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Juan F. Plaza. Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Loyola

"El hombre se ha feminizado, se ha apartado de sus rasgos más feos"

  • Salmantino de nación y sevillano de residencia, este profesor de Comunicación ha investigado sobre las representaciones de varones y mujeres en los medios de comunicación de masas.

El primer suelo sevillano que pisó Juan F. Plaza fue el de Palmas Altas, donde se ubica la Universidad Loyola Andalucía. Fue hace dos años, cuando la institución jesuita decidió contratar a este joven docente de Comunicación que llevaba enseñando más de una década en la Pontificia de Salamanca, su ciudad natal. Su despacho, luminoso y blanco -como todos los de la Loyola-, está presidido por un enorme retrato de Woody Allen, uno de esos antihéroes contemporáneos que exhiben en sus películas una masculinidad medrosa y dubitativa, muy lejana de antiguos estereotipos como Bogart. La presencia del director y humorista neoyorquino no es casualidad. El entrevistado es un ferviente defensor de la igualdad de género y un enconado enemigo de lo que califica como "la sociedad patriarcal" y del "machote abandonado", al que califica como "casposo". Juan F. Plaza presume de no haber sido nunca un príncipe azul y defiende que está naciendo un nuevo tipo de masculinidad. Adiós a Indiana Jones.

-Usted ha estudiado los modelos de feminidad y masculinidad que se difunden en las revistas de adolescentes. ¿Qué conclusiones sacó?

-Muchas de las revistas que estudié se las ha comido la crisis y la consiguiente falta de publicidad: Súper Pop, Bravo o Ragazza, aunque algunas se han reconvertido al formato on line. El estudio se centraba, sobre todo, en los famosos, un detalle muy importante, porque estos se suelen convertir en modelos de comportamiento e identidad. La idea más interesante del estudio es que los modelos de masculinidad y feminidad se han ido acercando. Especialmente es interesante observar cómo el modelo de hombre se ha feminizado, se ha apartado de sus rasgos más feos y tradicionales. En el caso de la mujer, sin embargo, se superpotencia el estereotipo de la mujer bella y preocupada por el físico.

-¿Un hombre cada vez más femenino?

-Pero no homosexual. Eso es muy importante, porque en estas revistas para adolescentes no existen apenas los estereotipos homosexuales. Uno de los mayores crecimientos de inversión publicitaria se ha dado en la estética masculina. Era impensable que el modelo masculino de los ochenta se diera cremas ¿Se imagina usted a Harrison Ford con productos de belleza? ¿No, verdad? Es imposible. Sin embargo, sí se puede imaginar a Beckham, quien fue el modelo masculino de los noventa. Eso supone un cambio en cómo se concibe la masculinidad. En los ochenta se llevaba el hombre desastrado, poco preocupado por su físico... el machote. Beckham es un hombre preocupado por estar delgado, por la peluquería, por la depilación...

-Lo que se llamó en su día un metrosexual...

-Sí, el concepto lo inventó una agencia neoyorquina de cazadores de tendencias, aunque lo bautizó como tal el británico Mark Simpson.

-Ahora dicen que se lleva otra vez el hombre-oso, los mismos hipster suelen tener barba...

-No tiene nada que ver. Indiana Jones ya no existe. El hipster está muy vinculado a la moda, algo impensable para el estilo de hombre abandonado de los ochenta... Afortunadamente, el machote ya no se sostiene.

-¿Y qué tipo de mujer quieren construir estos medios para adolescentes?

-A las adolescentes se les da un mensaje esquizofrénico. Por una parte se les ofrece un discurso positivo: sé autónoma, independiente, fuerte, inteligente... Pero por el otro se les dice que no son nadie sin un hombre al lado. Es una nueva versión del antiguo "te vas a quedar para vestir santos". Según estos mensajes, todo lo que tiene que hacer una mujer debe estar dirigido a buscar hombres. Ahí están los consultorios, los tests... Todas estas cosas hacen pervivir los estereotipos clásicos de la mujer dependiente de los varones.

-Una cosa que me llama especialmente la atención de la publicidad actual es la hipersexualización a la que es sometida la mujer...

-Especialmente las niñas.

-Empecemos por ellas. Es un tanto llamativo cómo se las muestra en algunos programas de televisión, incluso de canales públicos.

-Sí, está esa obsesión por convertirlas prematuramente en adultas, por vestirlas destacando partes del cuerpo que obviamente aún no están desarrolladas... Eso forma parte del negocio y para mí es un auténtico drama.

-Y volviendo a las mujeres, algunos de los anuncios se inspiran directamente en el porno o en la violencia sexual, como fue el caso de una conocida marca de moda que llegó a imitar en una publicidad una violación grupal. ¿Por qué se producen estos fenómenos?

-Porque hay una violencia social hacia las mujeres que, a veces, se disfraza de otras cosas. Antes salíamos a la calle con toda la razón cuando ETA mataba 20 personas al año, pero ahora mueren en España 75 mujeres y 5.000 en toda Europa sin que exista esa movilización masiva. La violencia simbólica forma parte de la violencia contra la mujer.

-¿Y las revistas femeninas dirigidas al público adulto, qué tipo de mujer reflejan, repiten los estereotipos?

-En general repiten determinados patrones casi hasta la saciedad. Sin embargo, hay que decir en su favor que a partir de los años 70 estas publicaciones pusieron sobre la mesa temas que, hasta ese momento, nadie se había atrevido a poner, especialmente los relacionados con la sexualidad femenina. Se suele criticar mucho a los medios de comunicación, pero también es cierto que algunos han abierto puertas que ya no se pueden cerrar. Por ejemplo, algunas series de televisión han traído nuevos modelos de mujer que no existían hace quince años.

-Eso es lo positivo, pero ¿y lo negativo?

-La presión social que han ejercido algunos medios sobre la imagen de las mujeres, especialmente en su delgadez.

-Esto ha tenido consecuencias dramáticas, sobre todos en las más jóvenes y en algunos tipos de trastornos de la alimentación: anorexia, bulimia...

-Nunca diré que los medios de comunicación provocan la anorexia, pero sí que esos trastornos que usted ha mencionado son sociales y no existían antes de la década de los sesenta. Ahora se ve cómo se están extendiendo a otros puntos del planeta donde el modelo cultural de mujer era diferente.

-En la actualidad, hay marcas, como una famosa de jabón, que han empezado a hacer publicidad con modelos que responden a "mujeres reales", con sus curvas, sus michelines y sus lógicos defectos. ¿Es puro oportunismo o es una tendencia sociológica?

-Yo soy en esto muy positivo y es bueno que las marcas se den cuenta que es rentable actuar bien. La gente debería ser consciente del poder que tiene de castigar a marcas que hacen cosas que no nos gustan. Un buen ejemplo fue la campaña contra Nike por fabricar balones en factorías donde se explotaban niños. Le hizo mucho daño.

-Usted también ha estudiado la figura del príncipe azul, algo que pese a su evidente caducidad sigue calando en la mente de muchas jóvenes.

-Hay dos mitos relacionados con el amor que tienen un gran peso sobre las mujeres y que aparecen en todos los productos culturales: el príncipe azul y la media naranja, esa idea de que tú no eres un ser completo hasta que no encuentras a esa persona en el mundo destinada a completarte... Pensemos en las frustraciones que genera todo esto cuando una mujer se enfrenta a una pareja real y cae en la cuenta de que no es un príncipe azul.

-¿Y los hombres, qué buscamos? No creo que sigamos tras la perfecta ama de casa, buena madre...

-Bueno, los datos revelan que tenemos una base de adolescentes bastante conservadores. Es dramática la cifra de chicas jóvenes que son agredidas o controladas por sus parejas.

-¿Y qué está fallando? Se supone que llevamos años educando para evitar que ocurran estas cosas.

-La estructura del patriarcado es muy poderosa y tiene muchos años de arraigo, no es fácil acabar con ella. Piense en los medios de comunicación, ¿qué sentido tiene que se sigan reproduciendo a mujeres en bañador en su contraportada? En los años del destape se podría comprender, pero ahora... sólo hay que irse a una playa... Tradición, hábitos, rutinas periodísticas...

-También ha trabajado sobre los anuncios de prostitución en los periódicos. ¿Le parece mal que existan?

-Vaya por delante que el tema de la prostitución me parece muy difícil y complejo de juzgar. A priori es una violencia más contra las mujeres, pero también hay un porcentaje, aunque pequeño, que la ejerce voluntariamente. Ese estudio al que usted ha hecho mención y que yo dirigí nació cuando el proyecto de Zapatero de prohibir este tipo de anuncios y hacía hincapié, sobre todo, en la autorregulación. Creo que es ahí hacia donde debemos encaminarnos, hacia la autorregulación.

-Otro de sus temas de investigación es especialmente dramático y preocupante: el acoso escolar a través de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). ¿Está aumentando este fenómeno?

-Es muy complicado afirmar esto porque las estadísticas son muy diversas y, en general, es un fenómeno muy difícil de apresar, se escapa... Hay muchas cosas que nunca se cuentan, problemas que nunca se revelan.

-Antiguamente, los abusones (como se les llamaba a los acosadores) limitaban su actividad al aula y el hogar era un territorio seguro. Sin embargo, debido a las TIC, hoy en día el acoso continúa en la propia casa, no hay descanso para la víctima.

-Sí, con las TIC el acoso le persigue más allá del aula. También se da otro problema, que es la multiplicación hasta el infinito del acoso, que es lo que pasa cuando un acosador cuelga un vídeo en el que sale el acosado en situación poco decorosa y se va reproduciendo masivamente en las redes.

-¿Un acoso viral?

-Exacto, es una buena expresión. Además, las TIC permiten que potenciales acosadores que antiguamente nunca lo hubiesen podido ser -por falta de fuerza física, por ejemplo- puedan serlo ahora bajo el anonimato, escondidos tras un ordenador o un teléfono.

-Me imagino que en estas cuestiones será muy importante el control paterno.

-Sí, y el de las escuelas, que a veces no tienen las herramientas o la formación necesaria. Uno de los problemas es que hay situaciones en las que no se conocen los límites entre una broma entre niños y el acoso. Por eso es muy importante la formación del profesorado y de los alumnos.

-¿Cómo pueden saber los padres si sus hijos están siendo acosados?

-Hay que tener un mayor control, eso es importantísimo. También hay que estar en continuo contacto con la escuela. Es muy importante conocer lo que ocurre en el patio, que es donde se suele dar el acoso, no en las aulas... Es muy importante mirar el patio. Los padres deben detectar los cambios de comportamiento en los niños, en su alimentación, en su resistencia a asistir a clases alegando falsas enfermedades. En internet hay varias plataformas que pueden ayudar, como www.protegeles.com y otras.

-¿Hay que denunciar?

-Por supuesto, en primer lugar al centro educativo y, dependiendo de la gravedad del acoso, a la Policía. Hay que ser muy contundente en la respuesta, no quitarle importancia

-No podemos terminar esta conversación sin tratar el tema de la violencia de género, a la que usted también ha dedicado horas de estudio. Actualmente es un problema nacional.

-Los datos son muy preocupantes... Es un auténtico drama que en un país del primer mundo mueran al año más de 75 mujeres a manos de quienes dicen que les quieren.

-¿Es verdad que este tipo de violencia se da más en los colectivos de inmigrantes o es un prejuicio interesado?

-La gran mayoría de las víctimas son españolas. Además, en la Europa moderna y avanzada mueren al año 5.000 mujeres y en los países nórdicos, tan modélicos en tantas cosas, los porcentajes son muy altos.

-¿El Gobierno está actuando bien en esta materia?

-La política de recortes ha afectado a la educación en la igualdad de género, concepto que está muy vinculado a la violencia contra las mujeres. El Ministerio de Ana Mato no tenía las ideas claras y se ha hecho una política muy asistencialista pero con poca formación.

-Muchos se quejan de la pérdida de derechos que han sufrido los hombres debido a la legislación contra la violencia de género.

-Eso no es cierto y, según los datos del Consejo General del Poder Judicial, las denuncias falsas en este asunto no llegan ni siquiera al 1%. No quiero que se inculpe a ningún inocente, pero pisamos un terreno muy difícil. Piense que la rápida actuación de la Policía o los jueces es fundamental para salvar la vida de una mujer... ¿Cuántos casos nos hemos encontrado de mujeres que habían denunciado repetidas veces que eran víctimas de este tipo de violencia y han acabado asesinadas porque no se actuó con prontitud? Hay que mejorar los mecanismos, pero no es cierto que la ley haya supuesto una merma en los derechos de los hombres.

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