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Alianza de memorias y olvidos

  • Inéditos. El que fuera corresponsal de TVE en París, Rabat y Londres Miguel Veyrat presentó en el Paraninfo 'Pasaje de la noche', su último libro de poesía.

LLEGÓ a Andalucía presa de la melancolía "y ella me ha devuelto la alegría de vivir, la alegría de escribir". La alegría poética de saber "que no hay vida después de la muerte". Una de las premisas conceptuales de Pasaje de la noche (Barataria), que Miguel Veyrat (Valencia, 1938), presentó ayer en el Paraninfo.

En una ciudad que vive días de cine europeo, este epíteto le viene como anillo al dedo al poeta reconocido por muchos de sus lectores como periodista. Nació en una Valencia bombardeada por la aviación de Mussolini; fue corresponsal de Televisión Española en París y Londres. "Me dieron a elegir entre Berlín y Londres. Berlín era un nido de espías". Elección que le ha evitado que le llamaran para recordar las 25 velas de la caída del muro.

La razón del mirlo es el primer libro de poesía que publicó en Andalucía. La semana próxima, en el mismo escenario, se presentará una edición en italiano a cargo de Marcella Filippi. La profesora Françoise Morcillo ha iniciado la traducción al francés de algunos poemas de Pasaje de la noche. Un gesto de gratitud para quien fue niño bilingüe, padre originario de los Alpes, madre de los Pirineos, como si la colección Maillot Amarillo que nació en Granada reapareciera para quien sube cuestas empinadas de la poesía con alientos de Hinault y Baudelaire, de Anquetil y Breton.

La poesía permite "decir desde la palabra lo que no podemos decir con palabras", dijo en la presentación Manuel Ángel Vázquez Medel, codirector del Plan Integral para el fomento de la Escritura en la Universidad. Veyrat leyó algunos poemas, una poesía desgarrada, cultísima y a ras de suelo, a capela, hija de "frágiles auras de memoria y olvido".

Decía Borges que no hay buenos escritores que no hayan sido excelentes lectores. La angustia de las influencias, con el título de una obra de Harold Bloom. Con ese viaje de ida y vuelta, Veyrat siempre pensó "que el lector de poesía es un poeta que no escribe o que no ha roto a escribir".

Entre el auditorio, un arquitecto consagrado que rompió en poeta novel, Francisco Barrionuevo; una joven estudiosa de la narrativa de Vila-Matas, Olalla Castro; un brasileño que estudia el paisaje de la poesía, Georges Pellegrini, en un trabajo que también comenzó en Andalucía, como las razones del mirlo.

Pasaje de una noche y mil más. Narrar para vivir, como Scherezade, diría Vázquez Medel de la alquimia de Veyrat, corresponsal de sí mismo en este viaje a través de peldaños de arena, horizontes de bruma y una relectura emocionante de Moby Dick y de Alicia en el país de las Maravillas.

El prólogo del libro es de Jacobo Muñoz, que en 1962 organizó en Valencia un homenaje a Cernuda un año antes de su muerte en México. Permuta de ciudades de Veyrat, que se fue por el atajo homérico de las corresponsalías.

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