Los invisibles · Francisco Alfonso de la Soledad García Alejo

"Sólo Spandau Ballet metió más público"

  • Actuó en las ediciones de 1984 y 1987 de 'Cita en Sevilla' que organizó el Ayuntamiento en el que trabaja como peón todoterreno.

DE niño vivía en el Alcázar y alguna vez vio por allí a Francisco Franco Bahamonde. De menos niño, Francisco García Alejo (Sevilla, 1960) es memoria viva de Cita en Sevilla. Sesión continua.

-24 de mayo de 1984. Solar de la Maestranza. En el cartel, su grupo, Spray Naranja, a la izquierda de Ian Dury y encima de Serrat...

-No sé si algún día tocaré en el teatro de la Maestranza, pero lo que sí sé es que la mayoría de los que han tocado allí no lo han hecho en el solar de la Maestranza. El mismo año que Nina Hagen. Estuvimos con 091, Rompehielos, Helio, Pistones y Sabotaje, que tenía un rollo Siniestro Total.

-21 de mayo de 1987. Prado de San Sebastián. 300 pelas. Diez noche. Los Amos del Mundo...

-En el cartel estaban además Círculo Vicioso, Toreros Muertos, Dogo y los Mercenarios y Silvio y Sacramento. Había más de diez mil personas. Sólo Spandau Ballet metió más público que nosotros. Encontraron a gente escarbando en la arena para colarse.

-¿Qué recuerda de esa noche?

-Que no tenía final. A cada músico nos daban dos invitaciones. Una fue para mi novia, mi esposa hoy, y la otra se la di a mi amigo Josele, que la fotocopió y agujereó la entrada con unos alfileres para colar a su novia.

-¿Quién era su mánager?

-José María Pachón. Y durante un tiempo muy breve, Micky Mata. Cuando nos hicimos un cartel los cinco con una fotografía retocada por Tomás, el guitarrista de Los Picapiedra.

-El cartel de la Cita sonaba a movida madrileña con reminiscencias gallegas...

-Nuestros dos primeros discos, ...A las mujeres y Asesinando Ternuras, los grabamos en Madrid, con Luis Cobo Manglis, que había tocado con Miguel Ríos. El tercero, que se llamó Los Amos del Mundo, lo produjo Carlos Goñi, de Revólver.

-¿De dónde vino el nombre?

-Un día estaba con el bajista tomando una cerveza en el bar La Mina. Fue al servicio y al salir comentó: me siento tan bien que parezco el amo del mundo. Le dije que ése iba a ser el nombre del grupo porque todos los que barajábamos eran malísimos.

-Ese nombre se utiliza ahora para llamar a los tiburones de las finanzas, según el libro de Juan Torres y Viçent Navarro...

-Nos vino mal el nombre y lo teníamos que explicar. Uno puede sentirse amo del mundo con una buena conversación, la chica con la que sales, cuando nace tu hijo o cuando ves un gol del Betis.

-¿Vivió la cita de espectador?

-Recuerdo conciertos memorables de Hilario Camacho o Ian Dury. Los de los Kinks y James Brown me los perdí porque estábamos grabando en Madrid. El primer disco con la compañía Cuarzo, el segundo con Kirios.

-¿Y el tercero?

-Con José María Sagrista, que era de Círculo Vicioso, un grupo que llegó a ganar el festival de Benidorm. Con nosotros actuó Gautama del Campo, hermano del saxofonista de Círculo Aquiles del Campo, hijos del pintor.

-El Sábado Santo salió de nazareno con la Soledad de San Lorenzo y el Sábado de Pascua actuó en Madrid con Alejo y Cuatro Leguas. ¿Como lo combina?

-A la perfección. Dos noches maravillosas. Una con la cofradía en la que Joaquín Romero Murube metió a mi padre cuando trabajaba en el Alcázar. Otra con mi grupo en la sala Costello, entre la Puerta del Sol y Gran Vía. Nada de AVE. En furgoneta. A las ocho de la mañana del domingo estábamos tomando calentitos de la Macarena en casa Manolo.

-¿Qué público fue a verlos?

-Los amigos actores que están en Madrid, como José Manuel Seda, Alex O'Dogherty o Guillermo Rayo, que tocaba en Los Comotora. Algunos fans que vinieron de Sevilla y familia de Carlos Núñez.

-¿Había actuado antes allí?

-En los 90, en la sala Sol. Con un cantante de Marbella que se llamaba Harley. Entre los músicos había un teclista brasileño sin papeles.

-¿Por qué esa afición a cambiar de grupo?

-Es curioso. Cada tres años era obligado cambiar. Del 83 al 86, Spray Naranja. Del 86 al 89, los Amos del Mundo. Del 89 al 92, La Sombra. Con Alejo y Cuatro Leguas hemos roto el maleficio, llevamos ya cuatro años.

-Su patrón sigue siendo el mismo que organizó Cita en Sevilla.

-Pero ahora en un rol distinto. Trabajo de peón genérico. Un poco de todo: jardinería, limpieza, mantenimiento.

-¿Qué más cayó con el muro de Berlín en 1989?

-Mucha desilusión. Ahí nació un ansia de poder, un delirio por tener. Me echa atrás todo tipo de violencia, desprecio o injusticia. Da la impresión de que la gente sólo se quiere en Navidad. En la época de Cita en Sevilla esto se barruntaba, pero la ilusión lo tapaba todo. Ahora el mundo no es de los Amos, es de los Dueños, la gente que especula con un dinero que no es suyo.

-¿A Sevilla le vendría bien otro Manuel del Valle?

-Totalmente. No podemos pedir un Tierno Galván porque sería demasiado. Le decían Manuel del Bache porque tenía Sevilla levantada por las obras. Es un buen ejemplo para desmentir el tópico del sevillano gracioso. El alcalde más serio, no digo el más malaje porque no lo he conocido, es el que culturalmente más ha hecho por la ciudad.

-¿Alejo lee a Carpentier?

-Estoy leyendo un libro de Oriol Llopis, Escritos poco fiables. Cuarenta años de crítica de rock&roll de uno de los transgresores más gordos del país, un catalán afincado en Carmona al que no se le caen los anillos por criticar a los Rolling o Led Zeppelin.

-¿Y la novia del concierto?

-Pastora. Nos casamos en 1988, el quinto año de la Cita, en la Catedral de Sevilla. Es la madre de mis hijos Alejo García y Manolo García.

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