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Sevilla

El arquitecto Alfonso Jiménez dimite como conservador de la Catedral

  • El maestro mayor del templo metropolitano alega razones de edad en una carta dirigida al Cabildo Esta renuncia supone un paso más en la renovación del equipo del cardenal Amigo

El maestro mayor de la Catedral se va. Alfonso Jiménez ha presentado su dimisión en una carta dirigida al Cabildo Catedral en la que alega "razones de edad" para dejar de cumplir como arquitecto conservador del templo metropolitano, al que está vinculado desde 1979 y donde ejerce oficialmente como tal desde 1987. El Cabildo ha tomado conocimiento de la petición y ha aceptado una renuncia que será efectiva el próximo 31 de diciembre. Alfonso Jiménez (Sevilla, 1946), catedrático jubilado de la Universidad de Sevilla, ha dedicado una buena parte de su vida profesional a implantar un programa de conservación perpetuo del monumento más importante de la ciudad. Suyos son la gran mayoría de los grandes proyectos de restauración que han sido tomados como modelo en otras catedrales de España y que motivaron que en 2002 recogiera junto a Teresa Laguna el Premio Nacional de Bellas Artes, en la modalidad de Restauración y Conservación de Bienes Culturales.

Jiménez colaboró estrechamente con el canónigo Francisco Navarro (1968-2013) en las dos etapas del sacerdote como mayordomo de la Catedral y, por lo tanto, responsable de las finanzas. Navarro puso en marcha la modernización de la gestión del templo en torno a los fastos de 1992 al mismo tiempo que Jiménez implantaba un modelo de conservación ininterrumpido en el que se conjugaban las grandes obras con el mantenimiento cotidiano. El dúo funcionó con éxito, al igual que el arquitecto se entendió siempre a la perfección con Juan Garrido Mesa (1931-2007), otro canónigo clave en el pontificado del cardenal Amigo que asumió importantes responsabilidades en la diócesis.

La dimisión de Jiménez es un paso más en la renovación de los principales cargos de la diócesis (curia, parroquias, conservadores y entidades varias) desde la llegada de Juan José Asenjo al Palacio Arzobispal hace cinco años. Jiménez ha afrontado desde la restauración de los pilares agrietados del trascoro (junto con el ingeniero José Luis Manzanares) a la de las portadas artísticas de la Catedral ennegrecidas por el tráfico rodado de la Avenida, pasando por el programa de conservación de las vidrieras y las capillas, destacando la recientemente practicada en el firme de la Capilla Real; la reforma del presbiterio del altar mayor para mejorar la visibilidad de las ceremonias, el sistema para ahuyentar las palomas y evitar el efecto corrosivo de las heces en la piedra y la implantación de un sistema de evaluación continúa mediante sensores de los movimientos de la Catedral, una montaña hueca a la que parece a veces que sólo falta respirar. Jiménez también ha recuperado para el público las cubiertas de la Catedral, desconocidas y de difícil acceso con anterioridad y que ahora son accesibles en la denominada visita aérea, así como la restauración y adecentamiento de los túneles y criptas que hay bajo el Patio de los Naranjos. Ha fomentado la investigación para conocer mejor el templo, tanto mediante proyectos liderados por él mismo como por otros científicos.

Nunca se debe olvidar su gran pasión: la Giralda, a la que ha mimado y estudiado. La Catedral tiene también ahora un sistema de seguridad para las grandes concentraciones de público y un pabellón de recepción de visitantes en el que se estrenó una sala de exposiciones de bienes muebles. Suya es también la iniciativa de promover un foro cultural en torno a la Catedral denominado Aula Hernán Ruiz, idóneo para dar a conocer cada año las últimas investigaciones o los análisis y opiniones sobre nuevos problemas de conservación.

Con dinero del propio Cabildo en muchos casos, con fondos estatales o con patrocinios privados, el equipo de Alfonso Jiménez ha creado escuela en la forma de concebir cómo se debe cuidar un monumento de un tamaño inigualable y donde entran en juego distintos siglos.

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