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Tres mil viviendas · inversiones sin seguimiento en el barrio

Polígono sur: un parche de un millón y medio

  • Las reparaciones urgentes acometidas el pasado otoño en Las Vegas presentan ya desperfectos. El agua se filtra a la calle y hay tuberías y bajantes rotos.

Jueves 16 de julio de 2015. El Ayuntamiento de Sevilla pone en marcha un zafarrancho de limpieza en el Polígono Sur por el riesgo de epidemia que existe ante la acumulación de aguas fecales en las calles. Decenas de operarios de Lipasam, escoltados por la Policía, limpian a conciencia los bajos de los bloques, donde se observan charcos inmundos, con ratas muertas y numerosos desechos. El concejal de Salud y Bienestar Social, Juan Manuel Flores, admite que es "intolerable" que haya barrios así en Sevilla. La comisionada, María del Mar González, reconoce que ha habido una continua dejación por parte de las administraciones, que ha contribuido a generar un gueto en zonas del Polígono Sur. El problema es especialmente grave en una de las dos partes de la barriada Martínez Montañés, la que se conoce por el sobrenombre de Las Vegas.

Mientras los operarios limpian las calles de esta zona, con los rostros cubiertos con mascarillas y vestidos con trajes especiales contra infecciones, la comisionada anuncia un plan de cinco millones de euros, en el que participan la Junta y el Estado, para rehabilitar varios bloques del barrio. Una primera parte de este plan arrancaría unos meses después, en septiembre, con la reparación de los bajantes rotos y de los atascos que poblaban toda la zona de aguas fecales. Habría obras en 28 bloques. Esta parte del plan contaba con una inversión de un millón y medio de euros. Otra, con una cuantía similar, se destinaría a rehabilitar por completo otro de los edificios. Para ello, antes, habría que mantener limpias las calles al menos hasta septiembre, cuando empezaran las obras.

Martes 12 de julio de 2016. La imagen de Las Vegas no es mucho mejor que la de hace un año. No hay operarios de Lipasam -aunque sí policías patrullando- ni políticos visitando el terreno y entonando el mea culpa, pero sí charcos de aguas fecales y, otra vez, bajantes rotos y atascos de tuberías. Cuentan algunos vecinos que algunos de los arreglos hechos a partir de septiembre han durado en pie menos de seis meses. "Lo que han hecho es una chapuza, la semana que llovió tanto en mayo empezó a filtrarse agua de nuevo. Y algunos bajantes están ya rotos de nuevo y echando agua a la calle".

Algunos de los charcos, los de agua procedente de la lluvia, se han secado con el calor, pero quedan señales evidentes en el suelo. En el momento en que vuelva a llover, volverá a caer agua hacia los soportales. En otras zonas ya hay aguas fecales inundando el piso. En el agua flotan desechos. Envoltorios, papeles, botellas, latas... se acumulan en un agua que adquiere una tonalidad verdosa. Sobre ella vuelan moscas y mosquitos. En los pisos también ha empezado a salir agua, exactamente igual que antes de que se rehabilitara ninguno de estos edificios.

Las reparaciones no han aguantado ni medio año. "Aquí lo que ha pasado es que se han llevado la manteca", dice otro vecino, y hace el gesto clásico de llevarse la mano al bolsillo. Otro le pregunta por qué él no se apuntó para participar en las reparaciones, ya que él es un buen albañil y podría haber tenido trabajo durante unos meses. "No lo hice porque aquí el trabajo siempre es para los mismos, para los miembros de las tres familias más poderosas del barrio", añade, y explica detalladamente las deficiencias que aprecia en las obras de reparación. "Aquí se ha colocado un tubo y ya está, ¿lo ve? Ya se ha despegado y el bajante ha quedado al descubierto", dice.

La sensación entre los vecinos es la de que se ha perdido buena parte de ese millón y medio de euros, otra inversión más tirada a la basura en un barrio que ya tiene una larga experiencia en esto. En los últimos años, la Junta ha invertido más de 40 millones en la rehabilitación de edificios de Martínez Montañés. Con cierto éxito en una parte del barrio, la de las 800 viviendas, en la que los bloques reparados se mantienen en un estado aceptable. Y con un fracaso estrepitoso en la zona más degradada, la de las Vegas, compuesta por 624 viviendas que siguen, en su mayoría, en un estado más que mejorable.

Ambas partes del mismo barrio están separadas por una gran explanada, sobre la que se han levantado recientemente dos edificios de nueva construcción. Uno de ellos es uno de los proyectos estrella para el barrio: la Factoría Cultural. Casi un año después de que el alcalde, Juan Espadas, acudiera a visitarlo, el inmueble está en el mismo estado que hace un año: cerrado y con una malla de obra que lo rodea y lo separa de la explanada, en la que los matorrales secos alcanzan casi un metro de altura. En agosto de 2015, Espadas presumió de haber impulsado ese futuro centro de artistas y dijo que había llegado la "hora de pisar el acelerador en todo lo relacionado con el Polígono Sur". Ese acelerón tendría que haber propiciado que la Factoría Cultural estuviera en marcha desde finales de 2015. Una valla sigue protegiendo el edificio de posibles saqueos. Dentro queda un vigilante, cuyo coche se observa desde fuera. En la puerta de la valla se observa un cartel que avisa de que hay un perro peligroso en el interior. "¿Qué perro? Ahí no hay ni perro", dice otro de los residentes en el barrio, que tampoco entiende mucho por qué la Administración se ha gastado 3,3 millones de euros en este edificio. "Decían que iba a haber aquí conciertos, que iba a venir la gente de otros barrios a ver cantar a artistas...".

El otro inmueble que se levanta en la explanada que divide las dos zonas de Martínez Montañés es un centro de apoyo al emprendedor que está en funcionamiento, pero lo hace a un ritmo muy bajo, con muy poco personal. No siquiera hay nadie en la recepción. Cualquier persona puede colarse en el edificio abriendo una puerta y llegar hasta las oficinas de la planta superior sin que nadie le pare ni le pregunte adónde va. En las puertas laterales de este inmueble se pueden apreciar algunos agujeros, que aparentemente podrían ser impactos de bala.

Si uno mira hacia Las Vegas se pueden apreciar los contrastes de este barrio. A un lado hay un edificio abandonado, que sigue siendo uno de los lugares preferidos por los toxicómanos del Polígono Sur para consumir drogas. Es un chutadero o, mejor dicho, un fumadero, que ya cada vez quedan menos yonquis que se inyecten heroína por vía intravenosa y sí muchos que ahora la fuman mezclada con cocaína. El bloque tiene un butrón hecho en la planta baja y por ahí acceden los drogadictos. Si alguien se asoma, puede ver, aparte de un montón de escombros, una moto tirada sobre ellos.

A unos metros se levanta otro bloque que acaba de ser completamente rehabilitado. La obra, que también ha contado con una inversión de un millón y medio de euros más IVA, está prácticamente acabada. Se han cerrado los bajos y se ha construido en ellos unos locales comerciales. En uno de ellos irá la nueva sede de Correos, uno de los servicios esenciales en una zona en la que buena parte de la población tiene antecedentes penales y espera notificaciones de los juzgados con cierta frecuencia. En la actual sede, situada a escasos metros de la futura, hay ratas. Como en casi todas las calles de Las Vegas.

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