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Elecciones

Espadas agarra sin miedo la herencia de Monteseirín

  • El socialista visita ayer las 'setas', para las que sólo tiene elogios · Asume errores del PSOE y rechaza seguir mirando hacia atrás

HACE dos meses una fotografía en las setas de la Encarnación era una apuesta de alto riesgo para cualquier candidato a la Alcaldía. Este icono de la era Monteseirín ha cosechado en los últimos años muchas más críticas que elogios e incluso los partidos en el gobierno han tenido que admitir que el proyecto, cuando menos, ha salido demasiado caro. Una vez que está concluido casi al ciento por ciento, lo único que queda es buscar la mejor fórmula de rentabilizarlo y ahí, una vez más, nace la polémica y la disparidad de opiniones.

Pero lo cierto es que, hace dos meses, el candidato Juan Espadas difícilmente hubiera elegido el Metropol-Parasol como telón de fondo de su carrera hacia la Alcaldía. ¿Para qué arriesgar? Su posición de partida no era la más favorable y el PSOE, inmerso en una contrarreloj para dar a conocer el nuevo rostro del partido, tenía que huir de todo aquello que oliera a continuismo, a más de lo mismo. Y, por tanto, evitar la ecuación Espadas=Monteseirín. Ya el alcaldable popular, Juan Ignacio Zoido, hizo célebre otro axioma: Espadas=Torrijos. El reto de Espadas, o uno de ellos, ha sido imponer un criterio propio en los escasos diez meses que ha tenido para lograr notoriedad. Hace meses inició ese camino matizando algunos de los proyectos del gobierno local. En concreto, apostó por revisar el Plan Centro y por abrir una oficina de información ante la avalancha de quejas recibidas por los vecinos, que, finalmente se instaló en la Cartuja; también mostró su disconformidad por el desarrollo del plan de aparcamientos, que ayer mismo admitió como una "asignatura pendiente" para el próximo mandato, en el que se comprometió a devolver "de inmediato" la fianza aportada por los residentes. Y también advirtió antes que había que reordenar las líneas de Tussam en Triana tras las últimas peatonalizaciones. Son pequeñas críticas y matices al trabajo de su antecesor, al que también tiró por tierra uno de sus proyectos: una nueva pasarela que uniría el casco urbano con la Cartuja que el candidato no creyó prioritaria.

Una nueva forma de gobernar. Al menos, eso es lo que se está intentando demostrar desde el PSOE de Sevilla, que acordó un distanciamiento, incluso en lo físico, entre el alcalde y el alcaldable. Monteseirín pasó a un segundo plano al inicio de la precampaña en una transición que se ha vendido como modélica.

Y ahora que la era Monteseirín es pasado y se aproximan las elecciones, la opinión pública sobre la gestión socialista es cada vez menos crítica. Es algo que confirman los sondeos y que los expertos en mercadotecnia atribuyen al efecto de las inauguraciones, esto es, de las obras terminadas. Entre ellas está el Metropol-Parasol, que ya ven como algo positivo para la ciudad más de la mitad de los sevillanos. A Monteseirín le han faltado como mínimo dos meses para cortar la cinta de los túneles subterráneos de Bueno Monreal y Los Arcos, de montarse el primero en el tranvía hasta Viapol, de declarar inaugurada la nueva glorieta en el Prado o presenciar en primera fila el primer espectáculo en el ampliado Fibes. Y eso es una herencia que pesa sobre Espadas que, por el contrario, ha podido esgrimir en su campaña el éxito de la peatonalización de San Jacinto y Asunción, toda la piel sensible y los carriles bici, cuya paternidad se disputan los dos socios de gobierno.

Pero a todo este legado se agarrará ahora con fuerza -y valentía, todo hay que decirlo- Espadas, que ayer admitió que la Encanarción ha resultado mucho más cara de lo previsto para, a continuación, lanzar toda una batería de elogios sobre la obra del alemán Jürgen Mayer, eso sí, puestos en boca de otros, por eso de conseguir mayor credibilidad: "El New York Times lo define como una catedral sin paredes y ya aparece entre los cinco proyectos arquitectónicos más importantes terminados este año en una prestigiosa guía sobre arquitectura, donde dice que el que quiera saber lo que sintió Alicia en el País de las Maravillas que venga a Sevilla".

La oposición ha jugado en la precampaña y lo que va de campaña oficial a despreciar toda la gestión del mandato anterior y a nombrar heredero del desastre a Espadas. El socialista, con habilidad, ha asumido el legado y ha sacado pecho para garantizar que lo que esté bien seguirá adelante y lo que haya que cambiar se transformará.

El mismo discurso que ha tenido que adoptar el PP, quien ahora habla de matizar las peatonalizaciones, los carriles bici y derogar, pero para mejorar, el Plan Centro. Por ahora, Zoido se ha negado a pisar el Metropol -Metrosol que diría él-. Después de considerar a las setas como un monumento al despilfarro, es más que seguro que en los próximos meses, sobre todo si alcanza la Alcaldía, se esfuerce en sacarle todo el rendimiento posible para la ciudad. No hay otra.

La herencia de Monteseirín quedará para la historia de la ciudad y, no va a ser una excepción, su valoración mejorará conforme se aleje el 22-M. Las encuestas ya detectan una subida de nota para el alcalde en los últimos meses justo cuando ha ido desapareciendo de la escena. Por cierto, se espera que el miércoles tenga una aparición estelar junto a Espadas. Parece justo.

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