TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Sevilla

Dios los une, Roma los separa

  • La comunidad de 120 anglicanos de Sevilla no piensa, por ahora, asumir la autoridad del Papa, pese anunciar el Vaticano una prelatura especial para los fieles que quieran volver

Suena el timbre en el número 45 de la calle Relator. Los pasos del pastor Juan Zamora retumban en el patio central de la iglesia de San Basilio, donde acuden cada domingo a celebrar la sagrada cena 60 anglicanos pertenecientes a una de las dos congregaciones de esta confesión que desde 1988 tiene su sede en este barrio. Aquí también se reúnen los otros 60 fieles del segundo grupo de anglicanos que hasta hace unos meses contaban con una capilla en la Ronda del Tamarguillo, pero que se han quedado sin local por motivos económicos. Y es que la crisis no hace distingos religiosos.

Juan Zamora lleva 16 años de reverendo en Sevilla. Vino de Chile, está casado y tiene cinco hijos. Durante esta semana muchos de sus fieles le han preguntado si piensa aceptar la autoridad del Papa, después de que el Vaticano abra las puertas a los grupos de anglicanos que quieran volver al redil de Roma, incluyendo a los clérigos que estén casados. La respuesta de Zamora ha sido la misma: "Estamos unidos con los católicos sevillanos en Cristo, pero seguimos separados por Roma, porque para nosotros no es la referencia infalible de los cristianos".

En el despacho de Zamora cuelga un lienzo de Francisco Palomares, quien fundó en 1870 en Sevilla la Iglesia Española Reformada Episcopal, de comunión anglicana, pero con tradiciones propias. El doctor Palomares, como más tarde fue conocido, era sacerdote católico que luego se pasó al anglicanismo e inventó un medicamento para curar a los más necesitados de la ciudad, al que apodaron como "el jarabe protestante".

La Iglesia de San Basilio, sede de la congregación que dirige Zamora, se asienta sobre el solar en el que su día estuvo el convento del mismo nombre, en el que se fundó, curiosidades de la historia, la Hermandad de la Macarena, cofradía, a la que por cierto, el pastor anglicano vio en esa misma calle los primeros años de su residencia en Sevilla. "Respeto las tradiciones, pero creo que el catolicismo ha abusado mucho de ellas, y eso provoca que la mayoría de las personas se queden sólo en el plano emocional, cuando de lo que se trata es llegar a la verdad evangélica", incide el presbítero, quien, desde su pensamiento anglicano, califica de "exagerado" el culto mariano en la ciudad, "que en muchas ocasiones solapa al de Cristo, el único intermediario entre Dios y los hombres".

El ritmo de nuevas incorporaciones en la congregación ha disminuido. Sólo dos o tres ingresos por año. "Es el resultado del relativismo que impera en nuestros días", explica Zamora mientras muestra la capilla donde celebran sus cultos. Madera provenzal y coloridos azulejos decoran un recinto que ha visitado en varias ocasiones el cardenal Amigo Vallejo. "Fue un gran amigo de Francisco Serrano, mi predecesor, tanto él como Manuel Portillo, el delegado episcopal para otras confesiones, han sido siempre unos grandes defensores del ecumenismo", refiere Zamora.

La relación entre católicos y anglicanos es fluida en Sevilla. Representantes de ambas iglesias han participado en los cultos y encuentros organizados para orar por la unidad de los cristianos. Este pastor anglicano ha dirigido oraciones y ha celebrado la liturgia de la palabra en templos católicos. "Nuestra unidad es espiritual, aunque no jerárquica, de ahí que, por ahora, no pensemos en volver a aceptar la autoridad de Roma", asegura Zamora, quien considera que la nueva decisión papal de crear prelaturas personales para quienes acepten su autoridad está motivada por la petición de un grupo de no más de 200 anglicanos, que son una mínima parte de esta confesión.

Pese a discrepar de las tradiciones y el "excesivo culto mariano" en la ciudad, este pastor cree que la Iglesia anglicana está plenamente arraigada en el barrio, donde desarrolla una gran labor social con los más necesitados, "sobre todo con los inmigrantes, al margen de cuál sea su confesión".

Juan Zamora cierra el despacho. Es la hora de celebrar la liturgia de la palabra. Llegan los primeros fieles. Las preguntas se repiten. La respuesta, también: "Estamos unidos por Cristo, pero seguiremos separados por Roma".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios