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Disparos ni a la Luna

  • El Sevilla acusa en su puesta de largo carencias en el remate y en el último pase. En los dos encuentros oficiales, el equipo ha efectuado sólo 12 tiros, cuatro de ellos a puerta.

Aunque es todavía demasiado pronto para hacer análisis fundados, al experimento del equipo que pretende armar Jorge Sampaoli le falta llegada y pegada. El técnico de Casilda expuso su ideario el día de su presentación y no puede negársele al entrenador que su sello está presente. Con la portería rival como único horizonte posible, a este Sevilla aún en la fragua le resta no sólo "mirar", sino hacerlo con el gol como objetivo. De lo contrario es como admirar una Luna de verano.

Sampaoli no tiene inconveniente en reconocerlo. Lo hizo en la rueda de prensa posterior a la derrota frente al Barcelona, aunque no sin justificación. "Es el octavo partido que jugamos y en todos habíamos marcado -explicó el argentino al término de la ida-, éste es el primero en que perdemos en 90 minutos. No se generaron ocasiones por el último pase, no estuvimos precisos para poder convertir un gol. Más que nada tuvo que ver con la elección del pase final que no en los nombres propios", declaró el preparador de Santa Fe.

Aparte de las virtudes mostradas por el equipo, que ya se observan en un estado embrionario, el Sevilla visto en los dos primeros partidos oficiales -ante el Madrid en la noruega Trondheim y frente al Barcelona en Nervión- se presenta demasiado chato con la pelota en los pies. Bien está si la táctica consistía en ese principio cruyffista de defender con la posesión (mientras la tengamos nosotros no la tienen ellos, por lo que es menos probable recibir un gol), pero se hace complicado en este fútbol de máxima competitividad doblegar a un adversario con la exigua cuenta de 12 remates en los 210 minutos oficiales registrados hasta la fecha. Contra el equipo madridista, en la Supercopa de Europa, el Sevilla realizó siete disparos, resultando tres en el espacio de la portería de Casilla. No mejoró en este apartado el domingo frente al Barcelona, cita en la que los jugadores sevillistas remataron en cinco ocasiones, con un discreto bagaje de un tiro bajo los tres palos defendidos por Claudio Bravo (sin contar que fue además un rebote que golpeó en el cuerpo de Vitolo antes de dirigirse al marco).

Naturalmente, se hace injusto comparar la estadística de dos encuentros de pretemporada con el global de una campaña completa en la Liga regular. Aritméticamente no es más que un dislate equiparar las cifras de dos encuentros con las resultantes de 38, pero, en este caso, se trata solamente de un análisis parcial que pueda servir como aproximado indicativo para el hincha.

Los datos están ahí. En la temporada liguera 2012-13, el equipo sevillista efectuó un total de 541 remates, cuyo cociente revela un promedio de 14,2 remates por encuentro. En la campaña 2013-14, fueron 485 los disparos realizados, de los que se extrae una media de casi 12,7 remates por partido. La tendencia fue a la baja en los dos ejercicios sucesivos, como podrá comprobarse a continuación, pero siempre lejos de los 12 remates supercoperos de los que derivan una pobre media de seis por choque. Las cuentas de la 2014-15 y de la 2015-16, la pasada, se presentaron como siguen: 12,3 hace dos cursos (466 tiros en los mismos 38 encuentros de aquella edición de la Liga) y 11,7 en la campaña anterior (resultado de los 445 remates en otros tantos partidos disputados).

Tampoco es cuestión de acercar el objetivo a ciertos "nombres propios", como refiere el propio Sampaoli. En este apartado no sería difícil señalar a Vietto. Pero la falta de gol, como apunta el técnico, se debe más a una conjunción de elementos -cansancio, imprecisiones, vértigo o, simplemente, falta de rodaje- que a unos futbolistas concretos. Como ya sucedió con Marcelo Bielsa a su llegada a San Mamés, a la revolución propuesta hubo que darle el cortés beneplácito de los cien días que se concede a los gobernantes recién llegados.

Los aficionados que llenaron el domingo el Sánchez-Pizjuán pudieron comprobar in situ un muestrario de pistas que adivinan un fútbol dinámico, intenso, imprevisible y divertido. Para el siguiente examen apenas hay descanso. Mañana, noche de luna llena, el Camp Nou acogerá la vuelta del título que abre la competición nacional. Habrá que olvidarse del satélite y atinar a la red.

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