El futuro de la energía nuclear

De los Simpson a los dinosaurios

  • De Chernóbil a Fukushima, el físico Lozano Leyva, el biólogo Enrique Cerdá y el ingeniero Gómez Expósito debaten sobre las centrales nucleares, moderados por el fundador de la Escuela de Ingenieros Javier Aracil.

"Para que me desconvenza el otro, lo va a tener difícil". El escultor Nicomedes está haciendo un busto de Enrique Cerdá (Guadix, 1942), y mientras el catedrático de Genética posaba le hablaba de las maldades de la energía nuclear. Ayer, el escultor fue a escuchar los argumentos de su modelo en un apasionante debate que moderó en la Escuela de Ingenieros Javier Aracil (Alcoy, 1941).

El otro al que se refiere Nicomedes es Manuel Lozano Leyva (Sevilla, 1949), catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear. Como la canción de Jeanette, este físico autor de novelas se hizo pronuclear "porque el mundo me hizo así". Una forma cortés de referirse a Carmen Balcells, que le sugirió que escribiera un libro sobre la energía nuclear.

La especialidad de Antonio Gómez Expósito (Andújar, 1957) es la energía eléctrica. Su libro sobre la materia es un best-seller entre estudiantes españoles y latinoamericanos. Este catedrático de Ingeniería Eléctrica puso los números y con ellos los pelos de punta. Unas cifras extraídas del Fondo Monetario Internacional en abril de este año cuando todavía lo presidía Strauss-Khan.

El ser humano es "un gigante con los pies de barro". Así lo ve Gómez Expósito, que utilizó una metáfora ciclista: la energía transformada en vatios con una bicicleta especial que diseñaron para Miguel Indurain. Lozano Leyva y Cerdá están en las antípodas conceptuales sobre la energía nuclear. Con el decorado de los 25 años del desastre de Chernóbil, el físico dice que lo de Ucrania fue una catástrofe, mientras que Fukushima se trató de un accidente industrial precedido de dos factores ajenos: un seísmo de 8,9 grados y un tsunami con olas de 14 metros.

El reactor de Chernóbil era militar; el de Fukushima, civil. En Japón la evacuación fue inmediata y en Chernóbil los niños fueron a la escuela al día siguiente. No hay, en opinión de Lozano Leyva, residuos más seguros que los nucleares. "Son los únicos que están gestionados y localizados. ¿Quién sabe dónde están los metales pesados, cadmio o arsénico, del vertido de Boliden en Aznalcóllar?".

Cerdá evoca una adolescencia en la que el tabaco estaba bien visto "y era buenísimo para la salud". Los efectos de la energía nuclear "son lineales y sin umbral" y sus efectos, letales: la corta vida (media) de los ciudadanos con rango de súbditos obligados manu militari a construir el sarcófago que cubrió Chernóbil. "La referencia fundamental del profesor Cerdá es la serie de los Simpson", contraataca Lozano Leyva.

Cerdá lo tiene claro: "Podemos ser los siguientes dinosaurios". El veneno nuclear es el único que no se puede detectar. Es la energía menos segura: "Ninguna empresa la quiere asegurar". Cuestiona los usos llamados pacíficos de la energía nuclear y cita la alta mortandad cancerígena de niños que en Estados Unidos eran sometidos a radiaciones para ser operados de anginas. "Esos errores han salvado muchas vidas de personas sometidas a radioterapia", argumenta Gómez Expósito.

Un físico, un biólogo y dos ingenieros. Sabios y divertidos. Cerdá saludó al final a su escultor. No lo desconvencieron. "Los romanos se quedaron sin estatuas porque utilizaron el bronce para los cacharros de cocina". El aire compromido se almacena en cavernas o antiguas minas de sal (Gómez Expósito). Lozano Leyva confiesa que no se lleva bien con Greenpeace y Cerdá que no se lleva mal con el anhídrido carbónico. "Si el alcalde que tenemos nuevo consigue que los coches no se pongan en doble fila ahorraremos energía".

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