Elche-sevilla · la crónica

Le basta con ir en la cuarta marcha (0-2)

  • El Sevilla consigue un importante triunfo en Elche con la sensación de que jamás llega a pisar a fondo el acelerador. Los sevillistas se limitan a controlar para decidir en el segundo periodo a través de Bacca y Gameiro.

El Sevilla iguala el mejor arranque liguero de su historia y lo hace con la sensación de que ni siquiera necesita apretar el pie en el acelerador para lograr el triunfo en Elche. El equipo de Emery transmitió en todo momento que viajaba en la cuarta marcha, que disponía de dos velocidades más si hubieran sido necesarias para alcanzar semejante hito histórico, pero no precisó meterlas. Le bastó con controlar la situación, que eso sí lo hizo a la perfección hasta el punto de no dejar disparar a puerta al rival por primera vez hasta el minuto 88, y dejar que fueran sus dos mejores artilleros quienes decidieran a la primera que se les presentara. De ello se encargarían, pues, Bacca y Gameiro para que los tres puntos volasen con su equipo de regreso hasta Sevilla. 

Todo acaecía en el tramo decisivo del segundo periodo, cuando los partidos tiran hacia un lado o hacia otro. Y entonces bastó con una falta decretada por el casero Prieto Iglesias, una infracción cometida por cierto dentro del área por Albacar sobre Deulofeu. El árbitro no lo vio así, pero sí decretó el castigo menor, el catalán la lanzó a puerta para sorpresa de Manu Herrera, quien despejó como pudo, el balón tropezó en uno de sus defensas y entonces, sólo entonces, dejó a Bacca a puerta vacía para que anotara el primer gol. 

El Sevilla había sabido golpear en el momento justo y después se encargaría de incrementar las distancias en la mejor jugada del partido, finalizada por Gameiro. Porque esa acción, narrada al completo, sí evidenciaba las diferencias entre unos y otros. Excelente control de Tremoulinas con un pase no menos brillante hacia la internada de Denis Suárez, el joven gallego conduce la pelota por la izquierda al más puro estilo Míchel en su época del Real Madrid, cabeza levantada, elegancia y pase con la zurda en el momento justo para que Gameiro llegara en carrera con toda la ventaja y cabeceara a la red. Se busca y se rebusca y no se halla ninguna acción similar, ni siquiera cercana, por parte del Elche. Así que las distancias entre unos y otros quedaban reflejadas en el marcador del Martínez Valero. 

Porque dentro del tono de relajación con el que el Sevilla afrontó este encuentro, en el que parecía que se le había olvidado añadirle la dosis necesaria de sal al guiso para que saliera gustoso, no se puede obviar las ocasiones tan claras que tuvieron los de Emery. Tantas que de haber sido un poco más efectivos el marcador hubiera sido incluso escandaloso. Conviene no olvidar que en el minuto 9, concretamente, Aleix Vidal se había plantado solo delante de Manu Herrera tras un estupendo pase de Deulofeu. Lo más difícil era no colocar el cero a uno en el marcador, pero el catalán quiso ser demasiado generoso y erró en su pase a Bacca. Tan nítida como ésta sería la opción de Gameiro cuando fue Bacca quien le puso el balón por delante, aunque ahí ya estaba el partido decidido con el cero a dos en el marcador. También la tuvo Denis Suárez en la prolongación, pero al lado de las otras dos ocasiones hasta fue una jugada menor incluso. 

El relato de oportunidades, pues, ya sirve como constatación de las distancias entre unos y otros, pero el análisis del encuentro sí indica que el Sevilla llegaría a jugar con fuego a lo largo del primer periodo. Emery había apostado por un sistema parecido al que siempre utiliza, con Aleix Vidal a pierna cambiada en la izquierda y con Deulofeu en la banda derecha, pero existía un pequeño matiz con la posición de Denis Suárez, quien estaba en paralelo a Bacca a la hora de defender para que el Sevilla se acercara mucho más al 1-4-4-2 que al 1-4-2-3-1 habitual. Si a esto se le suma que la defensa, en el primer periodo, tiraba la línea demasiado atrás y eso también obligaba a Mbia y Krychowiak a acularse demasiado, pues se originaban muchos metros entre las líneas. 

La desconexión, por tanto, era evidente en un Sevilla que llegaría a sufrir por eso, pues no se sentía cómodo tras ese arranque en el que debió ponerse por delante a través de Aleix Vidal. Además, Coke vería su primera cartulina amarilla, lo seguiría en ese aspecto Mbia y en ese tramo tanto la grada como el local Mosquera se encargaban de dirigir el arbitraje de Prieto Iglesias. Conforme más cerca se veía la expulsión de Coke por las continuas faltas fingidas por los ilicitanos, más se iba descomponiendo un Sevilla que, eso sí, transmitía que estaba jugando al ralentí siempre. 

Emery lo vio claro en el intermedio, al que se llegó sin ningún sobresalto más para los sevillistas, entre otras cosas porque sus rivales ni siquiera fueron capaces de disparar ninguna vez entre los tres palos. Metió a Figueiras por Coke para acabar con la presión arbitral y ordenó a los suyos que adelantaran una decena de metros sus posiciones de manera colectiva. Y el partido comenzó a cambiar poco a poco sin que los nervionenses ni siquiera necesitaran meterle una marcha más a su juego, les bastaba con posicionarse mucho más arriba. 

El dibujo, entonces, se asemejaría más a un 1-4-1-4-1, donde Mbia acompañaba a Denis Suárez en la presión para que Krychowiak se quedara como guardaespaldas de ambos. Ya había avisado el polaco en un córner, también en un disparo al borde del área con todo a favor, pero Emery mostraba su faz más ambiciosa y planeaba el cambio de Gameiro por Deulofeu. Pero el catalán se adelantó a los acontecimientos, lanzó con mucha intención una falta que pudo ser penalti y Bacca marcó a puerta vacía. El Sevilla se había puesto por delante sobre la hora de juego y de aquí al final ya todo sería un plácido paseo para los hombres de Emery, sobre todo tras el segundo de Gameiro. Récord de puntos y con la sensación de que aún tiene mucho más fútbol. No está mal en absoluto.

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