotes de tintas y agujas de tatuaje que pueden estar contaminados microbiológicamente. La Unión de Consumidores de Andalucía (UCA) ha exigido a las administraciones públicas más inspecciones en las tiendas de tatuaje para evitar dicho riesgo, mientras que los profesionales instan a que dichos controles se lleven a cabo en los negocios ilegales que han proliferado los últimos años con la moda de estos grabados.

"El intrusismo es igual que en otros negocios, pero aquí se corre un serio riesgo sanitario". Quien así se expresa es el tatuador Gerardo Lucio, uno de los nombres de referencia en el sector, pues fue de los primeros en abrir una tienda de estas características. De hecho, participó como asesor en la elaboración de la normativa andaluza de 2002, aún vigente, tanto para el tatuaje como para el piercing. Posee dos negocios: uno en Rota (Cádiz), donde llegó como delineante y aprendió la técnica de tatuaje que tanta clientela tenía entre los marines de la base, y otro que regenta su hijo en la calle Torneo de la capital andaluza.

La alerta de la Aemps no es nueva para este profesional del grabado en la piel, quien asegura estar "tranquilo" con los utensilios que se usan en sus negocios. "Tanto las agujas como los tintes están autorizados por la agencia de medicamentos, pero el riesgo no está en los comercios que contamos con nuestra licencia, sino en aquellos que carecen de cualquier tipo de permiso", asegura Lucio.

Este delineante especializado en dibujos y técnicas de tatuaje posee -al igual que su hijo- el título que lo capacita para desarrollar dicha profesión y está dado de alta como autónomo. Pero pocos son los que reúnen tales requisitos. En Sevilla, en un reciente estudio que sirvió de base para una guía sobre el tatuaje, hay 30 negocios que cuentan con la licencia para estos grabados. El citado informe también reveló que en la capital existen más de 200 negocios donde se trabaja al margen de la legalidad, muchos de ellos localizados en pisos y en los que esta labor se realiza, la mayoría de las veces, sin seguir las instrucciones sanitarias establecidas por el decreto de 2002.

Aquí es donde suele ser más frecuente encontrarse con material que no está testado por la Aemps, al estar fuera de las inspecciones sanitarias que realiza la Junta, que sólo las lleva a cabo en las que están declaradas (dos veces al año).

Hay que tener en cuenta que el Ayuntamiento es la administración que se encarga de perseguir el fraude en los negocios que operan sin licencia, algo que según Lucio resulta complicado de demostrar pues al tratarse de viviendas familiares se requiere de una orden judicial para entrar y que en ese momento se lleve a cabo la actividad. De ahí que Lucio insista en la necesidad de "denunciar" estos negocios, que suponen una competencia desleal, puesto que un tatuaje "convencional" puede costar en una tienda legal 60 euros, precio que en una sin declarar apenas supera los 20 euros.