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Sevilla

Una historia de claros, oscuros e hitos

  • Fue referencia de tramientos y, más tarde, cantera de la reforma psiquiátrica

Cuando se echa la vista atrás y se repasan los testimonios de quienes han conocido el Hospital Psiquiátrico de Miraflores, que en unos meses desaparecerá bajo la piqueta, sólo queda claro que forma parte de la memoria colectiva de Sevilla. Si su prevalencia es para bien o para mal ya depende de a quién se le pregunte o de qué anteponga.

Los profesionales jóvenes de finales de los 70 que lo conocieron, en pleno debate sobre una nueva sociedad, tuvieron claro que era un modelo obsoleto, con enfermos con distintas patologías, que habían ido entrando con criterios cuestionados y que había que cambiar, rehabilitarlos, integrarlos. Fueron impulsores de la reforma y los nuevos recursos, que siguen siendo insuficientes. También de aquel mítico festival de Salta la tapia, que durante varios años congregó a miles de personas en Valdezorras, atraídas por una mezcla de curiosidad por el lugar y sus leyendas y el cartel del festival Electro-rock: Silvio, Kiko Veneno, Pata Negra. "Entrada libre. Salida también", era el lema de 1984.

Pero ese hito no fue el único que se vincula a Miraflores. "En su modesto quirófano", en los años 40, el cirujano José Escobar operó "por primera vez en Andalucía" un tumor cerebral; fue también el lugar donde "por primera vez se empleó en España el electroshock"; el tratamiento con choques de insulina y hasta el litio, explica Pablo Gotor Díaz, el que de 1970 a 1976 fuera director del hospital, al que permaneció vinculado de 1981 y 1987 como director de la clínica.

Gotor Díaz tiene una memoria extensa del lugar, al que ya acudía de niño. Su padre, el también doctor Gotor González, fue psiquiatra en el centro desde los años 30 y director después. "Me llevaba varias veces al año para que supiera de la dureza y los problemas de la vida", explica a sus casi 80 años, y añade: "Nunca fue un almacén de locos, a pesar de la penuria económica". En los años 40 ésta existía también en la calle. Los celadores trabajaban por un jornal de hambre, dice. La formación y los recursos fueron llegado después.

Pablo Gotor es el autor de una de las pocas publicaciones que hay específicas sobre el hospital, Historia Subjetiva del Manicomio de Miraflores, que un laboratorio le editó en 2002. Está agotado. Más recientemente, otro volumen, Locura y memoria histórica, del doctor Juan Sánchez Vallejo, que hizo prácticas en Miraflores en el 72, recoge otras controversias .

Algunos otros psiquiatras sevillanos, como Javier Criado, coinciden con Gotor en calibrar la importancia que tuvo el psiquiátrico poniéndolo en su contexto histórico, en el contexto de cómo eran los tratamientos o la asistencia en otras disciplinas. "No existían medios mejores en la época" en la que resolvía como podía un "problema de asistencia grave" y que, como todo, se tuvo que adaptar a los avances y a los nuevos recursos. Pero se mostró contrariado por la demolición y considera que habría que preservarlo, con otra función, para la memoria de Sevilla.

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