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El Bar La Alicantina echa el cierre tras 94 años en la Plaza del Salvador

  • La propietaria del establecimiento deja sin renovar el contrato de alquiler con Antonio Palomino tras no lograr un acuerdo.

Con las persianas metálicas echadas y pintadas con grafitis. Así se encuentra desde hace dos semanas el bar La Alicantina, el emblemático negocio hostelero -famoso por la ensaladilla rusa- que abrió sus puertas en la Plaza del Salvador en 1922. La imagen que ofrece estos días dicho enclave difiere bastante de la habitual: sin los veladores ni los clientes fijos u ocasionales de uno de los establecimientos más conocidos de la capital andaluza.

Este cierre, según indicaron fuentes de la asociación de hosteleros, obedece a la falta de acuerdo de la propietaria del edificio, Teresa Pérez García, con Antonio Palomino, quien ha explotado el negocio desde 2001. El contrato de arrendamiento -de 15 años de duración- ha expirado sin que la dueña del inmueble mostrara intención de renovarlo. Esta situación habría obligado a Palomino a desalojar el local. Según comentaron vecinos de la zona, el domingo 10 de julio fue el último día de apertura. La semana pasada los trabajadores del bar estuvieron sacando el mobiliario, "incluidos los mostradores", refieren clientes de La Alicantina.

Desde entonces no han sido pocos los nombres que se han barajado como posibles futuros inquilinos de este local. No es para menos, pues a su privilegiado enclave -en pleno casco antiguo y en una de las plazas más transitadas- se une el nombre de una marca hostelera casi centenaria. Ya en 2014 corrieron rumores de que Palomino -dueño entonces de los restaurantes Puerto Delicias y Gastrosol, éste último arriba de las setas de la Encarnación- abandonaba La Alicantina. Finalmente siguió adelante con el negocio. En aquel entonces se comentó la tardanza de este empresario hostelero en ponerse al corriente con el alquiler del local, una demora que habría llevado ahora a la propietaria del edificio a descartar la renovación del contrato. Este periódico intentó, sin éxito, ponerse ayer en contacto con Palomino para conocer su versión de los hechos. Su número de móvil está inoperativo.

El Bar La Alicantina abrió sus puertas en 1922. Entonces era una horchatería. Siete años después, con la Exposición Iberoamericana, se convirtió en cervecería y marisquería. A partir de 1963 el negoció lo adquirió Manuel Postigo. Fue entonces cuando se hizo famoso por su ensaladilla rusa. En 2001 la viuda de Postigo, Teresa Pérez, lo alquiló a Palomino. Con tal trayectoria, se prevé que en poco tiempo se reabra. De hecho, ya se barajan varios nombres de conocidos hosteleros sevillanos para hacerse con La Alicantina.

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