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Médicos sevillanos. Carlos Infantes.

"Es necesario más reconocimiento para el trabajo diario de los médicos"

  • Historia viva de la Cirugía Cardiovascular, en 1977 se convirtió, con sólo 33 años, en el jefe de servicio de esta especialidad más joven de España. A los 27 realizó su primera intervención a corazón abierto en Stanford (California).

Perfil. Carlos Infantes. Dos de los momentos más importantes de su vida transcurrieron el mismo día en un hospital de EEUU. En la primera planta Carlos Infantes realizó su primera intervención como cirujano cardiovascular y en la segunda planta nació su primer hijo. La amplia trayectoria del doctor Infantes está vinculada a dos nombres, los doctores William Angell y Ramiro Rivera, sus maestros. Tras estudiar en Sevilla viajó a EEUU sin saber inglés, donde comenzó a intervenir. Ha tenido en sus manos 10.000 corazones. Tras cinco años en el Gregorio Marañón ejerció como jefe en el Hospital Macarena desde 1977 hasta 2009. Se jubiló en el SAS, pero continúa atendiendo a pacientes en consulta privada.

En Cirugía Cardiovascular se le considera profeta en su tierra, Sevilla, donde comenzó a ejercer tras permanecer cinco años como jefe de sección en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid; y tras una estancia en la Universidad de Stanford (EEUU), donde participó en el diseño de protocolos para el desarrollo de los primeros trasplantes de corazón, principal hito en la historia reciente de la Cirugía Cardiaca, a escala mundial. Al reflexionar sobre la situación actual de la sanidad pública, el doctor Infantes lamenta la pérdida de prestigio de la cirugía debido, en gran medida, a la endogamia. También destaca la necesidad de un mayor reconocimiento social para profesionales que, día a día, se enfrentan a las enfermedades.

-Ha sido testigo de los principales cambios en la cirugía.

-La misión del cirujano es resolver los casos que no pueden ser solubles con métodos menos agresivos. La relación del médico-paciente ha variado. Antes, cuando no había fonendoscopio, era directa: había que poner la oreja en el pecho del paciente. Simplemente por estética comenzaron a cambiar las cosas. Apareció el estetoscopio, el electrocardiograma, la radiografía. Por ejemplo, la técnica de auscultar el corazón para saber cómo son las válvulas ha pasado a ser menos esencial desde que contamos con una ecocardiografía que nos da mucha más fiabilidad.

-El enfermo también cambia.

-Antes un enfermo con más de 70 años en un quirófano de Cirugía Cardiaca era excepcional; ahora lo excepcional es que haya pacientes con menos de 70. Cuando vine a Sevilla, hace 40 años, la media de edad de los pacientes era de 45 años. Lo habitual hoy son pacientes de 75 y 80 años, con otras enfermedades (diabetes, infartos previos y patologías asociadas).

-¿Cómo evoluciona el cirujano?

-El cirujano va a estar siempre al final de la cadena. Con la tecnología, hoy los diagnósticos se realizan con técnicas no invasivas (ecocardiografía, resonancia magnética, el TAC, etcétera). Por ejemplo, los cateterismos para ver cómo están las coronarias, de aquí a nada, no serán necesarios; con el TAC multicorte ya podemos ver si las coronarias están o no enfermas; y el cateterismo se reservará para resolver el problema.

-¿Cuál era la principal tarea en sus inicios en el Macarena?

-Cuando empecé en el Hospital Macarena, que entonces era el Hospital de las Cinco Llagas, lo más que se hacía era intervenir a niños con enfermedades congénitas, como coartaciones de la aorta o ductus arterioso. Hoy ninguno de estos casos se operan porque se resuelven con catéter. De ahí pasamos a la enfermedad reumática: había que operar con el corazón latiendo, metiendo el dedo en el corazón y rompiendo la zona que se había lesionado en la válvula; pero hoy día ese problema ha desaparecido.

-¿Cómo?

-Con el diagnóstico precoz de la enfermedad reumática y sabiendo qué había en ella. El tratamiento del reumatismo poliarticular agudo en la adolescencia terminó con este problema de corazón. Decíamos que la enfermedad reumática lamía las articulaciones pero mordía al corazón. Antes no se sabía.

-¿Cuántos corazones ha tenido en sus manos?

-De corazón hemos realizado 10.000 operaciones.

-¿Cómo han disminuido los pacientes en su especialidad?

-Los casos que requieren reparar las coronarias en quirófano, que llegaron a suponer un 30% hace unos 25 años; ahora sólo alcanza al 6% o un 7%, debido al desarrollo de la tecnología.

-¿Cómo se beneficia el enfermo?

-Por ejemplo, en el aneurisma de aorta torácica, antes la mortalidad era del 70%. Había que abrir al paciente desde el hombro hasta el pubis. Hoy, con la vía endovascular, se resuelve con el paciente semidespierto. La mortalidad ha bajado al 3%.

-Marcapasos, desfibriladores...

-Es tecnología supermoderna. Hay cada vez más enfermedades que conocemos de las que antes se decía: "ha muerto de repente".

-Muerte súbita.

-Hoy se conoce un porcentaje de las causas de muerte súbita, que se pueden resolver.

-Un ejemplo.

-El síndrome de Brugada. Se conoce que quien padece esta patología tiene alto riesgo de morir por muerte súbita. O el síndrome del QT largo, una alteración que se detecta en un electrocardiograma. Alteraciones del cromosoma 11.

-Siempre los genes.

-Hay alteraciones que son incompatibles con la vida pero se detectan, se tratan y las hacemos compatibles con la vida.

-¿Cómo califica a la sanidad pública?

-Ni siquiera nosotros nos damos cuenta de lo que tenemos. Es increíble los magníficos profesionales que hay en la sanidad pública, la vocación que tienen; y le aseguro que muchos de los profesionales son tan nobles que pasan desapercibidos. Me parece injusto que la sanidad pública, sus directivos, políticos principalmente, no se preocupen de que el médico reciba lo que para el médico es muy importante, consideración social.

-¿El médico ha perdido prestigio?

-Cuando formaba parte de la comisión nacional de la especialidad, hace 30 años, decía al ministerio que no sacara más de diez plazas de cirujano cardiovascular porque se estaba saturando. Hoy cada comunidad autónoma saca sus propias plazas, lo que está provocando endogamia. Si hay siete plazas para Andalucía el cirujano cardiovascular se hace en su propia ciudad. Pierde interés para hacer cursos o para aprender cómo trabajan en otros países. Se facilita una endogamia que está alterando la buena evolución de la cirugía cardiaca. La mayoría no publican en inglés. Hay paro. Los cirujanos cardiacos en los años 80 teníamos un prestigio enorme en el mundo; ahora son mucho más prestigiosos los italianos o los alemanes que nosotros.

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