Sevilla

Asenjo pide a los curas jóvenes que no acudan a bares los fines de semana

  • Insta en una carta pastoral que eviten el "escándalo de los fieles, que en ocasiones lo manifiestan abiertamente"

Una apuesta por curas más comprometidos, serios en todos los aspectos y atentos a los fieles y a sus propios compañeros. La primera gran carta pastoral del arzobispo Asenjo tiene cuarenta folios y está dedicada a los presbíteros, diáconos y seminaristas con motivo del año sacerdotal. Profunda, extensa y documentada con innumerables notas a pie de página, monseñor Asenjo denuncia que el principal problema de la Iglesia en España es la "secularización interna" y desarrolla su tesis: "La nueva cultura hace más difícil nuestra tarea. El llamado pensamiento débil, al no admitir ninguna clase de verdades y certezas, es un reto muy serio para la fe y pone en cuestión los compromisos fuertes. El hedonismo, el materialismo y el utilitarismo hacen difícil vivir en la atmósfera de tensión moral que exige el Evangelio y son fuentes de diferencias sociales e insolidaridad".

Asenjo va a más y apunta a que la cuestión principal de la Iglesia no es el laicismo militante, sino un "problema de casa y no sólo de fuera". Por eso llama a la responsabilidad de los sacerdotes y realiza una esbozo de la situación actual de la Iglesia en España: "Algunos análisis han señalado, y puede que con razón, que a nuestra Iglesia le falta empuje misionero, dinamismo evangelizador e impulso místico, que tiene un horizonte espiritual de bajo perfil y una tendencia acentuada a la tibieza y al conformismo".

El arzobispo hispalense reconoce que el "mundo" es el "campo de trabajo" de los presbíteros: "No es menos verdad que no somos del mundo, como nos dice el Señor en la oración sacerdotal". Para Asenjo existe un riesgo "acentuado" de que el sacerdote acabe "siendo engullido y fagocitado por el espíritu del mundo". Por eso formula una advertencia muy directa: "Quiero recordaros que no todo lo que pueden hacer lícitamente nuestros hermanos seglares, lo podemos hacer los sacerdotes, de la misma forma que los jóvenes sacerdotes no pueden frecuentar, ni siquiera con una intención buena y apostólica, los lugares que ordinariamente, especialmente los fines de semana, frecuenta la juventud; y no sólo por evitar el escándalo de los fieles, que en ocasiones lo manifiestan abiertamente, sino también porque los frutos apostólicos son escasos o nulos y el único fruto apreciable es la desvitalización de nuestra existencia sacerdotal".

El prelado hispalense pide encarecidamente a los sacerdotes de la diócesis que cuiden el sacramento de la confesión tanto personalmente como con los fieles: "Que nuestros fieles nos vean confesarnos con frecuencia para que también ellos estimen cada vez más este hermoso sacramento". Insta a los presbíteros a ser "amigos de los laicos, sobre todo de los pobres, de los enfermos, de los que sufren, los parados, los inmigrantes, los niños, los jóvenes y las familias". Pero avisa de que el "amigo más entrañable del sacerdote debe ser el compañero sacerdote", por lo que deja clara su directriz al respecto: "Hemos de cultivar entre nosotros la amistad franca, leal y cálida. ¡Cuántas defecciones se hubieran evitado en la Iglesia en los últimos decenios si los sacerdotes hubiéramos estado más pendientes de nuestros compañeros, tendiéndoles la mano y ayudándoles a superar los baches y dificultades!".

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