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Los Invisibles

"Me he convertido en una artista de provincias a mi pesar, se me penaliza"

  • Carmen López Sánchez. Conoce los secretos del barro y la arcilla. Un desierto creativo lo convirtió en apoteosis ornamental para aprovechar las infinitas posibilidades de la cuchara.

Lleva años trabajando con cucharas. Una obsesión artística que Carmen López Sánchez (Sevilla, 1958) desarrolla en una exposición que ha compartido con su hija Carmen Santos.

-Carmen López son legión...

-Como Pedro Sánchez o Antonio López. Hay una incluso en un programa-basura de la tele.

-¿La cuchara es para usted el primer cubierto?

-Mi fascinación surge en el año 2000. Llevaba una vida antiartística: mi casa, el colegio de la niña. A mis amigos les dije que no podíamos consentir que llegara el año 2000 y no hiciéramos nada. Estaba un día en casa con una cuchara de madera que utilizo en Cerámica para bruñir, para sacarle brillo a la arcilla.

-¿Y le sacó brillo a la idea?

-Con la misma cuchara estaba preparando la comida. En la radio hablaban de otra catástrofe de hambruna en el Tercer Mundo y empecé a pensar en cucharas planas para esa población y cucharas con cazo, amplias, para el mundo sobrealimentado. Esa cuchara se convirtió en un referente y de hecho hice ochocientas iguales para una exposición.

-¿Qué enseña una profesora de Esmalte al Fuego?

-Trabajamos el cobre y envolvemos el vidrio. Una especialidad antiquísima que en España se imparte en Barcelona, Madrid, Burgos, Granada y Sevilla. Se usa mucho en joyería y orfebrería, en ornamentos religiosos de culto. Tienen fama los esmaltadores de Silos y los de Faberge, en Rusia.

-¿Artista para vivir?

-Yo soy docente y lo que hago me da para comer y vivir. Esto es por una necesidad no material que me permite trabajar con mi hija.

-Dos generaciones juntas...

-Ella nació el 5 de diciembre de 1992. Me pasé toda la Expo embarazada y me consideraban vip, no tuve que hacer cola en ningún pabellón. Las cucharas son mías y los laberintos de mi hija, que estudió Bellas Artes.

-¿La cuchara es universal?

-Yo las veo en todas partes, como el que tiene un coche rojo sólo ve coches rojos y la preñada sólo preñadas. Es un elemento que en un momento de mi vida me salvó y ahora me tiene atrapada. La utilizo como los fotógrafos el objetivo. Donde voy, ya sea en plena naturaleza o en la calle más sórdida, veo algo y acoto lo que veo a través de la silueta de la cuchara. Tengo muchas fotos así.

-Las habrá de todos los tipos...

-Las tengo grandes y pequeñas, antiguas y modernas. Cucharas chusqueras de la mili, ésas con las que los reclutas se sollaban las comisuras de los labios.

-¿Dónde las busca?

-Voy mucho al Rastro en Madrid y al Jueves en la calle Feria. En Francia hay mercadillos temático. Con la que trabajo actualmente es una que compré en Londres, un mercado de Portobello.

-¿Cuchillos y tenedores?

-El cuchillo me desconcierta y el tenedor me parece agresivo.

-Vive en una familia de artistas.

-Antonio, mi marido, trabaja en el teatro, pero lo conocí con 18 años en una compañía de seguros. Quería ponerme a trabajar para que mi padre no me tuviera que pagar los estudios.

-¿Busca o rebusca?

-Las dos cosas. Soy una coleccionista de basuras artísticas. Chapas oxidadas, alambres. Mi hija al principio se avergonzaba, pero ahora me ayuda. En los elementos de desecho el paso del tiempo les deja una pátina que los fragmenta y descontextualiza.

-¿Comer es un sacrilegio?

-Hay gente que me pregunta con sana curiosidad, pero a los que vienen con pitorreo les digo que esto de las cucharas me viene de que me encanta comer.

-Su concepto del arte tiene mucho de Andy Warhol...

-Como reivindicación de lo cotidiano. La mesa de la cocina es mi mesa de trabajo. Lo hago con la olla exprés puesta. Todo es susceptible de visión artística. En el cuarto de baño de mi hija rodé un video basado en un cuento de Hipólito G. Navarro, Pez Volador, una bañera que se atasca.

-¿La sustitución de cubiertos por palillos es un contratiempo?

-Me gusta mucho la comida japonesa, pero me viene regular. En los restaurantes le doy la vuelta a los platos para ver qué tipo de cerámica es y por supuesto le hago fotografías a las cucharas.

-¿La ven como un bicho raro?

-La Administración no nos da visibilidad ninguna a los artistas que trabajamos para ella. Cuando voy a hacer una exposición me siento penalizada por el propio sistema. Me he convertido en una artista de provincias a mi pesar. No he podido ir a París o Barcelona. No quiero privilegios, sólo quiero flexibilidad. A los alumnos les da la sensación de que estás en el mundo, pero para la Administración eres sospechoso, alguien que se escaquea.

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