calle rioja

Bodas de oro para el sabio del siglo

  • Recuerdo. El IES Ramón Carande de Jerez de los Caballeros recuerda al historiador que da nombre al centro con una conferencia de Rocío Carande, nieta y catedrática de Latín.

EL 4 de mayo de 1987 habría cumplido Ramón Carande 100 años. Le faltó un suspiro, porque murió el 31 de agosto de 1986. En el centenario de su nacimiento, su hijo Bernardo Víctor Carande recibió en Hervás, población de Cáceres donde participaba en un congreso de hispanistas, un ejemplar del último regalo de cumpleaños para su padre. Cuando cumplió 99 años, el 4 de mayo de 1986, un grupo de amigos, discípulos y periodistas le llevamos a su casa de la calle Álvarez Quintero una tarta con 99 velas.

La tarta de las cien velas se tituló Viaje a Turquía (Grecia e Italia) con Ramón Carande. Un regalo que firmó su esposa, María Rosa de la Torre Millares, con Carande en la portada delante de Santa Sofía. El libro empieza con la llegada de este matrimonio el 26 de agosto de 1961 a Estambul. El libro formaba parte de la colección Capela, nombre de la finca extremeña de Almendral en la que descansan sus restos, y se imprimió en Gráficas del Suroeste, imprenta de Los Santos de Maimona, provincia de Badajoz.

Aunque palentino de nacimiento, muy pronto va a conocer Carande Extremadura. "Estuve allí muy niño", escribe sobre Capela en Recuerdos de mi infancia (Espasa Calpe) "y en una ocasión, con dos años apenas, muy enfermo, según oí varias veces contar a mi padre". La raigambre extremeña de Ramón Carande es curiosa. Manuel Carande, su padre, tenía un hermano pequeño destinado en Badajoz como ingeniero militar que le encargó a su hermano mayor que viajara a Extremadura con el encargo de pedir la mano de su novia "y en Capela mismo, según tengo entendido, conoció a mi madre".

Allí Carande conoció a Thovar, los dos apellidos que constan en el retrato que le acredita como rector de la Universidad de Sevilla en 1930, como autor de Carlos V y sus banqueros, clásico de la historiografía que Hugh Thomas menciona en su biografía de Felipe II, hijo de aquel monarca nacido en Gante y muerto en Yuste. Crepúsculo extremeño, como el del propio Ramón Carande.

Otra conmemoración reaviva los lazos de Carande con Extremadura. El Instituto de Educación Secundaria Ramón Carande de Jerez de los Caballeros celebra los cincuenta años de su creación. Nació en 1965 sin nombre. A la muerte de Ramón Carande, decidieron bautizar el centro con el autor de Galería de raros. Fue en 1987 y descubrieron la placa Gonzalo Anes, amigo y discípulo, presidente de la Academia de la Historia hasta su fallecimiento, y Rocío Carande, nieta de don Ramón, mantenedora de la estela universitaria como catedrática de Latín en la Universidad de la que su abuelo, niño de la Primera República, fue rector en la antesala de la Segunda.

El instituto ha celebrado el cincuentenario del centro con diversos actos. Una charla-coloquio con el ex presidente de la Junta de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra, una representación teatral y una conferencia sobre su abuelo a cargo de Rocío Carande, que casi tres décadas después volvió a este Jerez sin motos y con caballeros templarios. La nieta aceptó encantada la invitación del director del instituto, Genaro González Carballo, licenciado en Historia Moderna.

Para documentar el perfil y el recuerdo de su abuelo, Rocío Carande le pidió a Paco Cazalla una fotografía muy especial: su padre con aire campero en una casapuerta de Capela. Fuimos a visitarlo a su paraíso extremeño cuando se hizo público que recibiría en 1985 el premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales. Un príncipe que tenía 17 años. En coche conducido por su hijo Bernardo Víctor, Carande viajó en coche hasta Oviedo con parada a la ida y a la vuelta en Cáceres. Otro guiño a Extremadura.

De los pormenores de ese viaje da noticia Ramón Carande en Libro de Viajes (Diputación de Badajoz). A los sevillistas que la semana próxima viajen a Florencia les agradará saber que hace 95 años este vecino de la calle Álvarez Quintero ya estuvo en la ciudad de los Médicis, donde llega el 17 de agosto de 1920. Una telefonista italiana le pregunta por la muerte de Gallito, encuentra la correspondencia del viaje a Italia de Stendhal y descubre fascinado el David de Donatello. "Hemos dejado Florencia y los dioses se vengan de este abandono".

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