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De Zurbarán a Picasso hay un paso

  • Legado. La exposición de la colección Abelló en Santa Clara reaviva la incógnita de qué alcaldes se encargarán de organizar los centenarios de Murillo (2017) y Valdés Leal (2022).

DE Zurbarán a Picasso, enunciado de la espléndida exposición de los coleccionistas Juan Abelló y Anna Somoza, hay algo más que tres siglos de diferencia. Un tránsito cronológico y estilístico que es como el marco simbólico de los aires de cambio -o recambio- que llegan a la ciudad.

Si uno recorre la estimulante diversidad de las obras que se exponen en el Espacio Santa Clara, una prueba del buen gusto y del exquisito sentido del mecenazgo, donde la generosidad empieza con uno mismo, se pueden sacar interesantes conclusiones.

La obra elegida de Francisco de Zurbarán (1598-1664) es La familia de la Virgen. La temática da un giro copernicano en el cuadro de Pablo Ruiz Picasso (1881-1973). Se trata de Mujer sentada con sombrero, título original en francés y la fecha en la que la realizó, 21 de mayo de 1939. En el final de la posguerra, apenas tres meses después de la muerte de Antonio Machado en Colliure.

Cada alcalde tiene su centenario. En ese sentido, Alfredo Sánchez Monteseirín estuvo bien servido. Comenzó su mandato con el cuarto centenario del nacimiento de Velázquez. También vivió los del Sevilla, el Betis y la Cruzcampo, pero ésa es otra historia. Ni Zurbarán ni Picasso. La obra elegida para pregonar la exposición por todos los rincones de la ciudad, desde las vallas fijas a los soportes móviles de los transportes urbanos, no es del extremeño afincado en Sevilla ni del malagueño que se fue a París. Se trata de El niño gallero, una obra maestra de Murillo, puro neorrealismo sevillano.

El alcalde que tome las riendas del gobierno de la ciudad tendrá entre sus cometidos la organización del centenario de Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682). El cuarto centenario de su nacimiento coincide con el primero de la revolución rusa, esa primavera que acabó en invierno.

El alcalde que gane las elecciones municipales de 2019, o que salga airoso del álgebra de los pactos, organizará el cuarto centenario de Juan de Valdés Leal (1622-1690), presente con dos obras: Guerrero con espada y La Magdalena. Los dos son coetáneos de Velázquez -en la muestra está una obra de su suegro, Francisco Pacheco-, que fue además de pintor de la Corte ujier y aposentador de Felipe IV. Cuatro siglos después se invirtieron los números romanos del monarca y estos pintores, en las conmemoraciones, son fantasmas rescatados por una camarilla de especialistas, exégetas y comisarios artísticos de la época de Felipe VI.

Sevilla urbana y festiva. Así reza uno de los epígrafes de la exposición. Nada más actual, con la ciudad que ayer recibía a las huestes deportivas de Varsovia, a las carretas del Rocío y que prepara para la próxima semana los altares y la logística del Corpus.

La obra Expansión roja de José Guerrero (1914-1991), pintor capicúa igual que Picasso, es un título que se ajusta a la marea roja que ayer llenó calles, vehículos y balcones de toda la ciudad y a los pronósticos de los nuevos colores que pueden pintar el destino de la Corporación. De Zurbarán a Picasso hay un paso.

Uno de los alicientes de la exposición es la convivencia del Álbum Alcubierre, la más completa colección de dibujo antiguo de artistas andaluces, con pinturas de artistas contemporáneos: el Hombre despojado de Guillermo Pérez Villalta, una de las Cabezas que Luis Gordillo pintó en 1963 y el rincón de Carmen Laffón: un espacio coqueto con tres presencias de la pintora sevillana en las que desde la cuna, metáfora del nacimiento (y de los centenarios) pueden verse el Coto desde Sanlúcar y el compás del convento del Socorro.

Hay en Santa Clara una Fernán Caballero (Cecilia Böhl de Faber) retratada por Joaquín Domínguez Bécquer, el tío del poeta. Joyas de coleccionismo firmadas por Daniel Vázquez Díaz y Julio Romero de Torres. Entre los anónimos, una obra de la escuela sevillana de 1650: vista de la Alameda de Hércules en este espacio entre las calles Becas, Lumbreras y Santa Clara, perímetro de la Alameda que urbanizó y liberó de yugos fluviales el conde de Barajas. La misma animación que se puede ver hoy, pero con el matiz de mediados del siglo XVII, cuando todavía vivían Murillo, Velázquez, Zurbarán y Valdés Leal, ¿quién da más?

Junto a las columnas de la zona norte, jóvenes que ensayan con espadas, escuela de duelistas, jinetes a caballo, caballeros con embozo y damas con miriñaque. Una estampa de Zurbarán retocada por Picasso. La colección de Abelló y Gamazo, que puede verse hasta el 13 de junio, es una metáfora de la mirada benevolente que hay que tener con el paso del tiempo. En arte y en política, que es el arte de conmemorar el centenario de los pintores. La corte de los ausentes.

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