Sevilla-Barcelona

El viento vira por fin (2-1)

  • El Sevilla se encuentra con una conjunción de astros a su favor para sumar una victoria de tremendo valor ante el campeón Emery estrena su casillero de triunfos contra el Barcelona en el día más oportuno

Victoria de valor incalculable para este Sevilla tan tocado en el aspecto anímico y todo sucedía en el día en el que Unai Emery, otro de los que lo necesitaban en este sentido, se estrenaba como entrenador contra el Barcelona. Fue el primer triunfo del vasco ante los azulgrana, ahora vestidos como si fueran una abeja en sus camisetas, y lo consiguió porque, por fin, todos los astros se alinearon de manera favorable para sus intereses. Todos, excepto uno, cierto es, porque el penalti decretado por Gil Manzano pasará a los anales como una anécdota por el resultado final, pero pudo tener una tremenda trascendencia ese regalito al actual campeón de campeones.

La constelación comenzó a ponerse favorable hace siete días cuando Messi se retiraba del Camp Nou con una lesión de rodilla, pero sería tremendamente injusto centrar el análisis en esa ausencia del argentino, o de Iniesta, si en el recuento de los lesionados el Sevilla se imponía por goleada. Además, los blancos llegaban también seriamente tocados en su moral después de la paupérrima imagen mostrada en Turín contra la Juventus, pero, una vez más, tuvo razón Emery en el planteamiento previo, concretamente cuando advertía que era el momento oportuno para medirse a los azulgrana.

Sus razones tendría quien más conoce el vestuario nervionense y lo cierto es que la actitud era bien diferente desde el minuto uno. Con un planteamiento distinto, en el que Iborra sí ganaba los balones largos por arriba y en el que Vitolo percutía por la derecha para hacerle daño a Jordi Alba, el Sevilla se mostró como un equipo muchísimo más aguerrido. Nada que ver, pues, con esa escuadra que ni siquiera comparecía el pasado miércoles en el moderno estadio turinés, este grupo de futbolistas salió mentalizado para demostrar que no ha perdido el amor propio que lo ha caracterizado, para bien, durante las dos últimas temporadas.

El Sevilla, además, enseñaba un espíritu valiente y no rehuía a salir en busca del Barcelona. Con ese planteamiento del juego, se daría después la circunstancia de que el peligro en ambas porterías tendría mucho que ver con los lanzamientos de esquina, también alguna falta, ejecutados por el cuadro local. Porque tanto a favor como en contra la mayor parte de las ocasiones de peligro se generaban en esas situaciones. El Sevilla tuvo varias opciones de remates claros a su favor que se les fueron por una mala ejecución de los cabeceadores. El primero corrió a cargo de Gameiro a los 11 minutos y después le seguirían en la relación Andreolli, Krychowiak y hasta Coke, que pudieron marcar de haber estado mucho más atinados en sus testarazos.

Pero las paradojas del fútbol comparecían cuando cada saque de esquina que no llegaba a ser rematado por un sevillista se convertía en una peligrosa contra por parte del Barcelona. Emery, en esas múltiples notas que utilizan los entrenadores en sus scoutings, había decidido que N'Zonzi y Vitolo fueran quienes se quedaran atrás para parar los contragolpes, mientras que Tremoulinas se situaba en la corona del área. Lo cierto fue que cada que vez que los hombres de Luis Enrique recuperaban el esférico en esas acciones de ataque nervionense era llamativo ver a Krychowiak corriendo como un poseso para atrás, sin éxito casi siempre, y con el rival coqueteando con el pase definitivo en muchas ocasiones. También tenía algo que ver con ello que el aire soplaba a favor de los visitantes en ese primer periodo.

Afortunadamente para el Sevilla, esos lances no tendrían mayor trascendencia en el marcador de ese acto inicial. Tampoco lo tendría una jugada que evidenciaba que ayer los astros sí estaban a favor de Emery y los suyos. Una falta ejecutada por Neymar se estrelló en el poste con Sergio Rico batido y después recorrió toda la línea de gol sin que ningún barcelonista pudiera empujarla dentro. Lo intentó Piqué y Coke se echó encima de Luis Suárez como si se tratara de un felino para impedir al uruguayo anotar el primer tanto del litigio.

La suerte, esta vez sí, era favorable a los sevillistas, que se fueron al descanso con el pecho henchido por el esfuerzo realizado y por su capacidad para mantener el pulso en todo lo alto contra el gigante Barcelona. Restaba la mitad e iba a ser tremendamente decisivo el arranque de ese segundo tiempo. El Sevilla salió con toda la cuerda dada y tal vez pilló desprevenido al Barcelona. Sin ser tremendamente claros, los blancos ya dieron varios avisos tras la reanudación hasta que su intensidad halló el premio en una internada de Gameiro por la derecha rematada con precisión por Krohn-Dehli llegando en el segundo poste.

El Sevilla había golpeado primero y eso era tremendamente trascendente para un equipo tan cogido con alfileres en el aspecto anímico. Además, el autor del gol, el danés Krohn-Dehli, creció tanto que pareció otro durante ese tramo del juego. Todas las pelotas pasaban por él y en absoluto tenía miedo en arriesgar para encontrar al compañero mejor situado. El cuadro de Emery tuvo un rato de buen fútbol, coronado por el segundo tanto.

Dos a cero en el marcador y media hora por delante para nadar en pos de llegar a una orilla soñada. El Sevilla se aculó atrás, es verdad, pero hay que tener en cuenta dos factores, el cansancio que pesaba en las piernas de sus futbolistas de tanto correr detrás del balón y que enfrente estaba nada más y nada menos que el Barcelona. Hasta tuvo suerte en otro balón a bocajarro de Sandro que se fue al poste con 2-1, pero nadie podrá restarle ningún mérito al equipo de Emery, sobre todo después de sufrir el penalti que padeció. El viento, por fin, viró y se puso de popa para conducir a los sevillistas, algo fundamental en el fútbol. Son tres puntos que dan la misma vida en estos momentos y ésa es la actitud.

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