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La distinguida clase media

  • De currantes a casi estrellas, jugadores como Vitolo, Aleix Vidal, Iborra o Coke elevan el nivel de exigencia y son la clave del Sevilla. El canario ya llama la atención de Del Bosque.

En un club con los recursos limitados como es el Sevilla, luchar con rivales que le duplican el presupuesto es cosa de futbolistas como ellos. Gente que llega con hambre y con menos nombre, pero que enseguida demuestran todo el potencial que llevan dentro. Hombres de pana o de percal, que tienen que aguantar que la afición tuerza el gesto cuando el club anuncia sus fichajes y que a base de trabajo en el gimnasio y en el campo les hacen tragar palabras a los que dudan.

Es una distinguida clase media que en pocos meses recoge los frutos, que desde el primer momento tiene la confianza ciega del entrenador y que responde, vaya si responde. Vitolo, Coke, Iborra, Aleix Vidal... forman la legión de currantes que eleva el nivel de la plantilla hasta límites insospechados, que mete la guindilla a los cracks que llegan con traspasos millonarios, que anima el vestuario y que encima no le pone una mala cara a nadie. Y son una parte importantísima del éxito del Sevilla, un valor seguro sin el glamour de un nombre extranjero con muchas consonantes pero que cuando rueda el balón sabe poner el punto en la i. El Sevilla de los últimos tiempos le debe mucho a estos jugadores que saben aprovechar como nadie la oportunidad que les brinda una dirección deportiva que un día apostó y creyó en ellos.

El valor que en poco tiempo estos jugadores alcanzan en el mercado es una muestra de cómo se trabaja en el Sevilla. En este sentido, un caso claramente exponencial es el de Vitolo, un futbolista que llegó desde la Segunda División (lo que podía chocar por tratarse de un club con las aspiraciones europeas del Sevilla) y que hoy suena como integrante de la nueva hornada que busca Vicente del Bosque para rejuvenecer la selección absoluta. El canario, un hombre que cautiva con su potencia en las traslaciones, ya hace tiempo que dejó de ser visto como un segundo plato y enfila justo ahora un momento alto de rendimiento.

Con Iborra despista el coste de su llegada y sus circunstancias. El valenciano aterrizó en Sevilla mediante el pago de la cantidad de su cláusula de rescisión, 6 millones de euros, pero con un desencadenante especial: la venta de Kondogbia apenas una semana antes del comienzo de la pasada Liga. Aún con reticencias por parte de Emery, que siempre prefirió la fuerza arrolladora de Mbia a su músculo no menos apreciable pero con mayor control, el gigante vive en la actualidad su mejor momento desde que llegó al Sevilla e incluso hay quien cree que las presencias de Toni Grande, ayudante del seleccionador, a varios partidos del cuadro nervionense obedecen a un seguimiento del valenciano.

Se ajuste a la realidad o no, que sea Vitolo el vigilado, Iborra es uno de los que más ha empujado arriba a este Sevilla, como Coke, ese jugador que una parte de la afición quizá nunca valoró como merecía pero que, con 8 ó 9 goles por año en las tres competiciones, está entre los defensas más goleadores. El madrileño es un seguro de rendimiento. No escatima un esfuerzo, se adapta a varias posiciones -como este año de medio centro- y es uno de los responsables del buen ambiente que reina en el vestuario.

Por último, otro perfil parecido a Vitolo por su llegada -digámoslo de alguna manera- por la puerta de atrás: Aleix Vidal. Con un físico privilegiado que le permite repetir esfuerzos de alta intensidad continuados y capaz de retrasar la aparición de la fatiga (el Santo Grial en el fútbol), el ex jugador del Almería ha logrado, entre otras cosas, sentar a una joya que llegaba con la vitola de crack como Deulofeu. Emery no prescinde nunca de él en las citas importantes, es disciplinado, listo en el campo y gran dominador de los tiempos en las transiciones, uno de los aspectos a los que más importancia da el entrenador vasco en su modelo de juego.

Ajustados a un mismo perfil, son el motor del Sevilla, una distinguida clase media que siempre está y que también recoge los frutos.

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