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Sevilla

"Íbamos a 190, agachados, mientras nos disparaban"

  • Dos policías nacionales relatan su experiencia al ser disparados por unos delincuentes en la carretera de Utrera Detuvieron a tres personas tras una persecución a toda velocidad

Lo están contando y vuelven a revivirlo. Mientras hablan, en sus cabezas se repite la escena como si fuera un bucle. La secuencia pasa una y otra vez. Los dos protagonistas de esta historia son dos agentes de la Policía Nacional, destinados en la comisaría de Alcalá de Guadaíra, que la noche del 9 de agosto se jugaron la vida en un tiroteo y una persecución de película en la carretera de Utrera. Afortunadamente, todo salió bien: los policías ilesos y los pistoleros detenidos, con heridas de bala pero ninguno de ellos en estado grave.

Poco antes de las once de la noche, los policías se encontraban en un punto fijo en una rotonda próxima a la zona de las ITV de Alcalá de Guadaíra, muy cerca de la carretera de Utrera. "Nos habían avisado de que dos varones de etnia gitana que habían participado en un tiroteo en Córdoba podrían tratar de dirigirse a Dos Hermanas esa noche. No era un control. Simplemente estábamos esperando por si los veíamos, mientras otros compañeros estaban en otros puntos", cuentan los agentes, en una entrevista a este periódico. El Ford Focus azul con las lunas tintadas de los sospechosos pasó ante ellos.

Ni les dio tiempo a darle el alto. "Sólo estábamos detrás de ellos y comprobando la matrícula". Se acababan de incorporar a la autovía de Utrera cuando de la ventanilla del copiloto del Focus salió una escopeta de caza y una mano que apretó el gatillo. "Ese momento se queda grabado. El impacto de ver que te están disparando. Si ni siquiera le habíamos dado el alto, sólo íbamos circulando detrás de ellos". Los policías activaron las señales luminosas y acústicas de su patrullero y siguieron el coche de los sospechosos, que cada vez iba más deprisa. En ningún momento dispararon en marcha, como se dijo en un principio, aunque durante el trayecto recibieron al menos cinco disparos.

"Era un sábado por la noche y no había mucho tráfico, pero adelantamos a siete coches por lo menos. Nos estaban disparando y nosotros íbamos detrás agachados, uno encima del otro, porque el motor haría de barrera si nos daban. Primero íbamos a 140 kilómetros por hora y después a 180-190. Nos pusimos a casi 200 en algunos momentos". El conductor cuenta que iba casi metido debajo del volante, con la cabeza alzada sólo los centímetros necesarios para poder ver la carretera.

"Cuando nos disparaban yo les dejaba una cierta distancia, para que el tiro llegara con menos fuerza, y trataba de salirme un poco de la carretera para no ponerme justo detrás del que disparaba". Su compañero iba prácticamente tumbado encima suya, casi oculto tras el salpicadero.

Al llegar a la salida 16, la de la carretera que lleva hasta la urbanización Don Rodrigo, los delincuentes cambiaron de sentido. "Nos salimos de la autovía a 140 por hora. Ahí hubo un momento en que creí que perdía el control del coche". Los sospechosos tomaron una primera rotonda a toda velocidad, cruzaron un puente sobre la autovía y volvieron a hacer una rotonda -en contramano, para no tener que dar toda la vuelta- para incorporarse a la carretera de nuevo en sentido Sevilla. Pero al tomar la segunda rotonda se les fue el coche y se estrellaron contra el quitamiedos.

"El guardarraíl les salvó de caer por un terraplén. El coche se quedó con las ruedas traseras levantadas y el morro hundido". Dos de los ocupantes del Focus salieron, cada uno armado con una escopeta con los cañones recortados, y encañonaron a los agentes. Los sospechosos iban cubiertos de sangre por las heridas del accidente, uno de ellos tenía rota la cadera. Los policías, al verse encañonados, abrieron fuego con sus armas reglamentarias.

Las balas alcanzaron a los delincuentes en puntos no vitales. Uno de ellos recibió el tiro en la ingle, pero con entrada y salida limpia, y el otro en el costado. Los agentes redujeron a los pistoleros, los desarmaron y los detuvieron. Fue entonces cuando se encontraron con una sorpresa. En el coche viajaban dos menores, uno de 15 años y otro de 12. El mayor tenía pendiente una reclamación cursada por la Fiscalía de Menores. En el Focus había, además de las dos escopetas, una pistola. "Siempre creímos que eran dos varones los que venían en el coche. No sabíamos nada de dos menores y, como el vehículo tenía los cristales tintados, no los habíamos visto. Nuestra sorpresa fue cuando al abrir el coche los vimos dentro".

En unos minutos llegaron sus compañeros. Pese a que la intervención salió perfecta, los policías son conscientes de la suerte que tuvieron. "Nos podíamos haber salido, pero el coche nos respondió bien. Y luego, quién sabe si a uno de los menores no le hubiera dado por dispararnos desde el coche con la pistola". Cuentan que durante la intervención sólo pensaban en detener a los sospechosos como fuera. Quizás eso les hizo mantener el tipo durante la persecución y el tiroteo. Ahora, dos semanas después, la palabra enhorabuena es una de las que más escuchan cuando se cruzan con sus compañeros.

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