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El crimen de marta

Los testigos de la silla reabren las dudas sobre la hipótesis del contenedor

  • Dos vecinos de Carcaño y el dueño de un bar reiteran que vieron cómo se trasladaba un bulto rígido hacia unos contenedores.

Sus testimonios fueron cruciales para centrar las sospechas sobre Miguel Carcaño, pero también han vuelto a reabrir las dudas sobre si el cuerpo de Marta pudo ser arrojado a un contenedor de basuras y no al río Guadalquivir, según las diferentes versiones ofrecidas por el asesino confeso.

Tres testigos que declararon ayer en la séptima sesión del juicio al Cuco confirmaron que en la madrugada del 25 de enero vieron a Miguel Carcaño con una silla de ruedas y a otros dos jóvenes empujándola con un bulto rígido colocado transversalmente y en dirección a una zona de contenedores, aunque no pudieron precisar que lo arrojaran al mismo.

El primero de los testigos que declaró en la vista oral es un vecino del mismo bloque de Miguel Carcaño, que relató cómo vio en dos ocasiones a Miguel Carcaño, la primera en la tarde del 24 de enero, vistiendo una ropa informal de color claro, y una segunda ocasión, entre la una y media y las dos de la madrugada, cuando coincidió con él en el vestíbulo del edificio y el joven manipulaba una silla de ruedas vacía. El testigo y su novia, que también confirmó este testimonio, ratificaron que Carcaño iba más arreglado, con ropa de color oscuro y tenía una actitud como de espera e intentó disimular cuando se encontraron con él. En cuanto a los horarios, la pareja pudo determinarlos con exactitud mediante referencias a lo que estaban viendo en televisión a esa hora y por un mensaje de texto que enviaron a unos amigos.

El segundo testigo considerado "clave" para la investigación es el propietario de un bar de la zona de León XIII, que corroboró que sobre las dos de la mañana, cuando salió a tirar la basura, observó a dos jóvenes empujando una silla de ruedas con un bulto rígido colocado transversalmente y en dirección a una zona de contenedores junto a una farmacia. Según este testigo, los dos jóvenes cubrían sus rostros con capuchas de sudaderas y uno de ellos era más alto que el otro -en un concreto unos 15 centímetros- y era el que empujaba el carrito. Poco minutos después de verlos con la silla de ruedas y cargando con el bulto, que era similar a una alfombra o una moqueta y que los investigadores sospechan que en realidad era el cuerpo de Marta, el dueño del establecimiento vio cómo los dos mismos jóvenes regresaban con la silla vacía en dirección de nuevo al piso de Miguel Carcaño, al que conocían perfectamente.

El testigo indicó que no pudo ver que arrojaran dicho objeto a los contenedores, pero con su testimonio volvieron a plantearse las dudas sobre el destino final del cuerpo. De momento, ni la Fiscalía ni la acusación particular han querido pronunciarse sobre la teoría del contenedor hasta que pronuncien sus informes de conclusiones en el juicio.

Otros dos testigos que estaban con Samuel Benítez, uno de ellos su ex novia, declararon que este imputado se hallaba en Montequinto la noche del crimen y se marchó porque les dijo que había quedado con el Cuco a las 02:30 en la estación de autobuses del Prado de San Sebastián, donde el menor iba a recogerle con su bicicleta. Estos testigos han dicho que Samuel tenía previsto desayunar e irse a su trabajo, en el que entraba a las siete de la mañana.

En la sesión de ayer también declaró una amiga de la pandilla del Cuco que confirmó que la tarde del 24 de enero estuvieron haciendo con el menor una botellona junto al polideportivo del Polígono San Pablo. La joven defendió que esa botellona sólo duro media hora, entre las 20:30 y las 21:00, y que a partir de esa hora todos se marcharon. El testimonio de esta chica avalaría en parte la versión del Cuco, que alegó que aquella tarde no estuvo en el piso de León XIII porque se quedó haciendo botellona con dos grupos de jóvenes.

Los ocho testigos que declararon ayer lo hicieron protegidos por una mampara, para evitar que fuesen vistos por el acusado mientras prestaban testimonio.

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