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Juan Espadas. Alcalde de Sevilla

"Mi prioridad es el empleo, no los veladores"

  • El alcalde se fija objetivos específicos para el mandato cuando se aproxima su primer aniversario en el cargo

-¿Cómo se encontró los cajones del Ayuntamiento?

-No había nada. Estaban vacíos. El paso del testigo se produjo mediante una conversación y una documentación muy básica que había preparado el anterior gobierno. No tengo ninguna objeción sobre el traspaso de poderes. 

 

-Lleva diez meses en el gobierno y hay mucha gente de derechas que habla bien de usted…

-Trato de presidir un gobierno constructivo, que no mire hacia atrás ni analice herencias recibidas. Creo que así lo perciben los ciudadanos que tenían reservas por estar mi Alcaldía apoyada por grupos políticos cuyas ideas ellos no comparten. Este gobierno es serio, riguroso y con un proyecto de ciudad potente. 

 

-Helenio Herrera defendía que se jugaba mejor al fútbol con diez. ¿Se gobierna mejor con once que con veinte concejales?

-Se gobierna con dificultad, pero con mucha concentración, que es a lo que tal vez se refería Helenio Herrera: un equipo de diez no se puede permitir despistes. Y un equipo de once, o un gobierno de veinte concejales, no aporta todo el potencial que debiera. Los once estamos haciendo como si fuéramos veinte. Y tal vez la ciudad pensaba cuando había veinte que con diez hubiera bastado. 

 

-Hay quien dice que usted gobierna con parámetros tradicionales de la derecha: el éxito de la Semana Santa en seguridad, su conexión con la Sevilla Eterna, su presencia en una canonización en Roma, ha sorteado a la izquierda radical para aprobar sus primeros presupuestos…¿Qué tiene usted de izquierdas?

-Siempre dije que gobernaría la ciudad respetando sus esencias, que son sus tradiciones, que son muy importantes para la mayoría de los sevillanos. Creo que ha quedado demostrado, incluido el respeto institucional debido a la institución eclesiástica. Lo que me diferencia del gobierno de la derecha es mi proyecto de ciudad vanguardista, donde se apuesta por una economía mucho más innovadora, productiva, con la que la ciudad recupere su capacidad de atraer inversiones, su lugar en el mapa. La sociedad de Sevilla observa que se respeta lo esencial, lo que no se debe tocar, y que se avanza en proyectos que ya están madurando, que son los que demuestran que Juan Espadas tenía y tiene modelo. Al término de mi mandato, Sevilla estará mejor posicionada en la escala nacional. Respecto a la cuestión directa que me plantea, le diré que yo soy militante socialista desde hace 19 años y simpatizante desde hace 26. No tengo dudas de lo que me diferencia respecto a la derecha de esta ciudad. Siempre me he considerado a gusto en un PSOE de centro-izquierda. Socialdemócrata, naturalmente. En cualquier caso, soy de pocas etiquetas, soy hombre de gestión y de resultados. No me gusta refugiarme en etiquetas, hay que demostrar cada día los resultados.

 

-¿La paz social en el Ayuntamiento consiste en ceder a todas las peticiones de los sindicatos?

-No. Somos un gobierno que desde el primer minuto no se conforma con la actual organización de los recursos humanos del Ayuntamiento. Hay, por ejemplo, una infradotación de recursos en servicios esenciales. La ley estatal condiciona el funcionamiento ordinario del Ayuntamiento. Nos incapacita para cubrir vacantes básicas, como en el servicio de limpieza de los colegios públicos. Tenemos muchísimos problemas para mejorar la estructura aun teniendo los recursos presupuestarios, pero nos lo impide la interpretación que la Intervención hace del marco normativo estatal. El interventor me confirmó cinco meses antes de las elecciones que la gran asignatura pendiente del Ayuntamiento es la modernización de sus estructuras. Pero también hemos demostrado que cuando se quiere, se puede. Los puntos de información a la mujer no se han cerrado. Y el Programa Zonas de la Junta se ha sustituido durante unos meses por un programa propio del Ayuntamiento. Y eso que parecía un imposible, se ha conseguido mientras llega el convenio con la Junta. Tenemos voluntad de modificar las estructuras, tenemos ya una agenda de trabajo conocida con los sindicatos, en la que la base no es decir sí a todo lo que pidan, sino evaluar qué es lo que el Ayuntamiento necesita para prestar mejor los servicios. Hay que pasar a puestos de la estructura del Ayuntamiento algunos servicios que ahora mismo se prestan de manera precaria porque están financiados con cargo a programas anuales que generan sensación de inestabilidad, como los puntos de información a la mujer o los servicios sociales comunitarios. Me preocupa el atasco que todavía hay en Medio Ambiente con las licencias, lo que provoca una parálisis en la ciudad en cuanto a actividad económica y generación de empleo. Me preocupa que se culmine cuanto antes la fusión de Urbanismo y Medio Ambiente, que se consiga una inspección potente para medir ruidos, controlar los veladores… Y a veces no es tanto un problema de dotación económica, que la tenemos, sino que nos dejen cubrir plazas vacantes. El marco estatal de tasas de reposición es muy restrictivo. 

 

-¿Por qué no presidió el balance de la Semana Santa y sí el de la Feria?

-El mérito de la Semana Santa está en la Delegación de Fiestas junto con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que quede claro. El esfuerzo ha sido realizado por distintas administraciones. Fui al balance de la Feria porque quería explicar el proceso de participación sobre la Feria. En el ámbito de la Semana Santa no había ninguna consulta que explicar.  

 

-Los tres concejales de Participa Sevilla, marca blanca de Podemos, no le están dando muchos quebraderos de cabeza, ¿no?

-Creo que cada grupo político de la oposición hace su trabajo como mejor considera, intenta ocupar sus espacios como puede. Yo sólo pido que además de hacer un trabajo de crítica legítima, planteen también iniciativas para solucionar problemas. El grupo político de la oposición que se instala permanentemente en la reivindicación pierde credibilidad, se lo digo yo, que he estado cuatro años en la oposición. 

 

-Que el líder de la oposición sea un ex alcalde con una gestión tan reciente, ¿es una ventaja para usted?

-Creo que el Partido Popular no ha terminado de digerir que ya no está en el gobierno municipal. Y eso se le nota a la hora de ejercer la oposición. Debe ser duro y lo respeto. No entienden todavía que el balance y el diagnóstico que han hecho los sevillanos les han llevado a la oposición. No voy a entrar en análisis sobre si el liderazgo de la oposición lo debe seguir ejerciendo quien era alcalde y hoy es portavoz y, además, diputado en el Congreso. No entro en el ámbito interno del Grupo Popular. 

 

-¿Qué opina cuando el Grupo Popular, mayoritario en el Ayuntamiento, traza estrategias de cara a 2029? Usted es mucho de estrategias, método, planificación y sistematización del trabajo. 

-El que mira a 2029 debe plantearse… [breve silencio] Aquí hay una dificultad. Cuando alguien durante cuatro años no ha demostrado tener un proyecto de ciudad, si ahora nos cuenta lo que quiere hacer de aquí a 2029, resulta que es poco creíble. Han tenido cuatro años de gobierno con mayoría absoluta y no han sabido explicar a la gente qué querían hacer ni en esos cuatro años, ni en un posible segundo mandato. Hablar de 2029 ahora no es creíble. 

 

-Había un asunto en el que el anterior alcalde y usted estaban de acuerdo hace pocos años: muchos sueldos de la Gerencia de Urbanismo son muy altos en comparación con los de los funcionarios del Ayuntamiento. ¿Hará usted algo al respecto? 

-He establecido prioridades. Y en las retribuciones de los cargos públicos he tomado decisiones directas. A pesar de los escépticos, he demostrado que he podido nombrar a todos los responsables de las empresas públicas y a todos los cargos siguiendo el criterio de no superar el sueldo del alcalde. La primera consecuencia es que hay un montón de trabajadores y directivos que quedan muy por encima salarialmente de las personas que más responsabilidades tenemos en el Ayuntamiento. Esto es absolutamente un contrasentido. Sigo la máxima de que quien más responsabilidades tiene debe tener una compensación retributiva mayor. La situación política demuestra que esto no se puede aplicar a los cargos públicos. Y evidentemente en las empresas y organismos públicos se requiere de una negociación colectiva. Yo he preferido dar prioridad a lo que la ciudad necesita, a lo que los ciudadanos demandan ahora. Y es que actuemos sobre los problemas sociales, la vivienda, los proyectos económicos que generan empleo. Sé que hay muchas asignaturas pendientes. Me gustaría, primero, que sacáramos el máximo partido a la Gerencia de Urbanismo y a Medio Ambiente. Y luego nos sentaremos a analizar otras cuestiones. 

 

-Permítame una maldad. Es de esperar que la gran reforma no quede en llamar Hábitat Urbano a lo que siempre ha sido Urbanismo…

-No. Evidentemente no. El concepto de hábitat incluye un modelo de ciudad en el que hay espacios urbanos, contenedores culturales… El hábitat alude al hombre, al espacio y a su entorno. Y el urbanismo es sólo el planeamiento urbanístico, la edificabilidad, el aprovechamiento, los viarios…

 

-¿Cuántas veces se ha arrepentido de fijar el tope salarial de sus directivos en 60.000 euros para que ninguno cobre más que usted? Ha tardado meses en encontrar responsables para puestos muy cotizados, como el de consejero-delegado de Emasesa. 

-No creo que la tardanza haya sido por ese tope. Todo el mundo sabe que la retribución de los cargos públicos está muy lejos de la que debería ser por las responsabilidades que se asumen. Pero es que mi objetivo en este mandato es que se recupere la credibilidad de los cargos públicos. Y a los que he fichado les he pedido que no miren su retribución como la razón esencial, sino el proyecto de ciudad. Todos los que he fichado han salido perdiendo respecto a su retribución anterior o a la que pudieran tener en el mercado. Pero les he pedido ese voto de confianza. Otra cosa es que cuando los ciudadanos vean que esta ciudad deja de estar congelada o con el reloj parado, tal como la dejó el PP, quizás nos hagamos acreedores a una retribución en proporción con la responsabilidad asumida. Pero a mí no me preocupa este aspecto como alcalde. Y los que he fichado han venido voluntariamente. 


-¿Tiene miedo del sindicato mayoritario de la Policía Local?

-No.

 

-Se lo digo porque Monteseirín calificó este sindicato de "minoría radical" y "gamberros" y hasta anunció que se "plantaba" ante sus exigencias. 

-Yo le digo que no tengo ningún miedo. Mi objetivo es el de mejorar la imagen de la Policía Local, que falta le hace con los procesos judiciales que hay abiertos, que provocan que el ciudadano tenga una imagen de su Policía que no es la adecuada. Eso me preocupa. Ahora, sencillamente, hay que dejar trabajar a la Justicia. Que se diriman las responsabilidades y tomemos después las decisiones que correspondan, pero mientras tanto no generemos una situación de desgobierno en la que un ciudadano de a pie no crea en su Policía o la rechace. Eso es destructivo. El Ayuntamiento no funciona bien si los más de mil policías locales están en tela de juicio. 


-¿Usted quiere o no quiere que haya un grupo de asuntos internos en la Policía Local?

-Claro que sí. Hay distintos modelos. Lo he hablado con mandos de la Policía Local de todo el Estado. Hay debate sobre si las unidades de control interno deben estar dentro o actuar desde fuera. 

 

-¿Y cuál será su modelo?

-Hay un modelo que podría funcionar bien, por el que la unidad de control interno estaría en el ámbito autonómico. Es una posibilidad. Y otra opción, que es la que vamos a empezar a explorar, consiste en crear de manera correcta este departamento mediante una convocatoria pública. Ni Monteseirín ni Zoido hicieron esto de forma correcta. Las personas que estén en este departamento deben tener todas las garantías. Hasta ahora ha habido personas que han desempeñado tareas de asuntos internos sin que ni siquiera hubiera un cartel anunciando la ubicación de la unidad, con todo lo que ello conlleva. Todo esto al margen de que la autoridad judicial solicite formalmente el uso de agentes de la Policía Local para funciones de policía judicial, que es una cuestión distinta.  

 

-En los meses de elaboración y negociación de su primer presupuesto, desde su gobierno se alertó de que no habría dinero para todo. Aquella insistencia me recordó a la todopoderosa Asunción Fley, la anterior edil de Hacienda, que ejerció un férreo control sobre el gasto de tal forma que redujo el margen de actuación política de Zoido. 

-Creo que hay un cambio sustancial. En el anterior mandato, las prioridades del gobierno las marcaba la delegada de Hacienda. Y en el actual, las prioridades las marca el alcalde con su programa de gobierno por delante. Yo soy consciente de las limitaciones en los recursos presupuestarios, que no pueden imposibilitar mis compromisos con los sevillanos, ni mi objetivo de que el Ayuntamiento sea una maquinaria útil en la generación de empleo. Nuestro papel desde lo público es la reactivación de la ciudad. Piense que el segundo presupuesto más importante de Andalucía, tras el de la Junta, es el del Ayuntamiento de Sevilla con más de 700 millones de euros, un presupuesto que, como comprenderá, no puede estar elaborado en clave de recortes, de cuanto menos se gaste mejor, o de que lo importante es el control del déficit. ¡También la reactivación de la ciudad es importante! Es importante que se invierta y es importante que se ejecuten los presupuestos. Prestando servicios públicos también se genera empleo. 

 

-Su delegado de Hacienda, entonces, no marca prioridades…

-No. El delegado de Hacienda gestiona las prioridades con arreglo a los recursos, controla el gasto y la ejecución del presupuesto. Cada viernes evaluamos la ejecución del presupuesto. Ya le anuncio que llevamos la mejor ejecución del presupuesto de obras en colegios que jamás ha habido. Y estamos a final de abril y con sólo un mes de ejecución. ¿Sabe por qué? Porque de enero a marzo ya estábamos haciendo los proyectos y preparando la documentación para que en el momento en que se pudiera ejecutar el primer euro, ya se pudiera actuar. ¿Recuerda los famosos cuatro millones de Fley para colegios que resultaron ser luego sólo dos? Nosotros  hemos puesto cinco millones, ya verá cuántos somos capaces de ejecutar. 


-La inclusión de cláusulas sociales en los contratos con el Ayuntamiento genera críticas del empresariado…

-[Interrumpe] Escepticismo más que críticas.


-Esperaba usted ese escepticismo, supongo.

-La patronal siempre está en desacuerdo con cualquier cuestión que pueda limitar la libertad absoluta del mercado a la hora de ofrecer bienes y servicios o de ganar concursos públicos. Creo que estamos en un Estado social y democrático de Derecho. Hay quien prefiere avanzar en el campo de la voluntariedad, como defiende la patronal, y hay quienes estamos en una ideología de izquierda y entendemos que desde lo jurídico es posible que quien licita y administra los recursos públicos de todos marque también las condiciones. Así se puede, de alguna manera, privilegiar a quien resuelve, además del proyecto que se pone encima de la mesa, otros problemas que tiene la Administración si se tienen en cuenta determinados factores sociales adicionales. Nosotros ofrecemos puntuación adicional a quien hace un esfuerzo y, por ejemplo, contrata a personas con discapacidad. ¿Por qué estas personas no van a poder tener una oportunidad? ¿Por qué no vamos a poder primar a quien está dispuesto a ello? Cuando se tiene un arma de gestión y se pueden conseguir objetivos, hay que utilizarla. Se trata de licitar un servicio y hacerlo, además, con beneficios, por ejemplo, en la lucha contra el cambio climático, favoreciendo el uso de vehículos eléctricos. Las cláusulas no son condicionantes del contrato, sino elementos que lo perfeccionan. El que toma decisiones de gasto tiene que generar dos efectos: mandar señales al mercado que anuncien que se va a privilegiar a quien genere efectos buenos para la sociedad, y conseguir que el consumidor prime los productos que se fabrican de una manera más sostenible y, por lo tanto, los prefiera a otros.  Veo más miedo que otra cosa en la patronal. Las cláusulas sociales van a generar mejoras y no problemas. 

 

-En su modelo de ciudad se incluye el alquiler de monumentos como la Plaza de España para cenas de gala. 

-No. Eso no tiene nada que ver con el modelo de ciudad. Eso tiene que ver con sacar el máximo partido a un potencial de la ciudad, que es su patrimonio histórico y cultural, su trama urbana, digámoslo así, sus calles estrechas, sus barrios… Si se ha llegado a pensar en que convertir Sevilla en un plató de cine es bueno para la imagen de la ciudad, simplemente porque genera una economía interesante, como ocurre con Venecia y con otras ciudades bellas, tenemos también que adaptarnos a los tiempos y apreciar cuáles son los segmentos que claramente mueven economías. Hay un sector emergente que es el de la organización de eventos. Hay una asociación que reúne empresas de ese sector. Hay que fijarse en cuáles son las nuevas formas de generar empleo. Hoy un chaval desde su casa crea una app y revoluciona el mercado, como hay quien es capaz de ofrecer experiencias singulares en un lugar específico de una ciudad. Hay una nueva industria que utiliza el patrimonio, los espacios, la luz, las experiencias en un lugar concreto. Y esa industria se ha fijado en Sevilla. ¿Dónde deben estar los límites? Nosotros no vamos a crear problemas no asumibles, ni dedicar la Plaza de España exclusivamente para estos fines, ni cederla a alguien como escaparate perfecto. Igual que pensamos que es perfectamente viable que una semana al año haya una zona de la ciudad establecida como carrera oficial y nadie se asombra, se puede plantear que durante un día tengamos cerrada una parte del Parque de María Luisa, por ejemplo, porque se está efectuando una grabación, o que haya un pase de modelos en el monasterio de San Jerónimo, o que en la Isla de la Cartuja haya una exhibición de coches. Yo no sacaría esto de quicio. No se trata de colocar veladores en un sitio donde hay quienes consideran que se debe guardar un respeto reverencial. Sin rozar el mal gusto ni faltar el respeto al patrimonio, sí es cierto que esta ciudad puede generar economías y puede aprovechar potencialidades con sentido común. 

 

-Usted es un apasionado de los temas de medio ambiente. Entiendo que sufrirá con los casi 14.000 veladores...

-Sólo lo paso mal en los sitios donde no se deja transitar a la gente, o en sitios de privilegio donde los veladores se han convertido en un problema estético, donde se ha impuesto la masificación. 


-¿En la Plaza de San Francisco se puede o no se puede instalar una suerte de jaima con veladores?

-Yo no comparto ese tipo de cuestiones que se han hecho en esta ciudad durante mucho tiempo. Las instrucciones que tiene la Gerencia de Urbanismo es que yo quiero explicaciones de cada una de esas situaciones. Algunos establecimientos a los que se había dado autorización para algunos espacios en Semana Santa, cuando se vio de lo que se trataba, se les dijo: "Esto se quita de aquí". Y usted lo sabe perfectamente. Usted sabe que en la Plaza de la Contratación hubo un caso en Semana Santa en el que se intervino. Tal como se montó, se desmontó. Porque es verdad que hay una tendencia natural a pensar que el espacio público se puede utilizar para generar actividad. Es verdad que los servicios generan empleo en un momento en el que el desempleo alcanza cotas graves. Los servicios dan mucho trabajo en la ciudad. El límite está en la seguridad de los peatones y en que hay cuestiones que sencillamente no son admisibles desde el punto de vista estético. Las normas son para cumplirlas y yo lo que quiero es que se cumpla la ordenanza de veladores. Hacen falta más inspectores, no sólo por la tarde, sino las noches de los fines de semana. Esto no puede ser una ciudad tomada. Hay plazas del barrio de Santa Cruz en una situación ilógica, donde el volumen de veladores no permite el disfrute de la plaza por quienes no quieren estar sentados. Si caben 50 sentados, habrá que decir que mejor sean con 35. 

 

-¿Tiene usted algún plan para mejorar la estética del entorno de la Catedral, lastrado por veladores, coches de caballo con sus correspondientes efectos, olor a pizza y comida marroquí, rótulos luminosos, tenderetes, etcétera? El PP lo incluía en su programa.

-A mí me preocupa, por ejemplo, que no cuidemos la entrada a Sevilla por la estación de Santa Justa. Se lo he comentado a usted más de una vez. Espero que el Gobierno de España y Adif lo entiendan y podamos trabajar juntos por ese objetivo. Nosotros ya vamos a actuar en uno de los laterales haciendo nuestra parte. Pero hay que hacer una entrada potente. En el caso del casco histórico, yo veo dos necesidades importantísimas. Una, la mejora de la señalización y la orientación al turista. Hay que ofrecer medios tecnológicos, como hay en otras ciudades, para que la gente tenga más información con un móvil en la mano sobre lo que está viendo. Hay que establecer rutas temáticas y medios tecnológicos. Ahí hay un campo apasionante de creación de empleo e innovación tecnológica. En segundo lugar, la limpieza. 

 

-¿Se refiere a Lipasam o a la reducción de la denominada contaminación paisajística?

-Sigo, sigo. Es importante la ordenación de los usos, como la carga y descarga. Hemos presentado un proyecto para aspirar a financiación europea. La ordenación de los coches de caballo en el entorno de la Catedral es manifiestamente mejorable. Esto no puede ser que cada uno se ponga donde quiera. La sombra es importante. Y hay que cuidar los luminosos, el tipo de rótulos… Si hay que revisar ordenanzas, se hará. Pero es más fácil sentarse con el sector y plantearlo como se hizo en Cádiz con motivo del bicentenario, cuando se unificaron la señalética y los parasoles. Antes tendremos que ordenar calles como Mateos Gago. Pero no para que haya más veladores, sino para que haya más espacio para el peatón. Hay que cuidar uno de los grandes escaparates de la ciudad. Al final, se trata de priorizar. Llevamos once meses en el gobierno. ¿Qué hemos intentado? Atender las necesidades básicas: la pobreza energética, la adjudicación de las viviendas de un parque público grande, las ayudas a las familias para que no se queden sin agua ni luz… La prioridad ha sido hacer de Sevilla una ciudad sensible. Y la búsqueda de oportunidades de empleo. Éste es el problema de la ciudad, no el de los veladores ni otros, que son de gestión, que los vamos a mejorar, sin duda. Los problemas dramáticos son los que le preocupan a un alcalde cuando se va a su casa a dormir y se pregunta qué ha hecho para resolver los asuntos más graves. 

 

-Mientras se resuelve el vodevil de las Atarazanas, una pregunta muy concreta. ¿Qué le parece la casa de nueva construcción de la calle Santander? Es un ejemplo de la arquitectura de tanatorio...

-A mí no me gusta. Pero bueno… Los proyectos tienen una tramitación. Y yo sí creo en las comisiones, me gusten o no los proyectos o los criterios que marcan las comisiones. Si los proyectos reúnen las condiciones, salvo riesgo de prevaricación, no se puede decir que no a su construcción.

 

-¿Qué generación verá el edificio de la antigua comisaría de la Gavidia con uso y la Avenida con sombra? ¿La de nuestros hijos, nietos o bisnietos?

-Para dar sombra a la Avenida y a la calle Almirante Lobo, que tan maltrecha dejó el anterior gobierno, fiché a una de las personas con más respaldo en los sectores del medio ambiente: Adolfo Rodríguez. Le encargué un plan potente de conservación del arbolado. Y él se ha empleado a fondo en el Parque Amate, que estábamos a punto de perderlo. Ahora le va a tocar al Parque de María Luisa y a otros parques que hay que cerrar cada vez que el viento sopla fuerte. En los proyectos de ciudad hay que pensar algo menos en el ladrillo y el empaste duro y más en el medio ambiente, en los árboles y en el agua. Quiero más fuentes pero no para beber, sino ornamentales, donde el agua se mezcle con la sombra y con lo verde y se generen los espacios que en otros tiempos tuvo la ciudad. Ahí estoy dispuesto a ser inflexible. Y se lo he dicho a los que hacen los proyectos en Urbanismo y en Parques y Jardines. Adolfo Rodríguez lleva tiempo con el asunto de la Avenida, buscando la solución con catedráticos como Enrique Figueroa, que usted conoce. Sevilla es una isla de calor, donde no se pueden hacer obras que generen un impacto tan brutal como en Almirante Lobo u otras plazas.

 

-¿Y el edificio de la Gavidia? 

-El informe que hemos encargado concluye que la rehabilitación es posible. El edificio no está en situación de deterioro como para plantear su derribo. El informe nos permite afrontar una operación con el edificio, una operación con un componente social además del interés privado. Tengo una propuesta en la mesa que analizo hace semanas. Fíese de mí, el proyecto será atractivo.

 

-Uruñuela fue un alcalde señor que puso en marcha un Ayuntamiento democrático con cuatro perras en la caja. Del Valle puso a punto la ciudad para el 92. Rojas Marcos, la fuerza del ego, se llevó el brillo de la Expo. Soledad Becerril, la dama de la austeridad, gestionó la depresión de la Sevilla posterior al 92. Monteseirín, el más longevo en el cargo, ha sido tan reformista como polémico. Y Zoido, un alcalde en tiempos de crisis que ha sido víctima de sus elevadas expectativas. ¿A usted cómo le gustaría ser recordado?

-Como el que más partido le sacó al potencial de la ciudad.

 

-¿Con algún proyecto concreto? ¿Cuál sería su estandarte?

-Si el criterio es el estandarte, el que se lo lleva de calle es Alfredo. Y a ese alcalde, con doce años, le ganarán pocos, sobre todo en una situación de bonanza económica como la que vivió. Yo quiero proyectos que reactiven la ciudad. Le voy a hablar de infraestructuras. Mi prioridad en este mandato es llevar el tranvía a Santa Justa por San Francisco Javier. No hay color entre el servicio que podemos ofrecer a la ciudad llevando el tranvía por San Francisco Javier y el que tendríamos si lo trazamos por la Buhaira. Es un proyecto que la ciudad necesita y que puede tener continuidad desde Santa Justa hasta el aeropuerto. Sabemos que la estación de Santa Justa está mal conectada. Y Santa Justa no sólo es por donde entran más visitantes, sino más gente que viene a trabajar del área metropolitana. Éste sería, sin duda, mi proyecto. Otro sería conectar la Cartuja con Blas Infante, o mejorar algunas líneas de Tussam de Sevilla Este y Pino Montano, proyectos igualmente prioritarios y ejecutables. Esto es así de sencillito. Y sin dejar de discutir alguna línea de Metro. 


-Usted aspira entonces a ser recordado como el alcalde que comunicó Santa Justa con la Plaza Nueva y con el aeropuerto. 

-No. Eso lo dirán ustedes. Yo no puedo olvidar proyectos de ámbito metropolitano, como son el Puerto y la Cartuja. El Puerto tiene que aportar mucho más a la ciudad. Hemos liberado el tapón que había entre el Puerto y la ciudad. Un tapón que se puso de manifiesto con el proyecto Sevilla Park. Había una tarea pendiente de ordenación entre el Puerto y la ciudad desde 2002. De esta gestión va a surgir probablemente lo que surgió en Bilbao con el Guggenheim, en San Sebastián con el Kursaal, en Barcelona con el Maremagum, o en el caso de ciudades como Hamburgo o Manchester, que han reconvertido ciudades industriales portuarias en las zonas más modernas de ocio, cultura y medio ambiente. A un taxista le preguntas dónde ir en Hamburgo y te lleva al Puerto. Y aquello no sólo es una zona dedicada al sector terciario, sino residencial de alto poder adquisitivo. Antes había un muro entre el uso industrial del Puerto y el resto. Nosotros, en Sevilla, lo vamos a hacer mejor porque tenemos el río. Y el río lo vamos a recuperar sustituyendo una fachada que ahora mismo está muerta para la ciudad mediante una arquitectura estructurante que proporcione personalidad a la parcela con usos productivos que sean capaces de financiarlo todo. La del Puerto será una transformación que arrancará al final del mandato. Sus hijos disfrutarán la transformación del Puerto, ya lo verá. La transformación más chula de la ciudad, permítame decirlo así, será la ligada a la Torre Sevilla. No le estamos dando la importancia que merece a la recuperación de esa margen del río y al Caixafórum en términos de inversión y de atractivo. El entorno de la Torre Sevilla será una de las zonas más atractivas. Ahora es una zona muerta para el sevillano. Puerto Triana fue una de las zonas que murieron después del 92. Allí lo que existía era el aparcamiento guarrindongo que usábamos cuando íbamos al Cachorro y poco más, porque los accesos tampoco eran fáciles.  Eso será la entrada natural, de gran belleza, a la Cartuja. Espero en las próximas semanas anunciar un proyecto para Altadis, que confío en que no se me tuerza como le pasó a Zoido. Nosotros hemos hecho lo contrario de Zoido. Zoido negoció la salida de Altadis con independencia del uso posterior. Nosotros primero vemos el uso y negociamos con quien queremos que lo pilote y, si conseguimos convencerlo, entonces será el momento de negociar con Altadis.  

 

-¿No asume el riesgo de proyectar una imagen frívola de Sevilla al convocar el referéndum sobre la fecha de la Feria?

-No. He tenido la oportunidad de hablar con mucha gente de Madrid y, aunque parezca mentira, todo el mundo se había enterado de este debate. Agradecen que, siendo bastante centralistas como son, se tenga en cuenta el fenómeno del turismo. 

 

-¿Pero hace falta un referéndum para cambiar la fecha de la Feria?

-No es un referéndum, es una consulta. Han emergido partidos que demandan asambleas y otros procesos. O nosotros somos capaces de canalizar esos debates de manera ordenada, o sencillamente parecerá que hay otros que nos dan lecciones. Quiero ser el primer alcalde que haga una consulta para demostrar que me creo la participación ciudadana. Y comienzo con un tema que no es de vida y muerte, que sirve de ensayo. Hay que ser capaces de gestionarlo todo, las cosas consideradas sagradas y los proyectos transformadores de la ciudad. Si las sagradas no van, y me refiero a nuestras fiestas, a lo  mejor no te queda oxígeno para el resto.

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