Sevilla

Una juez investiga la devolución de un niño a su madre drogadicta

  • El menor nació con el síndrome de abstinencia. La familia de acogida denuncia que los padres no están rehabilitados.

Una juez de Sevilla ha abierto una investigación sobre la devolución de un niño a sus padres biológicos, ambos drogadictos desde hace más de veinte años. El niño, que tiene ahora dos años, nació con el síndrome de abstinencia y fue entregado al poco tiempo de nacer a unos familiares, que han sido sus padres de acogida durante 20 meses. En este tiempo lograron quitarle el mono y tratarle otras enfermedades y alergias con las que el bebé nació, así como la malnutrición que padecía.

Sin embargo, la Junta entregó el menor a sus padres biológicos tras practicarles unos análisis de orina que dieron negativo en cuanto a la presencia de sustancias estupefacientes. La familia de acogida asegura tener información de que los padres no se han rehabilitado, que se han negado reiteradas veces a tratar su adicción en centros especializados y que el niño y sus hermanos -tiene otros tres, la tercera de las cuales también nació con el síndrome de abstinencia- son mantenidos en la práctica por sus abuelos.

La familia de acogida ha presentado una demanda ante el juzgado de Primera Instancia número 26 de Sevilla para que investigue esta devolución. Además, los demandantes piden a la juez que practique una serie de pruebas. Entre ellas destacan varios informes médicos y de los servicios sociales sobre el niño y los padres biológicos, pero quizás la más importante sea la de la prueba de pelo de estos últimos para que sea remitido al Instituto Nacional de Toxicología. Esta prueba está considerada la más fiable para detectar si una persona consume habitualmente drogas o no.

En el caso de los padres biológicos, los demandantes recuerdan que son toxicómanos desde principios de los años 90 y que han consumido habitualmente durante más de veinte años sustancias como cocaína y heroína. La familia de acogida no cree que estén rehabilitados, puesto que se han negado siempre a tratarse su drogadicción en centros especializados. Consideran, además, que las pruebas de orina pueden manipularse fácilmente y no reflejan resultados reales.

Los demandantes también denuncian el trato recibido por el Equipo de Tratamiento Familiar (ETF) que se encargó del caso, que propuso la reunificación del niño con sus padres biológicos con unos informes que no podían ser determinantes de una recuperación, teniendo en cuenta la larga trayectoria como toxicómanos de ambos y que han faltado a algunas revisiones.

Este periódico contactó este lunes con la madre de acogida, quien aseguró que desea que el niño esté con sus padres, pero cuando éstos estén recuperados verdaderamente. Esta mujer acogió al niño en el año 2013, cuando acababa de tener una hija -la niña tenía sólo 21 días cuando se hizo cargo del menor-, por lo que le dio incluso el pecho. En las primeras semanas el menor tuvo que ser sometido a un tratamiento con metadona. "No era un niño normal, se asfixiaba, tenía ansiedad, chillaba todo el rato. Teníamos que ir cada dos por tres al hospital porque lo vomitaba todo, hasta que descubrimos que tenía varias alergias, como al gluten o a la proteína de la vaca".

El niño pasó 20 meses con su familia de acogida, periodo en el que se recuperó y superó el síndrome de abstinencia. "No podíamos darle nada mientras tuviera el mono. Fue muy doloroso para nosotros. Más de una vez pensaba que el niño se moría en mis brazos. Todo ese tiempo se lo dediqué antes que a mi hija, que estaba atendida por mi marido", cuenta esta mujer, que prefiere permanecer en el anonimato.

El bebé fue fruto de un embarazo no controlado, en el que el consumo de drogas fue habitual por parte de la madre, de ahí que la familia de acogida entienda que pueda considerarse el caso como de maltrato prenatal. Cuando nació, el menor presentaba una severa desnutrición y tuvo dolencias como unos angiomas que tuvo que tratarse con una pomada especial preparada por una farmacéutica.

La relación entre los padres de acogida y los biológicos ha sido siempre tensa, pese a que les unen vínculos familiares. Así, la familia de acogida sufrió varias veces daños en su coche cuando acudían a los encuentros semanales del niño con sus padres biológicos en un centro gestionado por la asociación Amuvi. "Los encuentros eran de seis a siete de la tarde y los padres siempre llegaban tarde. Cuando salíamos, teníamos el coche arañado", apunta la denunciante.

Para ella, lo más duro ha sido ver cómo han tratado el caso de su hijo de acogida como si fuera un "documento". Desde diciembre del año pasado no ha vuelto a ver al niño y echa en falta que los padres biológicos tengan un seguimiento periódico por parte de los servicios sociales.

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