"No nos queda nada". Ésta es la frase que más repiten la mayoría de farmacias consultadas por este periódico cuando se les pregunta acerca del cigarrillo electrónico. Desde que entrase en vigor la Ley antitabaco el pasado 2 de enero, las ventas de este producto se han incrementado en más de un 200%, lo que ha provocado una "rotura de stock". Es decir, la demanda ha sido tal durante el pasado mes que ha provocado que estos cigarrillos se agoten en los almacenes que abastecen a las farmacias, las cuales se frotan las manos ante el éxito de un producto que está siendo muy bien acogido entre aquellos que intentan dejar de fumar. Y es que entre la nueva normativa antitabaco y la subida de precios, muchos creen que ésta es una oportunidad de oro para deshacerse de uno de los vicios más extendidos en nuestro país. "Ha sido tal la demanda que se ha agotado en la mayoría de las farmacias y no vamos a recibir más existencias hasta dentro de un mes, ya que las expectativas que teníamos se han superado con creces", confirma Consuelo Ortega, trabajadora de una farmacia situada en la calle Marqués de Parada.

"Sólo nos queda uno", declara, Antonio Sánchez, cuya botica se encuentra junto a las setas de la Encarnación. A pesar del inesperado éxito nadie sabe a ciencia cierta si este producto ayuda a dejar de fumar. Cuando un paciente acude al médico para abandonar este hábito, los especialistas le recetan otros productos ya conocidos como pastillas, chicles o parches. Sin embargo, ni siquiera estos profesionales saben si el cigarrillo electrónico tiene propiedades terapéuticas. De ahí que la Consejería de Salud anunciase la semana pasada que encargará un análisis pormenorizado de sus componentes "para corroborar que se adecuan a los términos en los que se ofrecen a los consumidores y evitar posibles fraudes o efectos adversos para la salud". Esta acción que pretende llevar a cabo la Administración regional choca con la opinión de los farmacéuticos, ya que "si Sanidad ha autorizado su venta en las farmacias, por qué quiere ahora investigar algo que ellos mismos han permitido". Así se lo pregunta Manuela López, farmacéutica de la calle Rafael González Abreu, quien expresa que le ha sentado "como dos patadas que quieran investigar ahora los cigarrillos electrónicos. No entiendo cómo han permitido que se venda algo en farmacias sin saber exactamente la composición que tiene". El problema reside en que este producto no es un medicamento y no ha pasado por los controles sanitarios pertinentes. De hecho, en la propaganda reza una frase que lo aclara: "Cigar-Clean no es un producto sanitario". Por ello, Sanidad quiere asegurarse de que no contiene ningún tipo de sustancia que cree adicción en los usuarios. "Sólo tienen vapor de agua. Es diferente que tenga nicotina a que sepa a nicotina", apunta el boticario Francisco Fernández. Sin embargo, tal como entiende la Administración andaluza, si éste contiene nicotina debería ser autorizado por la Agencia del Medicamento como terapia sustitutiva. Si sólo hay vapor, hay que asegurarse de que, como mínimo, esas inhalaciones no sean perjudiciales ni fraudulentas.

"Son muchos los que vienen interesados en el cigarrillo electrónico pero muy pocos los que se lo llevan", confirma la boticaria María José Arias, quien asegura que el precio de este artículo es lo que frena a sus clientes a la hora de llevárselo. Es el producto estrella para dejar de fumar, ya que no se necesita prescripción médica como ocurre con los parches y las pastillas, que son terapias sustitutivas de nicotina controlada, y, además, con estos objetos se puede fumar en todo tipo de establecimientos, ya que el humo que se exhala es vapor de agua mentolado o con sabor a nicotina, "y en ningún caso contienen alguna sustancia perjudicial para la salud como es la nicotina", afirma Francisco Fernández. Cigar Clean es la marca más vendida de estos cigarrillos que están de moda desde primeros de año. Se venden en cajas con un par de recargas y su precio oscila entre los 60 y los 100 euros. Pueden ser electrónicos o de pilas y una vez que se agota la recarga hay que volver a comprarla en la farmacia por un precio de 60 euros. Su precio aún dista bastante de lo que cuestan los chicles, los parches y las pastillas, que se mueven entre los 10 y los 50 euros, dependiendo de las cantidades que se compren.

Por otra parte, en contra de lo que todo el mundo piensa, en los estancos aseguran que las ventas de tabaco no han disminuido. "No sé si será porque ha sido Navidad, pero no he notado ninguna bajada en las ventas durante estas últimas semanas", asevera la estanquera de la calle O'Donell, Concepción Ortega. "Lo que sí he notado es que viene más gente que compra chicles para conseguir quitarse de fumar", explica.