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reforma urbana

O'Donnell, la peatonalización más contestada

  • En 2005 se cerró esta salida al Duque pese a fuertes presiones. Hablan vecinos y los comercios que lo vivieron.

Catorce años después de que Alejandro Rojas Marcos (PA) pusiera fin a la circulación de vehículos por la calle Tetuán le tocó el turno a O'Donnell en 2005, ya en el mandato de Alfredo Sánchez Monteseirín (PSOE). Esta peatonalización definitiva, demandada por los dueños de los negocios y por sus vecinos, costó muchísimo por la férrea oposición de los comerciantes de otras vías aledañas, como Rioja y Tetuán, y de las dos patronales mayoritarias del taxi. Se cumplió el 16 de diciembre de 2005. Aún faltaba medio año para que comenzaran las obras del tranvía que cerraron al tráfico la Plaza Nueva, la Avenida y la calle San Fernando.

Los cinco comercios más antiguos que vivieron el cambio, y que hoy siguen funcionando en la calle, coinciden en la complicación que revistió esta reforma al ser el eje de conexión más directo del centro para llegar a la Campana y al Duque. En O'Donnell, desde un principio, todos sus comerciantes y vecinos reclamaban desde hace años la peatonalización, a diferencia de lo que sucedió inicialmente en Tetuán. Hoy todos los locales están ocupados y activos, la mayor parte con franquicias. Únicamente siguen vacíos el que fue tienda de muebles La Oca, con cinco plantas, y otro local de entrada a la calle más próxima a la Magdalena. Históricos como las joyerías Félix Pozo y Rafael Ruiz ya no están.

La resistencia de los taxistas fue más feroz que la de los líderes de los comerciantes de Tetuán y Rioja porque no querían perder la única salida que tenían. Los taxistas colapsaron el centro con una sonada caravana de protesta de 800 taxis que hicieron pasar uno a uno por O'Donnell. "Si el taxi quiere pasará por O'Donnell y si quieren ataque lo tendrán", amenazaba el líder del gremio del aeropuerto Enrique Filgueras. Las aguas se calmaron cuando el Ayuntamiento abrió una salida alternativa al Duque para el servicio público por la calle Bailén, Monsalves, Silencio, Alfonso XII, Santa Vicenta María y Teniente Borges, que sigue vigente. Pero la tensión era tal que incluso el primer día de la apertura de la calle sin coches amaneció quemada la alfombra roja que los comerciantes habían colocado para recibir a los clientes.

El Ayuntamiento llevaba años restringiendo el tráfico general en esta vía y sólo permitía el paso de residentes, autobuses, taxis y servicio público, pero aun así las molestias eran amplias para los comerciantes, que insistían en tener una calle sin tráfico como Tetuán.

La farmacia Gaviño es el negocio más antiguo de la calle, de 1931. Francisco Gaviño, su titular, está encantado con que no haya paso de vehículos. "La calle con coches era un pequeño infierno. Con un constante tránsito de taxis, buses, atascos y los taxistas tocando el claxon no podías tener una conversación con un cliente, y los humos de los coches se te metían en el negocio". Recuerda que los comerciantes de Rioja y Tetuán no querían el cambio "porque les venía bien el paso de circulación por una calle trasera". En cuestión de ventas asegura que no ha notado más ingresos por la peatonalización, no sabe si por la crisis, aunque ahora sí percibe algo más de movimiento. "En ventas no ha cambiado, pero sí tenemos más salud, comodidad y podemos mantener una conversación tranquila sin ruido y sin humos".

Ramón, encargado de Ópticas Bovis, otro de los negocios más antiguos de la calle, que abrió en 1973, no tiene duda sobre la evolución positiva que ha dado la calle desde que no tiene coches. "Ahora está mejor. Recuerdo cuando pasaban los autobuses, la polución y el polvo. Era tremendo. Parece imposible lo que había". Admite que costó un poco de trabajo por ser la última: "La cosa se puso tensa. Los taxistas se negaban rotundamente a no pasar y había más policías antidisturbios que taxistas. Los comerciantes de Rioja pusieron muchas pegas, temían perder el negocio. Parecía que no se conseguía, pero no había otra opción que dar a los taxistas otra salida".

Con la calle sin coches "la gente va mucho más tranquila que antes con las aceras más estrechas y altas", reconoce Ramón. Recuerda que fracasaron varias medidas alternativas de tráfico: un bolardo electrónico que duró muy poco debía estar sincronizado con Tráfico y nunca funcionó bien hasta que un conductor chocó con él, y una señal de prohibido el tráfico en horario comercial (como muestra la foto) que no la respetaba nadie, lo que llevó a los comerciantes a convocar concentraciones de protesta.

Pedro Benítez, encargado de la Zapatería El Dorado, que lleva abierta desde 1982, afirma sin dudarlo que las ventas mejoraron bastante con la peatonalización, hasta que llegó la crisis, y que acercar los autobuses al Duque y Campana las mejoró aún más. "Recuerdo que había más personas caminando. Se acabó el sinvivir que era antes con los coches y tener que estar pegados a la pared cuando pasaba un autobús". rememora. Precisa que sería exagerado hablar de que las ventas aumentaron un 80%, como sostuvo en su momento la asociación de comerciantes de la calle. El encargado de esta zapatería considera que O'Donnell "es una buena calle, sobre todo los sábados es una feria la gente que viene a comprar con niños" con la tranquilidad de que no tiene que preocuparse por su seguridad. Le viene a la memoria cuando venían las cuadrillas de toreros a comer a la desaparecida cafetería Málaga, en lo que hoy es Pull & Bear.

Rocío Flores, encargada de Zara Home, que abrió dos años antes de la peatonalización, admite que "desde el fin de los coches las ventas se han incrementado muchísimo". Los clientes son turistas, sobre todo, y vecinos del barrio. Añade que para el viandante el cambio ha sido bueno, aunque se queja de las dificultades de aparcamiento para los que trabajan a diario en el centro . "Para los que trabajamos aquí es un caos", se lamenta.

Desde tejidos Julián López, Fran, jefe de tienda, comenta que el cambio ha venido muy bien, que antes pasaban todos los vehículos y las fachadas estaban oscuras. "Esta calle no tenía vida, casi todos los comercios estaban cerrados y las aceras eran muy estrechas. La peatonalización le dio mucha vida a O'Donnell".

El comerciante que lideró la lucha por el fin de los coches ya no está en la calle. Es José Martínez, que regentaba una tienda de muebles ya desaparecida y que años después presidió la Fundación Atarazanas. El gremio comenzó con una recogida de firmas y convocó constantes protestas. Quien sí continúa en O'Donnell es Manuel Antonio Ruiz-Berdejo, a quien recurrieron los comerciantes para que la peatonalización prosperara. Ruiz-Berdejo, procurador jubilado con despacho en esta calle, es a su vez presidente de la asociación de vecinos del Museo y en su juventud perteneció a la Marina. Relata cómo vivió estos años: "El problema es que nos echaron todo el tráfico que antes iba por Tetuán y la gente dejó de pasar por O'Donnell, más estrecha, y sí pasaban por la paralela San Eloy. Los comerciantes estaban que daban saltos. Nadie ganaba nada y había que defender la peatonalización. Se luchó muchísimo pero era una lucha que había que hacer o la calle se moría". Sobre la resistencia de los comerciantes de las calles ya peatonalizadas opina que sucede porque "la gente no ve los problemas de los demás, sino los suyos, y les venía bien pasar por ahí".

Ruiz-Berdejo expone lo bien que sentó la reforma. "Con el cambio se notó mucho y hoy es una calle transitada. Ahora el problema es que muchos ciclistas siguen pasando y deberían tener un sitio para circular en la calle". Esta queja por las bicis y monopatines eléctricos que no respetan la calle peatonal es generalizada entre los comerciantes. Otros demandan más facilidades para aparcar cerca.

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