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un fenómeno sin control Crece la polémica por las concentraciones de jóvenes para beber en la calle

La limpieza de las 'botellonas' cuesta unos 12.000 euros cada fin de semana

  • El Ayuntamiento de Sevilla localiza 96 puntos negros repartidos por la ciudad, encontrándose casi el 60% de ellos entre el casco histórico, Triana y Los Remedios · Los menores 'toman' el barrio de Santa Cruz

La limpieza de las botellonas cuesta unos 12.000 euros de media al Ayuntamiento de Sevilla cada fin de semana. De hecho, el presupuesto destinado para que la empresa municipal de limpieza (Lipasam) recoja los restos de este fenómeno -prohibido desde 2006 por la llamada Ley Antibotellón- costó el año pasado un total de 575.000 euros. Los datos facilitados por el Ayuntamiento confirman la existencia de 96 puntos negros en la ciudad, zonas donde los jóvenes se concentran para beber en la calle a sabiendas de que es una práctica prohibida.

Según Lipasam, el 32,6% de las botellonas que se realizan en la capital tienen lugar en el casco histórico, distrito donde se localizan 34 de estos puntos: la Plaza de la Alfalfa, la Alameda o el Paseo de Colón son algunos de los escenarios más frecuentados. Por detrás del centro, los barrios donde más botellonas se celebran son Triana y Los Remedios, con 14 y 13 puntos negros cada uno. A estas zonas las siguen de cerca el distrito Sur y Nervión, con 9 y 7 puntos respectivamente. Por otro lado, donde menos jóvenes se reúnen para beber en la calle es en Macarena-Norte, con tan sólo un punto registrado en el Polígono Calonge.

Estos datos avalan las quejas de los vecinos, que denuncian que desde hace varios meses este fenómeno ha resurgido con fuerza, sobre todo, en el centro de Sevilla. "Se ha convertido en el verdadero botellódromo de la ciudad, pero nadie nos hace caso", declaró ayer a este periódico la presidenta de la asociación de vecinos Plaza de Armas y entorno, Dolores Dávila.

La última macrobotellona celebrada el pasado viernes en el Charco de la Pava, en la que falleció apuñalado el joven de 23 años, Francisco Javier Guerrero, dejó más de 22.400 kilos de basura. Además de los residuos que generan estas concentraciones, los vecinos denuncian también actos vandálicos e incluso robos. Así, según Dávila, el mismo día en el que se cometió el crimen fue testigo de cómo se produjeron varios robos en un conocido supermercado de la antigua estación de Córdoba, donde tuvieron que intervenir algunos agentes de seguridad: "Muchos jóvenes se llevaban las botellas dentro de las mochilas y algunos menores de edad convencían a adultos para que les comprasen las bebidas".

Dávila hizo hincapié en la necesidad de atajar este fenómeno. "A pesar de que ahora entramos en la precampaña electoral le ruego a los políticos que no abandonen a los vecinos afectados porque les recuerdo que esta práctica está prohibida", reiteró la portavoz vecinal, que se mostró "muy sorprendida" al comprobar cómo el Ayuntamiento decidió aumentar la flota de Tussam con 10 autobuses más para cubrir la demanda que produjo el pasado viernes la fiesta de la primavera. "Es totalmente incoherente que el gobierno municipal apoye la macrobotellona de esta forma cuando en realidad deberían prohibir su celebración".

Los vecinos alertaron también del aumento de reuniones de jóvenes para beber en el entorno del barrio de Santa Cruz, sobre todo, de menores de edad.

El fenómeno de la botellona, lejos de remitir en los últimos años tras la entrada en vigor de la nueva normativa, se mantiene. No obstante, las 6.000 personas que se concentraron en el Charco de la Pava el pasado viernes son pocos comparados con los encuentros de años anteriores. En 2004, más de 70.000 jóvenes fueron citados a través de internet y de mensajes de móvil a la fiesta de la primavera de aquel año. En 2006, el evento logró reunir sólo a unas 3.000 personas debido al mal tiempo. Sin embargo, en 2007 -primer año en el que ya estaba vigente la Ley Antibotellón-, más de 12.000 jóvenes acudieron a una fiesta que en principio se iba a celebrar en la avenida de Reina Mercedes pero que la Policía Local provocó que se trasladase hasta el Charco de la Pava. En 2008 y 2009 esta macrobotellona fue respaldada por 10.000 y 12.000 personas y un año después, en 2010, estas cifras se redujeron a la mitad, igualando los datos de este año.

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