Champions League: Borussia Mönchengladbach-Sevilla

Sin pies ni cabeza (4-2)

  • El Sevilla se humilla a sí mismo y sale goleado de Mönchengladbach cuando se jugaba la temporada.

El Sevilla volvió a mostrar que la superélite le va larga y se despidió de la Liga de Campeones por la puerta de atrás. Goleado en Alemania por el Borussia Mönchengladbach, siquiera la Europa League parece posible con un ejercicio de impotencia espeluznante en el que se vio superado de manera aplastante por un rival que sí buscó apurar sus opciones en Europa.

Un Sevilla construido, presuntamente, para abordar empresas de nivel se volvió a mostrar incapaz y falto de la menor intensidad defensiva. Si a eso se le añade una notable dificultad para marcar, resulta que este grupo de la Liga de Campeones se ha hecho inabordable incluso ante el único rival que, objetivamente, no era superior. Esta vez lo fue, de largo larguísimo, y la opción de ser tercera es casi quimérica.

Imposible no, pero desde luego inviable jugando así. El Sevilla necesita derrotar a la Juventus y, gracias al tardío gol de penalti de Banega, que el Gladbach no gane en Manchester. Más complejo, visto lo visto, lo primero que lo segundo. Pero la opción sigue y Nervión sigue siendo un aliado para este Sevilla descompuesto perdido.

Y conste que, a pesar de la salida en tromba, la impresión que siempre dio la defensa local era bizcochable. Nunca lo aprovechó de verdad el Sevilla, que acumulaba ocasiones en contra hasta firmar 17 remates en contra en los primeros 45 minutos. Un auténtico espanto que, como cabía esperar, se tradujo en ventaja local tras un tiro cruzado de Xhaka que pescó Stindl pillando en babia tanto a Kolo como a Tremoulinas.

Sin la menor duda, el Gladbach tenía claro por dónde retar al Sevilla. Con tiros lejanos (los rechaces son una asignatura pendiente y el juego entre líneas resulta un riesgo brutal) y entrando por el flanco izquierdo, donde Tremoulinas y Kolo dieron muchísimas más facilidades que en el otro lado Coke y Rami, siendo éste el único defensa salvable.

El centro del campo tampoco ayudó, con Krohn-Dehli absolutamente perdido, Krychowiak en un bucle negativo preocupante y Banega recortándose a sí mismo. Vitolo apenas encontró opciones y el Sevilla se redujo a Konoplyanka, quien encima tuvo sendas opciones para cambiar la película con 0-0 y justo antes del segundo gol local.

Y todo pudo cambiar en un gol anulado a Gameiro (dio la impresión de que el balón de Vitolo salió) en el 15 y en una parada de Sommer al ucraniano en el 19 tras un robo con galopada espléndida y combinación con Gameiro.

Depende tanto el Sevilla de Konoplyanka que se hace la mar de previsible, y si encima cada choque, pugna o rechace cae del lado local el Sevilla se va empequeñeciendo hasta lo ínfimo, algo que en absoluto se corrige tras la pausa.

El Sevilla sigue con la cabeza agachada, entregándose a cada minuto. Sergio Rico mantiene vivo al Sevilla el tiempo que puede y Konoplyanka puede empatar en el 63, asistiendo después con una cuchara magistral a Gameiro, que cruzó demasiado escorado pero totalmente solo en el 66. En el 68 Johnson recibió en la derecha con tiempo para tomar café antes de preparar un tiro que clavó a la perfección y el Sevilla despertó del sueño, o de lo que fuera, para entrar en barrena.

Al punto que el tercer gol local, de Raffael, desenmascara a un equipo sin el menor espíritu competitivo, y que aun así maquilló el marcador con un buen gol de Vitolo y un penalti de Banega. El cuarto gol local, entre los dos sevillistas, no sorprendió en absoluto porque el Sevilla no dio el ni el mínimo para una competición europea, cualquiera, y menos para esta Champions que ya pintaba fea en el sorteo y que el equipo ha convertido en una losa mental y física.

Un Sevilla sin pies ni cabeza. Y no porque no jugaran los que tenían que jugar ni porque los que jugaran no tuvieran conceptos y fondo para, ¡qué menos!, haber dado la cara.

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