Evaluación continua para el Sevilla de Jorge Sampaoli. Después de la primera derrota liguera, el debate se ha recrudecido aún más si cabe sobre el juego del equipo del gurú argentino y llega otra cita clave en este tramo del curso para ayudar a atisbar el futuro. El conjunto nervionense se enfrenta al Olympique de Lyon, su teórico rival directo para pelear por la segunda plaza del Grupo H de la Liga de Campeones, y lo hace con la obligación de sacar un resultado positivo para poder cumplir con uno de los objetivos marcados en esta campaña por el consejo de administración, que es estar, como mínimo, en octavos de final de la máxima competición continental.

Eso, nada más y nada menos, es lo que se pone en juego esta noche en el Ramón Sánchez-Pizjuán mientras todo el entorno del club anda en pleno debate sobre los métodos de Sampaoli, los que se ven en el campo y los que supuestamente pregona el técnico desde ese púlpito al que sólo tienen acceso los elegidos por él. A otros, incluso muchísimos dentro del mismo club, les tiene negado hasta el saludo. Lo cierto es que el Sevilla no se ha llegado a parecer en casi nada a esa "idea" a la que alude de manera tan obsesiva su entrenador. Los resultados, lo único realmente trascendente en el fútbol, servían como tapadera para que nadie se parara a pensar si el Sevilla de Sampaoli era el que Sampaoli había prometido. Y, claro, en el momento en el que ha llegado la primera derrota, la crítica se ha recrudecido.

Existe un evidente desencanto en ese sevillismo que había comprado la idea de un fútbol diferente al que empleaba Unai Emery para alzar una copa europea cada vez que llegaba el mes de mayo, y ésos sí son datos objetivos. Esos mismos que pensaban que todo sería parecido al Sevilla-Espanyol se preguntan ahora qué ha cambiado en la "idea" de Sampaoli para que su equipo apenas se acerque a las porterías de los rivales. Si la duda metódica se puede resumir en filosofía en considerar como falso a cualquier supuesto del que se pueda dudar, estamos ante la versión futbolística sampaoliniana de los preceptos de Descartes.

Pero es tanto lo que está en juego esta noche para el Sevilla que tal vez sea mejor aplazar esa discusión sobre el juego del equipo de Sampaoli. Lo idóneo, sin duda, sería que el propio entrenador se ganara el crédito por sí mismo, es decir, que sus futbolistas supieran adaptarse a esa "idea" para que el Sevilla funcionase como una verdadera orquesta con el balón en los pies. La oportunidad de esta noche es magnífica para eso, ya que el técnico no ha ocultado nunca el magnetismo que le crea la Liga de Campeones.

Ya se vio en la previa del estreno contra la Juventus, donde Sampaoli sí realizó un planteamiento adecuado a las circunstancias que planteaba un adversario de tanto nivel. Hace dos semanas el Sevilla sumaba en Turín un punto de un valor tremendo gracias a los conceptos defensivos diseñados por su cuerpo técnico y hoy llega el día para hacer bueno ese empate. Un triunfo ante ese Olympique de Lyon que también llega con bajas importantes, como las que padecen todos los equipos, incluido el Sevilla, sería el mejor salvoconducto para acercarse a la clasificación para los octavos por mucho que aún se dispute sólo la segunda jornada del grupo. El Lyon, además, tampoco pasa por un buen momento futbolístico. El equipo francés ha arrancado con dudas, hasta el punto de cambiar de sistema para jugar con tres atrás, y el pasado sábado cayó derrotado ante el colista Lorient (1-0).

Habrá que ver cuál es la apuesta que elige Sampaoli, pero la duda metódica será mucho menor si al final el Sevilla acaba con el marcador a su favor, algo que, con la excepción de la ida de la Supercopa ante el Barcelona, ha hecho en todas sus comparecencias en el Sánchez-Pizjuán. Eso es lo único trascendente en el tiempo, mucho más que el estilo. Así que Lyon, sólo Lyon, y una cuestión principalísima para el Sevilla: ganar.