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Instituto de la Grasa

Absueltos de la explosión que dejó ciego a un becario "imprudente" y curioso

  • La explosión se produjo porque dos becarios decidieron realizar ellos mismos un "traslado no autorizado de productos peligrosos sin etiquetar, y lo hicieron "en circunstancias anómalas".

Cuatro trabajadores del Instituto de la Grasa de Sevilla, entre ellos su ex directora, han sido absueltos de delitos contra los trabajadores por la explosión que dejó ciego a un becario, ya que el siniestro se produjo cuando éste manipulaba productos peligrosos con "imprudencia" y guiado por la curiosidad.

El juzgado penal 8, en una sentencia a la que ha tenido acceso Efe, dice que la explosión se produjo porque dos becarios decidieron realizar ellos mismos, durante una mudanza de laboratorios, el traslado de productos peligrosos que estaban sin etiquetar, y lo hicieron "en circunstancias anómalas" pues se trataba de un "traslado no autorizado".

El accidente ocurrió en la sede del Instituto en Sevilla el 4 de abril de 2002, cuando los becarios J.M.S.D. y J.S.P. manipularon los botes "imprudentemente, sin adoptar las mínimas medidas exigibles" y uno de ellos, que contenía una sustancia sin identificar, pero posiblemente ácido acético, estalló en las manos del primero de los jóvenes y le causó una ceguera casi total del 1/20, según la sentencia.

La víctima ha sido indemnizada en 720.000 euros y retiró las acciones penales pero la Fiscalía de Sevilla sentó en el banquillo a la ex directora del Instituto, el ex gerente, una auxiliar de laboratorio y un conserje que entonces era delegado de Riesgos Laborales.

En el juicio el fiscal retiró los cargos contra todos ellos excepto la ex directora A.H.M., para la que pidió tres meses de prisión por presuntos delitos contra los derechos de los trabajadores.

La sentencia, sin embargo, considera que los becarios incurrieron en una conducta imprudente pues decidieron trasladar los botes en una carretilla y pese a ser "sabedores del peligro de su manipulación, dada su cualificación profesional", pues uno de ellos era licenciado en Química y Biología y el segundo ya era doctor en Ciencias Químicas.

Cuando descargaba las botellas en el almacén de destino, el becario J.M.S.D. observó que una de ellas "estaba caliente y comenzó a burbujear, acercándosela a la cara con curiosidad, momento en el que estalló", según el fallo.

La juez considera que la única responsabilidad se podría imputar a la jefa del grupo de investigación y propietaria de los botes, que incurrió en una "mala práctica" al conservarlos sin etiquetar en su despacho y pese a que no era un laboratorio, pero esta mujer quedó exculpada al inicio del proceso.

La directora, según el fallo, no incurrió en ninguna dejadez a la hora de facilitar equipos de protección a sus trabajadores pues nadie se los pidió y una Evaluación de Riesgos Laborales realizada en 2001 no citó entre las necesidades del centro un "lavaojos" o ducha de emergencia que habría atenuado las consecuencias de la explosión.

Los dos becarios estaban "profesionalmente cualificados para conocer el peligro de la manipulación de residuos no identificados, lo que no les impidió realizar un trabajo que la Dirección no les encomendó, contraviniendo la prudencia que les era exigible por su cualificación y experiencia", dice la juez.

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