Champions: Juventus - Sevilla · La crónica

La Champions es más que el himno (2-0)

  • El Sevilla cae por incomparecencia en su visita a una Juventus a la que le basta con meterle algo de intensidad al juego. El cuadro de Unai Emery jamás llega a transmitir la sensación de poder competir siquiera.

Fraudulenta impresión del Sevilla de Unai Emery en su visita a la histórica Juventus. El cuadro nervionense estuvo muy lejos del nivel futbolístico que se le supone y ni siquiera fue capaz de competir contra un gigante que tampoco está atravesando por su mejor momento. Al campeón italiano le bastó con meterle intensidad a la primera media hora del juego para manejar a un equipo que se había encogido como si se tratara de una esponja mojada. Los futbolistas que ayer vistieron de rojo entero fueron incapaces de rebelarse contra las circunstancias y ni siquiera evidenciaron tener trazado un plan de juego para las circunstancias que se les fueran presentando. El ejemplo más claro estuvo en los saques largos de Sergio Rico destinados a que los prolongaran de cabeza Reyes y Gameiro. Un imposible.

Fue llamativo ese aspecto dentro de un equipo que había sido planteado en esta ocasión con un cuatro-cuatro-dos en el que la única novedad respecto al último encuentro liguero era la entrada de Konoplyanka por Iborra entre los once elegidos. Emery, tal vez porque tampoco tenga mucho donde escoger para refrescar a su escuadra, optaba por repetir en los peones, aunque el esquema de juego variaba considerablemente desde el mismo momento en el que Reyes se iba al centro para ejercer como segundo punta y el ucraniano se situaba en la banda derecha para acabar como un lateral persiguiendo moscas casi, por mucho que el insecto pudiera responder en este caso por Evra. Era el mundo al revés, los pajaritos contra las escopetas, Konoplyanka detrás del lateral.

El resultado fue un galimatías de difícil comprensión incluso para los propios futbolistas. Cuando Sergio Rico trataba de jugar por abajo, como hizo en las dos primeras acciones, la Juventus adelantaba sus líneas y hostigaba la salida del balón a través de Krychowiak o N'Zonzi, que eran los que venían para convertirse en el eje y para que los centrales se abrieran a los costados. El resultado era un par de toques de seguridad hasta que la pelota volvía a Sergio Rico y éste tenía que pegarle en largo en busca de ¡Reyes y Gameiro!

Lógicamente, el balón dejaba de pertenecer al Sevilla y así una y otra vez. Y no es que la Juventus, que tuvo su primera ocasión clara de gol a los 28 segundos a través de Pogba, estuviera desarrollando un fútbol de excelsa calidad, ni muchísimo menos. Los italianos dominaban, apretaban al calor de los suyos, pero evidenciaban que también están en una crisis de identidad similar a la que está atravesando este Sevilla. Tanto que los visitantes tampoco sufrían más allá de sentirse acorralados en ese arranque del litigio. Alguna internada de Cuadrado, una rosca de Dybala, que sí hacía algo de daño cuando recibía entre líneas, otras entradas de Evra y de Khedira por la izquierda... Ése era el balance que presentaban los juventinos, poco, la verdad.

El problema no estaba, sin embargo, en lo que pudiera estar exigiendo el rival, era mucho más endógeno en este caso. El Sevilla parecía acobardado, sin capacidad de buscar superar las líneas avanzadas del rival y cada vez más encogido. Krychowiak venía a intentarlo, también N'Zonzi, pero apenas un par de veces fueron capaces de conectar con Krohn-Dehli y con Reyes cuando éstos se ofrecían unos metros más adelante.

Sólo hubo una fase en torno a la media hora en la que el Sevilla pareció sentirse algo más cómodo cuando comenzó a aparecer Reyes unos metros atrás para repartir desde ahí hacia los costados. Pero era un fútbol de mentira, sin capacidad en ningún momento para profundizar o para al menos lanzarle un mensaje de amenaza al adversario. La Juventus, en su papel mucho más gris, se sentía tremendamente cómoda y era consciente de que en el momento menos pensado le llegaría el gol a su favor por cualquiera de las vías que había buscado. A saber, Cuadrado por la derecha; Pogba por el medio; Dybala en el enganche; o Morata en la búsqueda de los remates.

Y así fue, bastó con un centro llovido, un instante de dudas para Sergio Rico entre si salía por una pelota aparentemente suya u optaba por no arriesgar y ahí estaba Morata saltando por encima de todos para picar el balón a un poste con absoluta comodidad. También colabora en ello la pasividad de un Andreolli que se olvida de su rol de central para buscar con fiereza el balón y Krychowiak, que sencillamente se ve superado por un balón al que no llega en el salto.

El Sevilla, después de verse superado de cabo a rabo, se iba a ir al descanso en desventaja en el momento más inoportuno y ni siquiera el hecho de que Konoplyanka lanzara el primer y único disparo de los forasteros entre los tres palos en los cinco minutos en los que estuvo en la banda izquierda daba pie a la más mínima esperanza.

Porque el cuadro de Emery siguió comportándose como un equipo menor tras el intermedio. Jamás fue capaz de buscar de verdad el equilibrio en el marcador y ni siquiera aprovechó el lógico paso atrás de la Juventus para atacar. La pelota jamás le llegó con ventaja a Gameiro, primero, y a Immobile, Iborra y hasta Juan Muñoz cuando éstos fueron ejerciendo de delanteros conforme el técnico iba realizando los cambios en busca de unas soluciones que no llegaron. El Sevilla no sólo se iba a ir del Juventus Stadium con una derrota sino lo que es aún mucho peor con la triste sensación de no haber comparecido siquiera, de haber mostrado una impotencia absoluta. Y es que con oír el himno de la Champions no basta, para competir hay que jugar al fútbol.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios