Cuando en 1248 San Fernando devolvió Sevilla a la cristiandad la Alianza de Civilizaciones estaba a años luz de colarse en los debates políticos de la época. Fue un día de San Clemente, como el de este lunes, cuando la bandera cristiana ondeaba en los Reales Alcázares como símbolo de victoria. Actualmente, el mayor triunfo del recinto mudéjar se tasa en el número de visitas y en el Ayuntamiento ondean cada dos por tres banderas de la más diversa índole: desde la del pueblo gitano a la de los homosexuales.

En estos tiempos dominados por la integración y el "crisol de culturas" (expresión cursi donde las haya), se sigue manteniendo una tradición que escapa a los dictámenes de la corrección política. Cada 23 de noviembre, cuando el reloj ronda las diez de la mañana, con el frío mármol de la Capilla Real como testigo, el alcalde de la ciudad promete devolver la espada Lobera y el pendón de San Fernando -quien expulsó al "agareno"- tras la procesión que discurre a continuación por las naves catedralicias. "Sí, prometo", dijo Juan Espadas ante la urna abierta del rey conquistador y con la ausencia de la Virgen de los Reyes, en restauración.

Desde una hora antes una escolta del Arma de Ingenieros -sin traje de gala nis guantes blancos- custodiaba la urna de Laureano de Pina que pide a gritos una limpieza profunda de la plata. Aunque, para chirriar, la tela que cubre el vacío de la Patrona de la Archidiócesis, confeccionada con remiendos de pana grana. Cumplía a la perfección el cometido de un cartel: un grito -más que horrendo- en la blancura de la capilla.

En este acto de rancio abolengo hispalense los socialistas se impusieron en la representación municipal. Cinco concejales del PSOE (incluyendo a Espadas), dos del PP (Zoido estuvo ausente) y dos de Ciudadanos (entre ellos, Francisco Javier Moyano, quien portó el pendón al ser el edil más joven).

Entre los asistentes, las caras habituales de cada 23-N. No faltó el incansable Jesús Martín Cartaya con su cámara al hombro. Buena parte de los incondicionales a la cita ha visto a a Lobera en manos de alcaldes republicanos, franquistas y demócratas. El juego de palabras este año era fácil: Espadas porta su ídem. Reiteración en una mañana donde Sevilla recuperó el frío. Y la mayoría socialista por San Clemente.