Ha llegado al cargo de gerente del Consorcio de Turismo en plena recuperación del sector. Antonio Jiménez es consciente de que aún queda mucho trabajo por hacer para que Sevilla consiga el liderazgo en determinados ámbitos, posición que ha perdido durante los años de crisis. Por ahora, las expectativas hasta 2016 son bastante buenas. "Este otoño, con toda probabilidad, batiremos un récord de visitas", asegura Jiménez, quien explica que cuando se produjo el cambio de gobierno en el Ayuntamiento existía "bastante incertidumbre" sobre la organización de congresos para el próximo año.

"Había inquietud por la falta de citas importantes. Pero en este ámbito se ha producido un cambio trascendental. Antes se organizaban congresos de calado con dos o hasta tres años de antelación. Ahora se cierran meses antes", asevera el gerente del Consorcio de Turismo, que ha percibido cómo las empresas "vuelven a destinar partidas" para estos actos. "Es otro síntoma de la recuperación", apostilla.

El turismo cultural constituye una de las líneas de trabajo que se ha marcado. Cada año del mandato tendrá "un tema o motivo de enganche para atraer turistas". En 2016 será la Bienal de Flamenco, cuyo programa se presentará a finales de octubre y se promocionará "a nivel internacional". Para 2017, el cuarto centenario del nacimiento de Murillo -conmemoración que ya empezó a gestionarse en los últimos meses del mandato de Zoido- centrará las campañas turísticas.

Respecto al aumento de la estancia media de los visitantes (actualmente la media de pernoctación no supera una noche), Jiménez confía en "poder ir de la mano" de Turismo de la Provincia para tal fin. "Hay que lanzar un producto nuevo y definido con los municipios sevillanos así como diseñar nuevos itinerarios culturales por la capital para no limitarlos a la Catedral, el Alcázar y el barrio de Santa Cruz", defiende el gerente del Consorcio.

Lo que tiene claro es que Sevilla hay que colocarla como "destino de calidad" para evitar que las empresas turísticas se vean obligadas a presentar continuas ofertas que sacrifican su beneficio. "La calidad hay que pagarla", argumenta Jiménez, quien para ello considera que habría que "limitar" las aerolíneas de bajo coste en el aeropuerto y trabajar más con compañías regulares.