Liga Europa: Sevilla - Zenit · la crónica

Ningún título llega por casualidad (2-1)

  • El Sevilla se gana el derecho a defender un gol de ventaja ante el Zenit después de remontar en una gran segunda parte. Los campeones, una vez más, ejercen como tales y se imponen al excelente equipo ruso.

El Sevilla se llevará un gol de ventaja a San Petersburgo para tratar de meterse en las semifinales de la Liga Europa. Tiene mucho mérito, muchísimo, esa renta fruto de la excelente segunda mitad que jugó el equipo de Unai Emery y explica muchos porqués sobre los títulos que ha conseguido el cuadro nervionense en los últimos tiempos. Y, sobre todo, despeja cualquier duda sobre ellos. Nada es casualidad en el fútbol y esas copas levantadas por los diferentes capitanes sevillistas están fundamentadas en partidos como el de ayer, en un fútbol rico en todos los aspectos, en la lucha, en la técnica, en la táctica, en el físico; en definitiva, en querer llegar hasta esas cotas elevadas que muchos otros, sencillamente, renunciarían a intentar escalar por el esfuerzo que suponen.

La víctima, esta vez, fue un excelente Zenit, el mejor equipo de Rusia y un club que es capaz de invertir 80 millones en Hulk y Witsel, nada más y nada menos que 80 millones. Pero que no son los únicos tampoco, que también se gastaron otro buen puñado en Garay el pasado verano y en Javi García meses antes... No estaba, por tanto, en el otro rincón un grupo de amigos dispuesto a echar un rato jugando un partidito, el rival era un verdadero equipazo y así lo demostró en la primera mitad. Porque Villas-Boas, su entrenador con otra importante soldada, dicen que en torno a los ocho millones de euros, suplió las ausencias de sus dos laterales con un planteamiento tal vez inesperado, ya que salió con tres centrales y dos laterales largos.

El Sevilla no supo atacar ese sistema de juego y, pese a sus buenas intenciones de echar el balón abajo a través de Reyes y Banega, se fue enredando en una maraña a la que era complicado buscarle las soluciones adecuadas para penetrar en esa defensa tan bien planteada. Reyes y Banega trataban de darle ritmo al juego, tocaban la pelota con cierta rapidez en ese arranque, buscaban a Aleix Vidal por la derecha y a Tremoulinas por la izquierda, pero demasiadas veces tenía que volver el balón atrás ante la imposibilidad de poder plantarse con ventaja numérica sobre el rival para hacerle daño.

El estado de ofuscación era cada vez mayor en las filas sevillistas, entre otras cosas porque rara vez hallaban a esa solución llamada Iborra para saltarse algún escalón y tratar de sorprender al rival. Villas-Boas había anulado esa posibilidad con Javi García por delante y con una guardia pretoriana por detrás integrada por Neto, Garay y Lombaerts. La ausencia del valenciano en el partido fue absoluta y las carreras de Gameiro para buscar los desmarques apenas tenían eficacia contra un Zenit que se sentía tremendamente seguro atrás. Tan firmes se creían los rusos que no tenían ningún problema en ceder un córner detrás de otro hasta acabar sobre la veintena.

Con semejante planteamiento, no era nada extraño que el Sevilla fuera sintiéndose cada vez más incómodo. Y tampoco el Zenit se aculaba tanto atrás, pues era capaz de salir con cierta organización para acercarse a Sergio Rico con peligro. En este sentido, Ryazantsev fue la principal vía de peligro, pues avisó primero con un cabezazo que se fue por muy poco ante la mirada impotente de Sergio Rico y después se encargó de poner a los suyos por delante con un doble disparo. ¿Había fallado el Sevilla? Tal vez sería exagerado decir eso, el fútbol enfrenta a dos equipos y sencillamente el Zenit había sido mejor en ese primer periodo.

Pero con este equipo que viste de blanco y defiende al Sevilla Fútbol Club hasta el punto de seguir siendo el poseedor del título en la competición que nos ocupa nunca se puede establecer una sentencia absoluta, sobre todo si ésta es negativa para sus futbolistas. Emery y su cuerpo técnico vieron clara la manera de atacar a esos centrales y ya antes del intermedio pusieron a calentar a Mbia y a Denis Suárez. El doble cambio se materializó en el intermedio y el cuadro blanquirrojo ya sería muchísimo más sólido con el camerunés en un doble pivote con Krychowiak capaz de cubrirle las espaldas a Aleix Vidal y Tremoulinas, en su condición de laterales-extremos, y también con salida hacia arriba. En esa faceta tenían que apoyar al trío de jugones compuesto por Denis Suárez, Banega y Reyes, que fue el que acabaría comiéndose a un Zenit que no sabía ya por dónde le llegaban.

Los anfitriones eran un torbellino y atacaban una y otra vez en busca de un empate que llegó un momento en el que parecía increíble que no subiera al marcador. Sobre todo cuando Emery también metió a Bacca en el campo y el colombiano ya sí incordiaba una y otra vez a Neto y Garay, sobre todo a estos dos. Pero el Sevilla hallaría su premio por ese fútbol del segundo periodo, por esa manera de creer en que todas las montañas se pueden escalar, y lo haría, además, por partida doble con los goles de Bacca y Denis Suárez, dos de los recambios. Hasta debió ser mayor el rédito, pero no está mal tampoco ir a San Petersburgo con ventaja. Allí, en Rusia, será el momento de volver a demostrar que los campeones lo son por fútbol y por ganas, jamás por casualidad.

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