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Un Rakitic de arcilla

  • Krohn-Dehli exhibió ante el Barça su mejor versión. Decisivo con balón y generoso en el esfuerzo como el suizo.

Si el elegante centrocampista suizo-croata ahora en el Barcelona es la estatuilla dorada, Krohn-Dehli podíamos decir que es el molde de arcilla. Menos brillo, pero similares fundamentos futbolísticos en determinados segmentos del juego. No iguales, ni siquiera parecidos, porque ningún jugador puede compararse a otro, pero llegando a adquirir roles dentro del equipo que tienen conexión.

La actuación del centrocampista danés el pasado sábado contra el Barcelona precisamente con Rakitic enfrente supuso el mejor partido del ex jugador del Celta desde su llegada a la plantilla nervionense. Hasta entonces, también es verdad que poco acompañado por el colectivo y arrastrado por la dinámica general, había completado partidos tibios. Mucha implicación, apariciones por casi todas partes del campo, pero poca efectividad. Siempre fue un jugador, como Rakitic, generoso en el esfuerzo pese a que lo que luce de verdad en su fútbol llega con el balón en los pies. En el Celta la pasada Liga fue el futbolista de Primera División que más kilómetros recorrió. Rakitic, pese a veces dar sensación de lo contrario, es un jugador que no baja de los 11,5 kilómetros por partido, una media considerable ahora que está permitido incluso la utilización de medidores GPS durante los partidos, aunque sus datos no puedan ser recogidos a tiempo real.

"Sé ver el último pase; ésa es una de mis virtudes", encabezaba una entrevista el pasado verano concedida por el futbolista nórdico a este periódico. Y como lo prometido es deuda, ofreció esa cara de su fútbol en el momento preciso, cuando la crisis empezaba a desconchar todo lo conseguido por este equipo sólo meses atrás con clímax en una noche épica en Varsovia.

Krohn-Dehli apareció de verdad. Y lo hizo desde la banda, donde precisamente fue utilizado por Luis Enrique en el Celta. El asturiano esta vez fue víctima del juego del danés, sin terrenos claros en los que posarse, pero apareciendo por muchos y distintas zonas. Un poco lo que hacía Rakitic en el Sevilla, partir como delantero y acabar pidiendo el balón a su portero para la salida desde atrás. Uno de los secretos del fútbol actual, junto con ser más inteligente quie el rival en las transiciones, es esconderle las referencias. El danés lo hace de maravilla hasta el punto de que el contrario no llega a saber de qué está jugando.

Su fichaje por el Sevilla, igual que en su día el de Rakitic, se fraguó a seis meses de finalizar su contrato con su anterior club. Fue el primero del proyecto 15-16, firmado en enero, aunque no pudo incorporarse, ni siquiera hacerse oficial, hasta final de junio. Y llegó con la función clara de hacer el papel de Banega... o de Reyes en un momento dado por su facilidad en el pase.

E igual que ocurriese con el balcánico, Emery ha necesitado algunos encuentros para dar con su posición ideal. El de Fuenterrabía comenzó utilizando a Krohn-Dehli en una zona más retrasada del centro del campo, prácticamente como pivote defensivo, una posición en el que no parecía encontrar el ritmo adecuado, entre ayudas al lateral de turno y carreras de ida y vuelta sin entrar en contacto con el balón. Como sucedió con Rakitic. En los terrenos de tres cuartos, en algunas de las posiciones de los tres mediapuntas que alinea Emery (para que el del centro se convierta en delantero y los de banda en interiores con la subida de los laterales), el danés se ha soltado definitivamente. Ante el Celta, junto con Llorente, fue el jugador más implicado, apareciendo y pidiendo la pelota en varias zonas del campo. Con el Rayo igual y, sobre todo ante el Barcelona demostró llegada (al hacer el primer gol) y visión de juego -previo recorte con cambio de pierna- con el pase a la cabeza de Iborra en el segundo. Muy Rakitic, aunque puede que con menos glamour.

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