Liga bbva

Un modelo a trazos contra uno definido (0-3)

  • El Sevilla naufraga ante un Atlético que lo supera a la hora de manejar todos los conceptos del fútbol. Sin centros buenos, la apuesta de Emery por un juego directo a través de Llorente e Iborra acaba en un desastre.

Decepcionante puesta en escena del Sevilla 15-16 en un Ramón Sánchez-Pizjuán ansioso por ver a los suyos. El equipo de Unai Emery acabó barrido del césped por un Atlético que sí supo a qué jugaba en todo momento, justo lo contrario de lo que demostraron ayer los hombres vestidos de blanco. Fue la impotencia de ver el derrumbe de un modelo proyectado con ligeros trazos cuando se mide con otro definido desde hace mucho tiempo, fue la debacle de la improvisación frente a la solidez de mantener lo que lleva ya años funcionando.

Porque la apuesta de Emery dio la impresión de no ser aceptada por sus futbolistas más creativos. No se trata de ver una rebelión donde seguro que no la hay, es sencillamente la impresión que transmitió el fútbol sevillista en la calurosa noche de ayer. No hay más que ver la alineación del técnico vasco para entender que su modelo se basaba fundamentalmente en la búsqueda de Fernando Llorente e Iborra por arriba tanto para los remates, sobre todo, como para la posibilidad de bajarles el balón a los futbolistas que llegaran desde atrás. Ni una cosa ni la otra.

Y por qué no se dio esa circunstancia jamás en este Sevilla-Atlético. Es evidente que el cuadro de Simeone también tuvo su cuota de culpa a la hora de impedirlo, sobre todo por la atención que prestaron tanto Tiago como Gabi a esas segundas jugadas. Pero con eso ya se contaba, con que el rival no estuviera muy de acuerdo con el planteamiento de los anfitriones y tratara de amargarles la fiesta que se había planteado desde un graderío absolutamente lleno. Lo que no era normal es que también se torpedeara en cierto sentido desde las mismas filas sevillistas.

El ejemplo es muy claro y hay que retrotraerse a aquel Villarreal-Sevilla, ida de la Liga Europa, en el que Emery apostó por Iborra como referencia para cazar después los balones a través de Vitolo, Gameiro y Aleix Vidal. En la primera jugada de aquel día, no más ponerse el balón en movimiento, Pareja desde su posición de central colgó el balón hacia el gigante valenciano. Era el método elegido y todos los futbolistas se aferraron a él como si fueran fundamentalistas del mismo. Ayer fue justo lo contrario, sobre todo en el arranque del segundo periodo, que fue cuando se le presentaron opciones para buscar esa vía.

Con Fernando Llorente acompañado ya por Iborra en el corazón del área del Atlético, Reyes se empeñaba una y otra vez en buscar pases al toque, en hallar paredes entre el bosque de piernas integrado por Jesús Gámez, Koke, Godín, Tiago y todos los que se movían por su zona. Una y otra vez, Reyes se la daba a Coke, a Vitolo, a Banega, casi se la dio también al auxiliar del horrible Clos Gómez... Es verdad que era una forma de jugar al fútbol mucho menos rústica, más estética incluso, pero no era la elegida por su entrenador, al menos si nos atenemos a los muñecos de 1,95 que había puesto a vivir en el corazón del área del Atlético.

El Sevilla perdió entonces la oportunidad de haber optado a hacerle daño a un rival que sufría en las escasas veces en las que la pelota le llegó por los aires. Bastó un córner bien puesto por Reyes, una vez y no más, para que la sensación de riesgo corriera por la columna de Oblak, Godín y compañía. Simeone incluso reflejaba en su rostro el miedo que le había producido esa acción, mas fue una excepción, todo seguiría igual y más cuando Emery decidió mover fichas y sacó del campo precisamente a Reyes y a Iborra, al que debía centrar y a uno de los que estaban allí para crear peligro en los remates.

Estaba claro ya en ese minuto 66, con Khron-Dehli y Konoplyanka en el campo, que Emery había arrojado la toalla, que había entendido que era imposible que sus futbolistas siguieran a ciegas la línea que él había trazado, tal vez también porque habían tenido muy poco tiempo para asimilar esa lección. Exactamente los dos o tres entrenamientos que llevará Fernando Llorente como integrante de la plantilla sevillista, pues antes los puntas eran Gameiro e Immobile y no parece que ése fuera el fútbol ideal para ambos.

La llegada de Llorente, por tanto, conduciría al entrenador sevillista a alterar sus planes o a confirmar lo que ya preveía en el inicio de la semana salvo que el fichaje de Llorente se hubiera retrasado al último día del mercado. Porque Emery le dio toda la responsabilidad al riojano y lo colocó como titular por delante de todos los demás, ya que salvo Pareja y N'Zonzi todos estaban en condiciones físicas de ser utilizados en este partido tan trascendente para el futuro.

Precisamente Llorente se unía a Rami como los dos únicos fichajes que eran titulares respecto al anterior curso, pero el cambio de estilo fue tremendo. Tanto que hasta Reyes y Vitolo partían esta vez en sus piernas naturales, es decir, el utrerano en la izquierda y el canario en la derecha cabe suponer que para que tuvieran más fácil la búsqueda de los centros al área. Pero esa idea tan golosa, que hacía sufrir incluso a un central del nivel de Godín cada vez que iba un balón por arriba hacia Llorente, no perduró en el tiempo.

El arranque brioso del Sevilla, plasmado en una buena ocasión de Coke con un disparo cruzado detenido por Oblak, se esfumó bien pronto. Los sevillistas trataban de mover el balón rápido, pero no sabían qué hacer al final si centrar o tocar una y otra vez. El resultado fue que el Atlético, que sí tenía aprehendido el método, fue dando pasos al frente hasta barrer del mapa a los blancos en el tramo final. La palabra adecuada tal vez sea frustración, pero los experimentos, que otras veces le salieron tan bien al cuerpo técnico, siempre se hacen con gaseosa. Todo lo contrario es jugar con el riesgo de que un rival tan práctico y bien trabajado como el Atlético demuestre, por enésima vez, que este Sevilla aún está muy lejos del cuadro de Simeone.

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