-Usted ha ocupado las principales carteras de Cultura en las últimas tres décadas. ¿Por qué tiene tan mala fama la comisión de patrimonio?

-(Risas). Diga lo que diga me van a decir que hablo subjetivamente. Cualquier decisión está sometida a controversia. Yo siempre rompo una lanza a favor de la Comisión de Patrimonio. Son personas absolutamente independientes. Nadie, por lo menos en el tiempo que yo he estado -y seguro que ahora sigue igual- presiona para que se haga nada. Cada uno tiene su trabajo y desempeña su labor en la ciudad. Y luego están los funcionarios a los que ni por asomo se me habría ocurrido decirles lo que tienen que hacer. Pero es así. Está sometida al vaivén de las discusiones tomen la decisión que tomen. Como es normal, algunas veces aciertan y otras se equivocan. Pero siempre ha sido así. Antes, con la Comisión de Monumentos había las mismas discusiones.

-¿Cómo ve la situación del Museo de Bellas Artes y el Arqueológico?

-Es mi espinita. Es una pena que no podamos conseguir en la ciudad una ampliación del Bellas Artes, que es necesaria e imprescindible, y que al Arqueológico no se le haga por fin una obra que estuvo encargada, que se estuvieron haciendo trabajos, que se entregó material, y que luego no llegó a materializarse. Hace ya tiempo que fui al Arqueológico de Madrid y me dio una sana envidia. Después vino el director general y le dije que eso era lo que yo quería para Sevilla. Ahí está el reto. Desgraciadamente en la ciudad hay veces que se eternizan algunos temas relacionados con la cultura y no hay manera de que salgan adelante. Es una pena. Yo sigo con la espina clavada.

-¿Demolería el edificio de la Gavidia?

-Creo que no se debe demoler. Primero, porque mientras siga con la protección que tiene es imposible. Aunque el edificio pueda gustar más o menos, forma parte ya del panorama visual de la ciudad. Habría que pensar muy bien a lo que se piensa destinar, e intentar por todos los medios restaurarlo y ponerlo al servicio de los sevillanos. Es una pena que esté de esa manera. Son los técnicos los únicos que pueden recomendar que se tire, si llegado el momento, el deterioro es tal que así se aconseja.

-¿En otra ciudad del mundo estarían cerrados edificios como la Fábrica de Artillería, San Hermenegildo, Santa Catalina, la Fábrica de Vidrio, las naves de Renfe de San Jerónimo, Altadis, la Gavidia...?

-Una ciudad como Sevilla con tanta importancia en la historia mundial tiene estas edificaciones propias de grandes ciudades. Evidentemente eso hay que abordarlo. No se puede ni se debe seguir así. Tenemos que pensar que la cultura es una fuente de riqueza. Otras ciudades lo han visto así y se han podido desarrollar. Nosotros no tenemos grandes fábricas ni empresas, pero sí tenemos una gran historia y buenas edificaciones para sacarles un aprovechamiento. Me consta que el alcalde está en ello. Pienso que se va a dejar la piel en cambiar esta situación que produce desazón en muchas personas. El alcalde y el Ayuntamiento están en la tarea de recuperar esas edificaciones. No es una tarea fácil. Es costoso, pero es rentable. La cultura es una inversión y así hay que pensarlo. Está demostrado que por cada euro invertido en cultura revierten por lo menos tres. La cultura aporta un porcentaje muy importante al PIB. Si nos damos una vuelta por los principales monumentos vemos cómo están llenos. Están contribuyendo a la riqueza de Sevilla. San Hermenegildo estuvo a punto de ser derribado. Con las excavadoras listas para entrar, Florentino Pérez Embid, que era el director general de Bellas Artes, envió un telegrama y fue el que consiguió pararlo. No hay otra bóveda en Sevilla con las características de esa. Conservémosla. Estoy seguro de que el alcalde se va a dejar la piel en ello.