FERIA Toros en Sevilla hoy en directo | Morante, Castella y Rufo en la Maestranza

Los invisibles

"Para que te vea mi primo Luis en Nueva York hay que vender el cortijo"

  • Ganadero fugaz, un trimestre de arquitecto, en la Alfalfa tiene su consulado con el planeta Ummo, 14,4 años-luz de distancia. Casi octogenario, sigue siendo un niño de la República.

SU hijo mayor trabaja en Hollywood con Steven Spielberg, pero Ignacio Darnaude Rojas-Marcos (Sevilla, 1931) llegó a E.T. mucho antes. En su casa cerca de la Alfalfa tiene una de las bibliotecas más completas sobre Ufología.

-¿Del cielo o de la tierra?

-Mi padre era ganadero de toros bravos, tenía una finca entre Aznalcóllar y Escacena del Campo, que la vendió a unos ricachos.

-¿Fue niño de la República?

-Tenía dos tíos solterones en Arroyomolinos de León, hacia Fregenal de la Sierra. Debió de ponerse esto muy alterado y me llevaron allí. Uno de mis tíos era el cacique del pueblo. Llamaron unos milicianos a su casa para registrarla. Mi tío tenía unas pistolas antiquísimas, seguro que ni disparaban. Las tenía escondidas en un doble fondo del lavabo.

-¿Qué parentesco tiene con los Rojas-Marcos?

-Soy primo segundo de Alejandro y Luis. Era muy amigo de su madre, la tía Pilar, y amiguísimo del alma de su hermana Piluca, que murió, un gran personaje. Las Rojas-Marcos eran muy esnob, muy presumidas. Mi abuelo materno, Manuel Rojas Marcos, sin guión, tuvo un bufete del que formó parte Santiago Montoto y fue vicepresidente de las Cortes con Eduardo Dato. Sus hijas iban en un Buick ocho cilindros. Socialmente no eran nada y Sevilla es una de las ciudades más clasistas del mundo junto a Jerez.

-¿En qué colegió se educó?

-He sido autodidacta. Lamento mucho no haber ido al Villasís como fue mi hijo. De allí pasó a la Facultad de Derecho, la mejor de España. Por eso, cuando llegó a Estados Unidos, para él era pan comido. Lo mandó el banco a Nueva York, vio mucho teatro en Broadway y estudió cine en Los Angeles. Empezó en la Disney y ahora hace el marketing con Spielberg en las películas sobre Tintín.

-De los ovnis no se vive...

-Mi padre me dejó una finquita en Aznalcóllar. Trabajé con unos arquitectos jóvenes y pasé al estudio de Rafael Arévalo Camacho. Le dije que haría de él lo que quisiera: un playboy, y pesaba 114 kilos, un culterano, un mecenas.

-¿Cómo llega al Banco Hispanoamericano?

-Por los números. Me matriculé en Arquitectura pero estuve un trimestre. Se me daban muy bien las matemáticas, pero el dibujo me echó para atrás. Me matriculé en Empresariales. Acabé la carrera y mi primer destino fue una fábrica de tejidos en la calle Torneo. Hacíamos galones plateados para uniformes de cabos y sargentos.

-¿Sus autores de cabecera?

-Un amigo de la familia, un francés cultísimo, Marc Barbezat, que sale en las memorias de Simone de Beauvoir, editó las obras de Jean Genet y me las regaló. En París conocí al poeta cubano Nicolás Guillén. Mantuve correspondencia con la viuda de Arturo Barea. La forja de un rebelde es un libro maravilloso. Lo que para mí fue un terremoto y me cambió el chip fue Contrapunto, de Aldous Huxley, traducida por Victoria Ocampo, cuñada de Bioy Casares.

-¿Y la familia?

-He tenido dos suegros y sé comparar. Mari Luz, mi segunda mujer, mi compañera, cambió mi vida. La conocí en El Puerto. Trabajaba en las bodegas Garvey, tenía un Dos Caballos y jugaba al tenis en el Náutico. Ha sido guía de turismo y su pasión es el psicoanálisis. La primera vez que fuimos a la casa de Freud en Viena y vio el famosísimo diván lloró de emoción. Y eso que nunca se psicoanalizó.

-¿Ni siquiera con su primo Luis?

-Para que te vea Luis hay que vender un cortijo. Hay clientes que van a su consulta de Nueva York, como Felipe González.

-¿Desde cuándo ve lo que ve?

-Llevo sesenta años estudiando esos asuntos. Mi especialidad es la rama del contacto. Tengo una docena de opúsculos. Yo ni quito ni pongo rey, soy el amanuensis de los habitantes del planeta Ummo, situado a 14,4 años luz de la tierra. En total, 254 libros en los que esta gente habla de todo. Lo que nos pasa cuando sobreviene la mal llamada muerte.

-¿Creen en Dios?

-Absolutamente. No hay ni un solo ateo. Hice una Teología Alienígena. ¿Sabe lo que es una quijotada? Algo que no sirve para nada absolutamente, pero que hay que hacerlo. He hecho unos catálogos de Ummo que sólo tienen tres lectores: yo mismo, el corrector de imprenta y un ufólogo de Madrid.

-¿Ha visto platillos volantes?

-Tres luces remotas.

-¿Chirría con la Sevilla eterna?

-Yo me vacuné aburriéndome en las sillas de Sierpes. Lo único que me gusta de la Semana Santa son los especímenes que sólo se ven en Semana Santa.

-¿Tiene magia la Alfalfa?

-Yo era tertuliano de la librería Lorenzo Blanco con Carande, Olivencia, Añoveros cuando llegó. Navarrete, catedrático de Penal. Cuando cerraban la librería, se iniciaba el éxodo hacia el postiguito de la Alicantina.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios