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Sevilla

Se aprende lo que se ama

  • El profesor Francisco Mora enseña que conectar con las emociones del alumno logra activar su aprendizaje, memoria, curiosidad y atención

Las III Jornadas de Innovación Docente de la Universidad de Sevilla (30 de junio-1 de julio), integradas en el programa de formación del profesorado, se inauguraron ayer en la Facultad de Ciencias de la Educación con un conferenciante de enorme prestigio internacional: el experto en neuroeducación Francisco Mora Teruel, quien expuso que la emoción es el mecanismo cerebral que hace posible el aprendizaje y la memoria, al activar la curiosidad (la esencia del aprendizaje y lo que hace que éste avance) y la atención. Sobre este punto, censuró que la educación tradicional no tiene en cuenta esos mecanismos cuando defiende que "la letra con sangre entra".

Mora sabe bien de lo que habla. Su currículum es apabullante: doctor en Neurociencia por la Universidad de Oxford, doctor en Medicina por la Universidad de Granada y Catedrático de Fisiología Humana en la Universidad Complutense de Madrid.

El conferenciante negó categóricamente que el aprendizaje pueda ir acompañado de dolor (memorizar datos y datos sin más) y expuso que es imposible aprender cuando el alumno siente un refuerzo negativo, ya que únicamente se consigue que olvide lo aprendido rápidamente y no quiera volver a repetirlo.

Frente a ese errático sistema educativo tradicional, que siguen aplicando en la actualidad demasiados colegios, el autor del exitoso libro Neuroeducación recalca que "no hay aprendizaje sólido sin tener en cuenta la emoción del alumno" porque su memoria explícita se queda con lo que ha tenido un fuerte componente emocional en nuestro cerebro. Eso supone que la única forma de lograr un aprendizaje eficaz es conectar con las emociones del alumno. De ahí la primera enseñanza de Mora: "Sólo se puede aprender aquello que se ama; con el refuerzo positivo es como quiero aprender más".

La segunda enseñanza es que "el profesor excelente es el capaz de convertir lo soso en algo curioso e interesante para los alumnos" y eso hace que le escuchen cuando habla. Con un fino sentido del humor con el que deleitó a su audiencia, Mora explicó que el profesor debe ser capaz de captar la atención del alumno tanto como si entrara una jirafa en el aula. "Convirtámonos todos los profesores en jirafas que activan los circuitos neuronales que abren la atención de los alumnos y su memoria explícita. Si lo logramos habremos transformado la base de la enseñanza", propuso a las decenas de docentes que acudieron ayer a escucharle.

Mora comenzó su conferencia señalando que la educación es clave en los seres humanos ("el ser humano es lo que la educación hace de él") porque "cambia nuestro cerebro", y que la educación en valores debe hacerse entre los 3 a 6 años. Sobre la curiosidad y la atención, dijo que los profesores deben conocer los tiempos de atención en los niños (diferentes de los adultos); que unos aprenden mejor por la mañana que por la tarde (ritmos circadianos) y que somos seres biológicos, contra lo que propugnaba el filósofo Platón.

Asimismo, ofreció interesantes conclusiones de la neurociencia sobre la edad recomendada para enseñar a leer a los niños: a los siete años, como hace Finlandia, porque es cuando se ha demostrado que están preparadas las áreas cerebrales (39, 40 y 22) de los circuitos cerebrales que asocian un grafema a un fonema, esenciales para la lectura. El experto en neurobiología humana explicó que la elección de los siete años se debe a que el cerebro de cada niño madura a una edad diferente y algunos no terminan de hacerlo hasta los 6 años o 6 años y medio, si bien unos pocos pueden tenerlo madurado a los 3, 4 y 5 años. A preguntas de un profesor asistente, Mora afirmó que la solución es enseñar a leer de forma individual a cada niño (según la edad a la que haya desarrollado estas áreas) o que se haga genéricamente a los siete años, cuando hay constancia de que estas áreas están desarrolladas. Mora dijo que históricamente se ha ignorado este hecho de la maduración cerebral y "se ha hecho sufrir a miles de niños" obligándolos a leer, pese a que "a los niños hay que enseñarles cuando estén preparados para aprender". Y añadió que un niño comienza a leer cuando habla perfectamente y con un vocabulario riquísimo.

El profesor censuró que se recurra a la solución farmacológica o de anfetaminas para corregir a niños con falta de atención o hiperactividad y pidió evitar estas soluciones porque "no sabemos lo que estamos haciendo en el cerebro cuando metemos ese tratamiento". Y rechazó la educación libre no reglada en familias porque no aporta la interacción que se da en la escuela.

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