Liga bbva

Y la agresividad, ¿qué? (2-0)

  • El Sevilla sufre su primera derrota con Manzano en el banquillo por la sencilla razón de que el Sporting fue siempre al límite. El cuadro nervionense echó de menos a Kanoute

Gregorio Manzano probó por primera vez el sabor de la derrota al frente del Sevilla por la sencilla razón de que sus futbolistas no supieron estar a la altura de la agresividad con la que se empleó un Sporting de Gijón que buscó cada balón como si le fuera la misma vida en ello. Para ejemplificarlo de la mejor manera, fue un partido entre un equipo bien dotado técnicamente y aquel conjunto de leones que ponía en liza Joaquín Caparrós en sus tiempos como entrenador sevillista. Y el triunfo se fue al final hacia el lado de los gladiadores por mucho que pudiera haber pasado justo lo contrario. Pero no ocurrió.

Que nadie entienda este primer resumen como un reproche hacia el trabajo que desarrollaron ayer los catorce hombres que defendieron el escudo del Sevilla. En absoluto, pues sería tremendamente injusto centrar el análisis en ese aspecto. Los nervionenses corrieron todo lo que pudieron y tal vez más, pero les faltó tal vez ese puntito de deseo, de meter la pierna al borde del reglamento, de subirse encima del rival en todas las faltas, como hizo Gregory en la jugada que da origen al primer gol de Sangoy o en todos los lanzamientos a balón parado que realizaron los visitantes. 

Pero todo eso es válido en este deporte llamado fútbol, tan rico en sus variantes, y al final le sirvió para festejar el triunfo pese a su teórica inferioridad en el aspecto técnico. Todo lo contrario de lo que le sucedió a los profesionales sevillistas, que abandonaban el campo con unos rostros de frustración evidentes, quizá estrujándose la sesera en busca de una respuesta a por qué habían acabado derrotados después de haber corrido tanto.

Claro que para eso también está Manzano, para analizar y para ofrecerle las explicaciones pertinentes a los suyos para argumentar esa derrota. Y seguro que la primera pregunta a la que deberá hallar respuesta la mente del técnico jiennense es si se puede jugar como visitante con Negredo y Luis Fabiano arriba, dos extremos atados a las bandas y una pareja de medios centro integrada por Renato y Romaric. La respuesta, sin duda, es no, pues seis futbolistas de esas características desequilibran a un equipo por mucho empeño individual que pueda poner cada uno de ellos. 

Porque Romaric corrió lo indecible, Alfaro también, ni qué decir de Luis Fabiano o Negredo. Algo más flojo estuvieron en este sentido Renato y Perotti, pero también lo intentaron siempre. Sin embargo, se echaron en falta una serie de aspectos, tales como que los dos extremos se hubieran metido muchas más veces hacia el medio para ayudar a la pareja de centrocampistas o que los dos delanteros hubieran estado aún más escalonados. O, en definitiva, que Kanoute tuviera un clon, o que se lo hubiera buscado durante los meses de verano, para que el equipo estuviera mucho más conectado dentro del campo.

Ése fue el principal lunar del primer periodo dentro de un equipo que ponía toda la voluntad del mundo y que incluso era capaz de sobreponerse al mazazo del gol inicial de Sangoy con ciertas gotas de buen gusto en el toque del balón. El Sevilla lo intentaba siempre, trataba de triangular, de buscar apoyos entre todos sus elementos y movía la pelota con rapidez. Pero lo hacía cuando la tenía, cuando se la daba el Sporting por su propia impericia, rara vez cuando era capaz de recuperarla por su presión, ya que esa tarea se convertía en un imposible con los seis hombres de ataque anteriormente mencionados.

Por todo ello el juego del Sevilla acabaría convirtiéndose en un querer y no poder, en un ejercicio de impotencia en el que Romaric sólo se sintió a gusto de verdad cuando se acostó en el lateral izquierdo en la salida del balón. Entonces el marfileño dejaba de sentir el aliento de los rivales y por ahí se hilvanaron algunas jugadas de ataque que no hallaron el justo premio de una mejor definición delante de Juan Pablo.

El Sporting, el brioso Sporting, se había ido con ventaja al intermedio, pero parecía imposible que pudiera aguantar el esfuerzo físico que estaba desarrollando. Ésa era la principal esperanza de los forasteros mientras trataban de refrescar los conceptos con Manzano en el interior del vestuario, pero no dio tiempo a ejecutar el plan B. Con Kanoute calentando en la banda, llegaría un despiste de Konko en una cobertura y un brillante taconazo de Diego Castro para poner una distancia en el marcador que ya sería definitiva.

Kanoute salió al mismo tiempo que Guarente y el Sevilla se juntó para mejorar su imagen en ese tramo. Ya era tarde, sin embargo, y ese maquillaje ni siquiera le iban a servir a los blanquirrojos para acortar las distancias, entre otras cosas porque Acosta falló un gol increíble con todo a favor en la oportunidad más clara y Gregory, con su bendita agresividad, seguía haciendo lo que le daba la gana en ambas áreas. Manzano ya sabe lo que es perder y tal vez pueda sacar muchas enseñanzas de cara al futuro de esta derrota.

Ficha técnica:

2; Real Sporting de Gijón: Juan Pablo, Lora, Gregory, Iván Hernández, José Ángel; Eguren, Rivera; De las Cuevas (Nacho Novo, m. 75), Carmelo (Sergio, m. 89), Diego Castro y Sangoy (Bilic, m. 80).

0; Sevilla: Palop; Konko, Alexis, Escudé, Navarro; Renato, Romaric (Kanouté, m. 55), Luis Fabiano, Alfaro (Acosta, m. 72), Perotti y Negredo (Guarente, m. 55).

Goles: 1-0, m.5: Sangoy. 2-0, m.50: Diego Castro.

Árbitro: González González. Mostró tarjetas amarillas a Sangoy (m. 12), Iván Hernández (m. 36), Alexis (m. 36), Rivera (m. 61), Guarente (m. 61), Diego Castro (m. 82), Nacho Novo (m. 84)

Incidencias: Se guardó un minuto de silencio en memoria del ex secretario general de la Federación Española de Fútbol Agustín Domínguez y de los ex jugadores Arteche (Racing y Atlético de Madrid), Pepín (Betis y Las Palmas) y Orlando (Sporting). Alrededor de 20.000 espectadores acudieron al estadio de El Molinón a presenciar el partido, correspondiente a la séptima jornada de Primera División.

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