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La procesión que crece y se rejuvenece

  • Sigue aumentando el 'cortejo' con una mayor presencia de jóvenes y niños Por el contrario, hay menos público viéndolo y menos sillas

HAY que entenderlo. La procesión del Corpus es dura para el sufrido público que ha pagado ocho euros por una silla, y para el que no las ha pagado y soporta casi tres horas de de pie. Sin embargo, la procesión del Corpus es una bendición para la Iglesia de Sevilla. A ver dónde encuentran ustedes otra como ésta, en la que pasan ininterrumpidamente miles de personas (en su mayoría cofrades, además de autoridades civiles, militares y religiosas de la ciudad). El cortejo tardó 165 minutos en pasar por la plaza del Salvador.

Al empezar la mañana hay poco público. Después se va animando. Cuando la Custodia entra en la Catedral, la zona está abarrotada. Vemos una desproporción. Esto hace que sobren sillas en algunos lugares, incluso en la plaza de San Francisco, mientras se agotan en otros, como la plaza del Salvador. Se ponen menos sillas que hace unos años, y mal distribuidas.

Una obviedad: la procesión dura más porque participan más personas. Hay un notable crecimiento de jóvenes y niños en el cortejo. ¿Quién dijo que el Corpus era para mayores? En tres años, la procesión se ha prolongado un cuarto de hora más. Algunos espectadores se aburren, aunque otros lo pasamos estupendamente, porque se aprende muchísimo sobre las cofradías, en cuanto a su sociología, características y evolución.

Las cofradías que enviaban representaciones más largas hace dos décadas, como la Quinta Angustia, las han reducido. Por el contrario, la Macarena pudo establecer ayer un récord Guinnnes de la representación más amplia del Corpus, con más de 150 hermanos (yo conté 158, pero es dudoso). También alcanzaron los 100 hermanos las representaciones de Gran Poder, Esperanza de Triana, los Gitanos y la Estrella. Otras cofradías que tienen muchos nazarenos, como el Cachorro, San Bernardo, o San Gonzalo iban amplias, aunque no tanto. La cofradía que más expansión ha tenido en los últimos años es la Redención, que llevó unos 80 hermanos; pero con el detalle de que más de 50 (en torno a un 70% de su cortejo) eran menores de 30 años.

Los pasos mejoran en exornos, que están muy cuidados. Al encargarse cofradías (Amargura, Estrella, San Isidoro, Macarena, Redención, Silencio, Sagrario y Valle) se notan las jarras y piezas de candelería. También se nota en los capataces, que son ases del martillo. Antonio Santiago, como es capataz de la Macarena, iba mandando el pasito de San Leandro.

En cuanto a las flores, muchas margaritas, junto a claveles y rosas. Me gustó el colorido variado de Santas Justa y Rufina, la acertada mezcla de lilliums y margaritas de Santa Ángela y el Niño Jesús, la sobriedad de San Isidoro, el contraste de San Leandro con una mezcla arriesgada de margaritas y uvas, y por supuesto el evocador guiño antiguo de los espléndidos ramos cónicos y bicónicos de la Inmaculada (según la escuela del profesor Palomino).También San Fernando, con rosas, claveles y margaritas en color rojo, aunque chocaba el contraste de unas margaritas amarillas, quizá por reminiscencias patrióticas. Hubo lacitos con la bandera española en el paso de la Inmaculada (es patrona de España) y lacitos vaticanos en el Niño Jesús del Sagrario.

En el larguísimo cortejo se empieza a notar el interés de algunas hermandades por mantener una cierta seriedad. Se apreció, por ejemplo, en el Silencio, o en los Negritos, entre otras. Una cofradía de negro no puede ir como en Semana Santa, pero tampoco contando chistes. En el apartado Qué tertulia tan buena nos montamos en el Corpus sobresalieron algunos miembros (y sobre todo miembras) de los colegios profesionales y cuerpo diplomático, en la zona vip de la procesión. Las sonrisas (y hasta risas) de algunos presbíteros, a pocos metros del Santísimo, confirman que tienen buen humor. Aparte de esos detalles, fue una gran procesión.

En cuanto a las autoridades, el arzobispo Asenjo presidió las representaciones tras la Custodia. Más atrás iba Juan Espadas, que salía por vez primera como alcalde en el Corpus (ya ha salido como tal en otras procesiones), al igual que Juan Ignacio Zoido volvía como en sus tiempos de jefe de la oposición. Javier Millán acudía por vez primera al Corpus como portavoz de Ciudadanos. Menos concejales que otras veces. Desde luego, menos que cuando el PP tenía 20 ediles. Para que no digan que todo mejora con Espadas.

Fue el último Corpus de Carlos Bourrellier como presidente del Consejo. En la representación del Gran Poder iba Enrique Esquivias, precisamente al lado de un ex presidente, Antonio Ríos (que estaba recién operado de cataratas, pero alli fue, hecho un chaval, como siempre). Por su parte, Joaquín Sainz de la Maza iba entre los seglares de máxima representación de la Archidiócesis, como presidente de Manos Unidas.

No puedo terminar sin poner aquí, bien clarito, que los altares no han estado a la altura que se merece el Corpus de Sevilla. Ni en cantidad, ni en calidad. Por supuesto, no me refiero a los de la Hiniesta y el paso de la Cena, que se toman un enorme interés todos los años, ni a la Virgen del Voto, ni al del Mercantil, sino a los que han dejado de ponerse en la Avenida, Sierpes, la plaza del Salvador, Francos y Placentines.

Así, el Corpus ha estado mejor por dentro que por fuera. Siendo, como es, fiesta grande de Sevilla, no se debería bajar el listón.

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