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Sampaoli, un 'menottismo' mutante

  • El argentino, en su búsqueda del modelo ideal, mejora a un Sevilla cada vez más fiable en defensa.

Jorge Sampaoli jamás se ha declarado seguidor de la corriente menottista. El entrenador del Sevilla ha repetido cada vez que le han preguntado que su modelo de juego bebe de las fuentes de varios grandes entrenadores, cada uno a su estilo, a los que admira y trata de imitar. Pep Guardiola, con su manera exquisita de sacar el balón desde atrás, es uno de ellos y tanto la presencia de Juanma Lillo en su cuerpo técnico como el asesoramiento en algunas cuestiones de su hermano Pere son dos ejemplos de esta admiración. Pero también se confiesa influenciado por otro entrenador con un estilo muy contradictorio con respecto al catalán, el también argentino y rosarino Marcelo Bielsa, quien propugna un sistema de presión al rival muy físico que, entre otras cosas, llega a rescatar del pasado los marcajes individuales en algunas zonas del campo.

Mientras afición y prensa han pedido a Sampaoli que su estilo buscara más el equilibrio después de las exhibiciones ofensivas que su equipo protagonizó en las primeras puestas en escena, los hechos parecen encaminados a la búsqueda de un Sevilla más fiable, sin tanta concesión al rival en los contraataques y con menos riesgos en defensa, aunque aún se antoja necesaria una vuelta de tuerca en ataque, pues la facilidad para generar ocasiones se quedó en la primera jornada. El fin último es ganar y también hay que entender que el entrenador tiene que tener su proceso de adaptación -igual que cualquier futbolista- a una competición y una ciudad nuevas.

En este sentido, salvo el borrón en muchas fases de la cita en Éibar, al Sevilla se le ha visto una evolución a mejor y también cierto retoque defensivo que el propio Sampaoli aún se niega a reconocer.

"Yo con mis jugadores estoy todo el tiempo hablando del ataque, no hablo de defender, pero algunos rivales te llevan a opciones de defender". La frase la pronunció Jorge Sampaoli en la rueda de prensa previa al derbi cuando le preguntaron, a raíz del cambio de filosofía (con dos pivotes en vez de uno) de planteamiento en el primer partido de Champions, si esta premisa seguía siendo innegociable. El Sevilla recibió elogios en el campo de la Juventus por su buen balance defensivo ante un gigante europeo, frente al que no disparó a puerta pero al que contuvo por momentos de manera magistral. El periodista quería saber si su modelo seguía siendo inflexible en lo referente a su idea de fútbol tremendamente ofensiva o si el estilo sufrirá variaciones según las circunstancias y el rival.

El derbi sirvió para despejar ciertas dudas, aunque también es verdad que al tratarse de un duelo especial, todo hay que tomarlo con reservas. Tras ganar por la mínima en un gol a balón parado, el Sevilla de Sampaoli, con 11 puntos, invicto y en lo alto de la tabla, parece haber mutado a algo más pragmático y distinto a lo que enseñó en la jornada inaugural, cuando firmó su primer triunfo ante el Espanyol por 6-4 en un partido loco sin equilibrio alguno.

Buen conocedor de los partidos de equipos de la misma ciudad, una rivalidad que en Sudamérica llega a los últimos extremos, Sampaoli reforzó por primera vez el centro del campo en un partido como local con motivo de la visita del Betis. Iborra, como en Turín, donde también jugó Kranevitter, fue el escudero de N'Zonzi, mientras laterales ofensivos como Mariano estaban más atentos a vigilar a Rubén Castro.

El Sevilla no rehuyó la fricción que propuso el Betis en un derbi bronco y con más polémica que los jugados en los últimos años. El dejar a sus futbolistas sacar ventaja de las tánganas que se dieron en el campo, la forma de celebrar el triunfo, sus palabras en la rueda de prensa, la salida de Kranevitter al final para frenar a un rival que rozaba el empate... Sólo su decisión de quitar a Iborra con el 1-0 y sacar a un extremo como Sarabia puede interpretarse como un paso adelante, aunque después supo reaccionar a tiempo equilibrando de nuevo la contención con Kranevitter.

Incluso frente a la idea de rasear el balón entre los centrales y el portero (lo que dio muchas opciones al rival en Éibar), en el derbi dio vía libre al saque en largo, a veces, como en una de Mercado, incluso sin destinatario.

Sin ser ni una cosa ni otra, Sampaoli habla como menottista pero, por momentos, actúa como bilardista. La afición, que pedía algo de más control a su equipo, ve ahora a un Sevilla más reconocible.

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