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Calle Rioja

Una imagen vale más que mil

  • Fotografía. Álvaro Pastor reivindica en un seminario internacional al Martín Cartaya que tapó su perfil cofrade, el que captó la Transición o las huelgas de pescadores y ferroviarios.

LA primera chaqueta para un Domingo de Ramos se la compró Álvaro Pastor a Jesús Martín Cartaya cuando éste trabajaba en Cortefiel, donde empezó en Camisería y se jubiló en Sastrería. No imaginaban vendedor y cliente que con el tiempo iban a tener una relación tan fructífera. Martín Cartaya (Sevilla, 1938) le llama a Álvaro Pastor (Sevilla, 1966) "mi apoderado". Mucha tela detrás de aquel traje. Pastor hizo los textos del libro de fotografías de Martín Cartaya Sevilla en blanco y negro y color. El libro Sevilla, Memoria Gráfica lleva fotos de los dos. La consagración de esta relación tuvo lugar ayer, cuando Pastor, profesor de instituto, habló del legado fotográfico de Jesús Martín Cartaya dentro del primer Seminario Internacional Fotografía y Patrimonio que se celebra en Cicus con la coordinación de Luis Méndez.

De lo local a lo universal. O mucho más. "Después de escanear muchísimo material de la obra fotográfica de Martín Cartaya", dice Álvaro Pastor, "he pretendido reivindicar al fotógrafo de Sevilla y de la Transición que hay más allá del de la Semana Santa". Una imagen vale más que mil imágenes que la tapan.

La fotografía de la vida cotidiana, de las huelgas de pescadores y ferroviarios, una estampa de Sor Ángela de la Cruz entre carteles electorales de Adolfo Suárez y Felipe González, su etapa en la enfermería de la Plaza de Toros de Sevilla, un acervo gráfico e iconográfico eclipsado por el encasillamiento. "Hay tres fotos iconos de Martín Cartaya: Ortega Bru con su Cristo de la Buena Muerte; Manolo Caracol cantándole una saeta al Cristo de las Tres Caídas de Triana; y esos costaleros antiguos junto a unos mosquetones de la Guardia Civil". El fotógrafo no reniega de sus vínculos cofrades: vivió las convivencias con las hermandades y es el número 4 en la Hermandad de la O. En este fervor de la calle Castilla, su padre y sus hermanos Ramón y Carmelo fueron hermanos mayores.

La primera cámara fotográfica se la regaló su padre en 1955. Se llevó una buena regañina de su madre cuando volvió con los zapatos llenos de fango, pero la misión cumplida: fotos de una riada en la que por una cuarta no se desbordó el río en Triana.

Se casó con Inmaculada. Tres hijos: Jesús, Reyes, Óscar. Cuatro nietos. Lo curioso es que la fotografía, cofrade o no, no es lo que le dio de vivir. Siempre vinculado a la industria textil, empezó en Almacenes Santos, calle O'Donnell. De ahí pasó a Floma, en la cale Sagasta, donde le buscan de Cortefiel cuando se produjo una desbandada al abrir El Corte Inglés. Y junto a esa trayectoria de cara al público, la otra vida de Martín Cartaya, el público ya no detrás de un mostrador, sino al otro lado de la cámara.

Álvaro Pastor rescató parte de ese legado que su autor primero facilitaba con positivos, ahora con los negativos. El alumnado del seminario internacional ha conocido estas vivencias junto a las que han contado profesores de Universidades de Barcelona, Vitoria, Granada, Álava, Baleares, Sevilla o del Museo Nacional del Teatro y la Danza de Lisboa.

Fotografió en Dueñas a Enrique el Cojo y su alumna Cayetana de Alba con el compromiso de no exhibir esa imagen hasta que los dos hubieran fallecido. Al cardenal Tarancón lo captó en el seminario de San Telmo con un recién llegado Carlos Amigo Vallejo y un bisoño cronista.

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