DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

plaza nueva

"Sólo tuve dos días de felicidad, el día que entré y el que salí"

  • Francisco Barrionuevo Ferrer. Estuvo en la preautonomía con Escuredo y en el Ayuntamiento con Del Valle, dos abogados de Capitán Vigueras. Vecino de Baños, combina la dimensión externa del arquitecto con la senda solitaria de la poesía

Ynadie sabe al caminar si le llevan sus pasos o le llevan sus huellas". Pasos o huellas, como en el poema de Luis Rosales con el que abre su libro de poemas, Francisco Barrionuevo (Sevilla, 1943) repasa su mandato como delegado de Urbanismo 1983-1987.

-Dicen que ahora hace edificios con palabras...

-Con la crisis no nos dejan hacerlos con piedras. No me considero poeta. Me da rabia esa gente que se considera a sí misma artista, eso lo deben decir los demás.

-¿Ve poesía en la arquitectura?

-Cada vez menos. Se está despojando a la idea de la materia. En los concursos, tú puedes ganar el proyecto básico, pero el proyecto de ejecución lo puede ganar otro.

-¿Quién se rebela contra eso?

-Se rebeló Hernán Ruiz. Contra la opinión del Cabildo, que quería piedra, usó ladrillo y cerámica sobre el fuste almohade. Un ejemplo de sincretismo que fue modernísimo y revolucionario. Recupera elementos de la antigüedad clásica en las direcciones de la torre.

-Habla mucho de los vientos en su poesía...

-Será de tener una casa en Vejer.

-¿Cómo surge la poesía?

-Yo leía más prosa. Galdós, Blasco Ibáñez y Anatole France para llevarle la contraria a los maristas.

-¿Qué envejece antes, un edificio o su autor?

-Hay obras inmortales. El único inconveniente de ser inmortal es que antes te tienes que morir.

-Escribe: "En toda obra siente, al entrar, tristeza"...

-De niño fui con mis padres buscando una casa para veranear en Torremolinos. Lo que veía era mucha porquería, mucho desorden sin saber lo que era el desorden, casas sin ventanas y gente sucia.

-Arquitecto, poeta... y político.

-Pensé que había que dedicarse a la vida pública, pero nunca milité en ningún partido, lo cual es un hándicap porque no te enteras de la mitad de las cosas. En el Colegio de Arquitectos hicimos una campaña porque pretendían tirar el puente de Triana.

-¿Fue una ventaja que el Ayuntamiento de 1979 contara con cuatro concejales arquitectos?

-Todavía se está recuperando de eso.

-¿Quién le ficha para la política?

-En 1979 Rafael Escuredo me da la dirección general de Urbanismo. Aunque estábamos en la preautonomía, habían transferido la ley del Suelo.

-¿Manuel del Valle sabía de arquitectura?

-Afortunadamente para él, no. Pero fue un gran gestor. Yo era de los pocos que creía en la Expo y había que adaptar el Plan General. De esos cuatro años sólo viví dos días felices, el que entré y el que salí. Mucho trabajo, renuncié a la vida profesional y académica.

-¿Qué obra dejó?

-La restauración de la muralla de la Macarena, el Polígono Aeropuerto, 35 actuaciones en solares para viviendas. La gente le huía a vivir en el casco histórico. En Sevilla había niños sin escolarizar y las asociaciones de padres venían muy crispadas.

-Tiene una 'ruta' de la Fe a la Caridad...

-Sevilla vivió siglo y medio de esplendor en los siglos XVI y XVII, el Orto y Ocaso de Domínguez Ortiz. El primer momento lo representa la fe, el Giraldillo, superposición ideológica de Hernán Ruiz que se traduce en una diosa sensual con una carga de ambigüedad. El Imperio y una Iglesia enfrentada a sus enemigos seculares: el Islam, Lutero y la expansión en América.

-¿Y el segundo esplendor?

-Como en Venecia, la crisis económica, política y social del XVII no se tradujo en una crisis artística. Es el tiempo de la decadencia, la pobreza, la peste. ¿Quién es el personaje que aparece? Miguel Mañara. Es el primero que va a utilizar el arte como publicista. El artífice del primer hospital para pobres de Europa, del primer museo temático con los ocho lienzos de Murillo y las postrimerías de Valdés Leal. Si me dieran a elegir tres sevillanos con los que merendar una tarde, diría Mañara, Cernuda y Belmonte. Los estoicos. Se adelanta a la modernidad utilizando cuatro naves de las Atarazanas, de la ocho a la doce, para su hospital de la Caridad.

-¿Qué pasa con las Atarazanas?

-Mi proyecto habría sido distinto, pero no podemos estar siempre empezando desde el momento cero. Las Atarazanas reflejan una tensión que no es del edificio, sino de la ciudad, que tiene un subsuelo muy malo y es fácilmente inundable. El proyecto debería integrar las dos cotas y si, a diferencia de las iglesias, su función original quedó obsoleta, debería adaptarse a las nuevas funciones.

-Enfrentó al Giraldillo con su réplica...

-La obra de Hernán Ruiz refleja la transformación de una ciudad medieval en orbe del Renacimiento. Es lo que no tiene la torre Pelli. Alguien pensó que sería un hito de su paso por la ciudad pero refleja una realidad bastante anodina, parece que no hay nada.

-¿Sólo la salva la niebla, por usar su figura poética?

-Nunca se sabe si la niebla oculta la presencia o la ausencia.

-¿En qué Sevilla creció?

-Nací en Triana, pero por azar. No he tenido vivencias de barrio. Sin salir de Sevilla, he vivido en 17 sitios distintos.

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