Los policías son las primeras barreras en el trato con enfermos mentales, una especie de guardianes que han de discernir con qué tipo de discapacidad o trastorno están tratando para poder luego derivarlo a la atención correcta. Estas palabras del psiquiatra Andrés López son el punto de partida del curso sobre atención a personas con discapacidad intelectual y con enfermedad mental que se inauguró ayer en la Jefatura Superior de Policía, en el que participan numerosos agentes de este cuerpo.

Las jornadas están organizadas por la propia Jefatura y cuentan con representantes de las fundaciones Asaenes, Paz y Bien y Faisem, así como de especialistas del SAS. El jefe superior, Francisco Perea, expuso la necesidad de una buena formación en esta materia para los policías que están en la calle y que se ven ante cantidad de situaciones y experiencias que "hasta hace unos años salían adelante con buena voluntad".

Durante su intervención en la inauguración del curso, el máximo responsable de la Policía apuntó la necesidad de debatir sobre qué hacer con personas con trastornos mentales que no pueden estar en la calle y si el sistema actual es apropiado para tratarlas o es necesario que estén en centros cerrados.

Los especialistas apuntaron que la mayoría de los enfermos mentales no son violentos ni peligrosos y sólo un 5% de la población enferma supone un riesgo. "Son más víctimas que agresores, aunque sí existe el riesgo de que se autolesionen o intenten atentar contra sus vidas".