Sevilla - Real Sociedad · la crónica

Si el pozo no tiene agua... (1-2)

  • El Sevilla se muestra impotente para superar a la Real Sociedad a pesar de adelantarse muy pronto en el marcador. La baja calidad de la plantilla blanca vuelve a ser un lastre.

El Sevilla actual lucha contra un imposible. El equipo de Emery pelea, lo da todo, pero el nivel de su plantilla, que no de siete u ocho de sus futbolistas titulares, no le llega para pelear con alguna posibilidad de éxito por alcanzar una de las plazas que conducen a competiciones europeas. La realidad es tozuda, se empeña en demostrárselo una y otra vez a quienes sienten la fe balompédica sevillista, y ayer no iba a ser una excepción. Ni siquiera el tempranero gol de Rakitic, con lo que supone ponerse en ventaja en el marcador cuando las fuerzas están tan justas en todos los equipos, fue suficiente para que los nervionenses se impusieran a una Real Sociedad que no necesitó siquiera pisar el acelerador a fondo para voltear la situación y llevarse los tres puntos. 

Es la única verdad de las cosas. Este Sevilla confeccionado por su dirección deportiva y puesto en manos de Míchel, primero, y de Emery, después, es un quiero y no puedo en la mayoría de los partidos que disputa. Cuando el rival que está enfrente tiene un nivel de media tabla hacia abajo, y al calor de los suyos, pues entonces hasta es capaz de sacar los partidos adelante, pero en el momento en el que se topa con alguna dificultad, por mínima que ésta sea, acaba arrojando la toalla en medio de una sensación de impotencia que puede llegar a ser desesperante incluso para quienes tratan de rebelarse contra las circunstancias en su propio interior. Imagino, por tanto, el pensamiento del mismo Emery; de Rakitic tras pegarse un montón de carreras; de Negredo después de perseguir el balón por todos lados excepto por donde lo quiere tener un delantero; de Kondogbia reventado a correr a pesar de su pobre momento físico actual; de un Jesús Navas que jamás abandona su espíritu estajanovista a la hora de brindarle al equipo todo lo que puede; de Beto desde la portería... 

A la lista podrían añadirse algunos más, pues el Sevilla da en estos momentos todo lo que puede, no se le puede pedir más a unos profesionales que se tienen que chocar de frente con que no les llega con lo que tiene esta plantilla en la actualidad. Y no es cuestión de menospreciar a nadie, nada más lejos de la intención de quien suscribe y trata de diseccionar lo que sucedió ayer en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán. Porque si el equipo titular le da a Emery para más o menos tratar de competir con dignidad, cuando tiene que tirar del banquillo al técnico vasco le deben caer lágrimas por su rostro por la impotencia. Ya lo ha evidenciado más de una vez cuando no apeló a los Babá o Stevanovic, ayer lo volvió a hacer con Manu del Moral, pero cuando no tiene más que remedio que acudir a ellos se encuentra con que son ceros a la izquierda, con que más o menos es como jugar con un futbolista menos durante el tiempo en el que están en el campo. 

Ayer, por ejemplo, le tocó a Babá. Entró en el minuto 66. Aproximadamente media hora por delante y si se exceptúa un cabezazo en un córner sacado por Rakitic, por cierto bastante mal ejecutado pues lo picó tres metros lejos de la portería a pesar de no tener un defensa hostigándolo, pues nada de nada, como si huyera del balón para que éste no lo comprometa a enseñar sus posibilidades futbolísticas. 

Que el Sevilla no pierde sólo por eso, pues probablemente, pero sí tiene mucho que ver la nulidad del banquillo para que el equipo haya llegado fundido al final del campeonato a pesar de disputar una sola competición. Y lo que está claro es que Emery no tiene ni la más mínima posibilidad de refrescarlo salvo que irrumpa un Perotti, ayer menos fresco también, o cualquier otro elemento inesperado. 

El planteamiento en el arranque había sido similar al de siempre, aunque con la diferencia de que la presión de la Real obligó al Sevilla a un fútbol más directo, la pelota no iba de Beto a sus centrales o Medel en la salida del balón, sino que se dirigía hacia arriba para que la peleara Negredo y rara vez hubiera alguien con opciones de hacerse con los rechazos. Los dos primeros avisos serían visitantes, de Griezmann, pero el 1-0 llegaría a través de la estrategia en un córner. 

Parecía que con el marcador a favor el Sevilla podría manejar mucho mejor la situación, pero esa alegría le duró apenas un ratito, ya que Rakitic volvía a marcar, esta vez en su portería. Era un Sevilla feble entonces en todo su sistema defensivo y Agirretxe se aprovechó de ello para castigarlo con el 1-2. 

Por mucho tiempo que restara hasta el final, incluido el descanso, todo se quedaría en la impotencia anteriormente narrada. Ni siquiera los elementos exógenos los favorecería, pues hubo un fuera de juego de Medel increíble cuando se plantó en solitario. Sí, cuando el pozo no tiene agua, es imposible sacar ni un solo cubo. Y el pozo de este Sevilla confeccionado por Monchi y sus ayudantes no da para sacar ni siquiera una gota. Ésa es la realidad, así de tozuda y cruel. 

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