Sevilla

La vuelta del caballo

  • El aumento de la heroína decomisada por las Fuerzas de Seguridad revela que la droga que arrasó Sevilla en los años ochenta vuelve a estar de moda.

"Habían pasado muchos años y por un momento me arrepentí de mi debilidad. Pero aquella sensación quedó barrida por una rápida oleada de bienestar. Una sensación de calidez -una calidez indescriptible- se ramificó hasta llegar a todos los recovecos de mi cuerpo y lo más recóndito de mi cerebro. Hasta la soledad quedó borrada. Aquello era la paz sobre la tierra". El escritor estadounidense Edward Bunker, un ex convicto que se pasó media vida en la cárcel y llegó a estar en la lista de los diez fugitivos más buscados por el FBI, describía así lo que sentía con un chute de heroína.

Bunker escribió esto en 1973. Años después, aquella droga que tanto bienestar momentáneo deparaba a quien se la inyectaba llegó a España de manera masiva. En Sevilla, en los años ochenta, el caballo fue una epidemia. Hubo barrios que perdieron a una generación entera. Los jóvenes se convirtieron en lo más parecido a un zombi que puede encontrarse en la especie humana. La mayoría de ellos murieron, por sobredosis o infectados por el sida o la hepatitis al reutilizar las jeringuillas de otros. Los que sobrevivieron nunca llegaron a salir del todo.

Con el paso de los años aparecieron nuevas drogas, nuevos hábitos de consumo y la heroína quedó casi erradicada de las calles. Su consumo era residual. La tomaban los yonquis que sobrevivieron a la epidemia de los ochenta y pocos más. De vez en cuando aparecía en un portal de las Tres Mil Viviendas un muerto por sobredosis, todavía con la jeringuilla clavada en la vena. Y en los últimos años ni eso. La heroína dejó de consumirse por vía intravenosa y era casi imposible encontrarla por separado en el mercado. Se vendía siempre mezclada con cocaína y se consumía inhalada o fumada.

Pero llegó la crisis económica. EEUU suele marcar siempre las tendencias que años después se repetirán en Europa. La heroína se puso de moda en Norteamérica a principios de esta década. Los periódicos estadounidenses hablaban de la entrada de heroína barata y de muy baja calidad desde México, así como de la nutrida presencia de traficantes en las calles de las principales ciudades del país. Especialmente en Nueva York. En el Bajo Manhattan, un pico de heroína podía comprarse por unos seis dólares, es decir, cuatro euros al cambio. Uno de los vecinos más ilustres de esta zona de la ciudad era el actor Philip Seymour Hoffman, muerto por sobredosis en febrero de 2014.

La realidad de la heroína en la Sevilla de hace dos años y medio nada tenía que ver con la de Nueva York. Ni la Policía ni los especialistas en la atención a drogodependientes admitían que pudiera hablarse de un resurgir del caballo. Es más, aseguraban que debería hablarse de un paulatino y continuo declive. Se basaban para ello en la cuantía de los alijos, que se habían reducido en los últimos años, indicativo claro de una menor demanda.

Un repaso a las operaciones policiales de las dos últimas décadas reflejaba el declive. Una de las operaciones policiales que se consideró un referente en la lucha contra el caballo fue la del clan de los Casianos, que se saldó con la aprehensión de 40 kilos de heroína en diciembre de 1995. En junio de 2001 se intervinieron otros 36 kilos a un camionero en la N-IV. En 2006 hubo dos golpes importantes, uno de 44 kilos al clan de los Pellejos y otro de 93 kilos que un narcotraficante de Dos Hermanas guardaba en una pedanía de Las Cabezas de San Juan. En 2007 se aprehendieron otros 24 kilos.

A partir de ahí, las cantidades bajaron considerablemente. En 2009 se decomisaron sólo nueve kilos de heroína. En 2011 hubo dos operaciones importantes, una de diez kilos a una banda asentada en las Tres Mil Viviendas y en Los Montecillos (Dos Hermanas), y otra de cuatro kilos intervenidos en una furgoneta en el puente del Centenario, que también pertenecían a una red de Dos Hermanas. Para entonces, un alijo de cuatro kilos era tan importante como uno de 30 diez años atrás, ya que las cantidades que se movían eran muy inferiores. La Policía sí hallaba con frecuencia heroína en operaciones contra el menudeo, siempre mezclada con cocaína, pero no se interceptaban grandes cantidades.

En 2016 la realidad es otra. Ya desde el año pasado se han sucedido varias operaciones muy importantes contra el tráfico de heroína a nivel nacional. Una en noviembre de 2015 en Cataluña se saldó con el decomiso de 83,7 kilos. Otra en enero 2016 en Madrid y Murcia sirvió para requisar 18,3 kilos. En esta operación se detuvo a un narco de Sevilla que iba a comprarles droga a los cabecillas de la banda, de origen búlgaro. Y en abril en Tui (Pontevedra) se hallaron otros 56 kilos.

En Sevilla, desde marzo hasta hoy, se han intervenido 16 kilos de heroína en cuatro operaciones distintas. A éstos hay que sumarles otros cinco kilos que fueron intervenidos en un control de la Guardia Civil en Córdoba pero que eran de unos narcotraficantes de las Tres Mil. Sin ser las cantidades de antaño, suponen un indicador más que evidente de que el caballo ha vuelto. Es el más fiable del que se dispone actualmente, puesto que los estudios sobre consumo siempre tardan algo más en elaborarse y los datos más recientes no corresponden a 2016.

En los últimos informes de este tipo, de hecho, no aparece todavía ese repunte de la heroína. El del Observatorio Español de la Droga y las Toxicomanías (organismo dependiente del Ministerio de Sanidad), publicado en 2015, recoge datos de dos años atrás. "En 2013 el 0,7% de la población de 15 a 64 años ha consumido alguna vez heroína y el 0,1% en el último año. El consumo de heroína está estabilizado desde mediados de los años 90. La edad media de inicio es de 21 años. Los datos de la encuesta, junto con otras fuentes de información, permiten estimar el número de consumidores problemáticos de heroína que, en 2013, se sitúa en 65.648 personas de 15 a 64 años, lo que supone el 0,2% de la población en este rango de edad", apunta este informe.

Tampoco se percibe aún este repunte en las redes asistenciales, que precisamente se fundaron para tratar a los enganchados al caballo. "La epidemia de heroína que arrasó toda Europa en los años ochenta fue muy potente en el sur. Provocó mucha muerte y enfermedad y precisamente por eso se creó una red pública asistencial", explicó en una reciente entrevista con este periódico el coordinador de Drogodependencias de la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta.

En Andalucía -a fecha de 3 de mayo de 2016-, hay 38.657 personas en tratamiento para superar algún tipo de adicción y el ritmo de nuevas admisiones lleva casi una década estable en torno a los 20.000 nuevos pacientes por año. La estrategia del gobierno andaluz se centra ahora más la lucha contra la adicción al alcohol. A pesar de ello, el 38% de los pacientes de la red pública andaluza de atención a las drogodependencias seguían un tratamiento por adicción a los opiáceos. Desde 2003, cuando comenzaron su desintoxicación 5.590 personas en toda Andalucía, los nuevos registros por dependencia a la heroína han descendido de forma paulatina hasta quedarse en los 2.985 del año pasado. Según Arenas, la mayoría de los nuevos casos se tratan en realidad de recaídas. "Muy poca gente se incorpora ahora a la heroína. Es un remanente del peor momento de la epidemia, ya que el tratamiento con metadona es largo", dijo el coordinador del plan andaluz contra las drogas en esta entrevista, publicada el pasado mes de mayo.

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