Barcelona-Sevilla

De osado a hazmerreír (5-0)

  • El equipo de Gregorio Manzano nunca fue rival para los azulgranas, que dominaron el encuentro a placer.

Gregorio Manzano se echó encima de la camisa un estrepitoso lamparón en su segundo partido liguero como visitante. Bien es cierto que medirse al Barça nunca es cualquier cosa, pero si vendió que el Sevilla tenía que salir a competir en el Camp Nou y la afición tenía esperanzas en que, más o menos, la imagen de su equipo distara mucho de lo que ocurrió en este mismo recinto en la Supercopa de España. Pero la puesta en escena fue otro desastre por la simple elección de piezas. El jiennense confundió osadía con temeridad, buscó un once sin equilibrio ninguno y empeoró incluso la imagen que los blancos dejaron aquí por agosto. La goleada cayó, muy pronto por cierto, y el Sevilla sencillamente fue choteado y motivo de risa en su comparecencia en un estadio que arroja ya una carnicería en número de goles en contra en los últimos tiempos.

Porque salir al Camp Nou sin ni un solo futbolista que muerda del centro del campo hacia delante sonaba a una invitación al suicidio, pero ésa fue la apuesta de Manzano: dos delanteros, Luis Fabiano y Kanoute en este caso, dos extremos puros, purísimos -Perotti y Capel- y dos medios de pisarla y correr poco, Renato y Romaric. La intención se podía intuir: intentar que el partido se jugara en los metros de los Busquets, Piqué y Puyol más que en los de Xavi, Iniesta y Messi. Se suponía. Ésa era la teoría, el anuncio a no tenerle miedo al Barça. El problema era la práctica y ahí, cuando se retira la pizarra, a  este Sevilla que le cuesta muchísimo defender lo que le faltaba era ponerse delante del Barça sin Zokora ni nadie por el estilo delante de la defensa. El partido corría el riesgo de que se convirtiera en otro, que en vez de jugarse en los terrenos de los Kanoute, Perotti y Luis Fabiano se jugara en los de Cáceres, Alexis y Javi Varas. Y eso fue precisamente lo que ocurrió y no hubo que esperar siquiera un minuto. Porque en el primer ataque, en la primera posesión, en tan sólo treinta segundos, el Barca ya se metía hasta la cocina. A los cuatro minutos ya ganaba por uno a cero y aquello ya era un sinsentido en la acera sevillista.

El equipo de Guardiola, con Xavi de maestro de ceremonias o el que fuera, le regalaba a sus aficionados un entrenamiento a puertas abiertas. Y mientras, en el Sevilla sólo se veía la coleta de Martín Cáceres corriendo de un lado a otro tratando de tapar huecos, entre los oh!, ah! de admiración de la grada del Camp Nou. Lo más parecido, un calco o hasta peor, al partido de agosto.

¿Dónde estaba la intensidad que reclamaba el propio Manzano a sus jugadores cuando sucedió lo de Gijón? El entrenador también tendría que entender que utilizar las mismas piezas es amontonar papeletas para obtener el mismo resultado, con el agravante de la entidad del rival que estaba enfrente.

Así y todo el Sevilla hasta pudo empatar. Parecerá increíble, pero así fue. Aunque Luis Fabiano había tenido un tímido acercamiento, Capel sí tuvo en sus botas repetir una de sus especialidades, hacerle gol al Barça, pero optó por una volea cuando se vio solo ante Valdés y la estrelló en el cuerpo. Y si alguna remota opción tuvo el Sevilla de meterse en el partido, lo que sí le habría valido a Manzano la comparación  con el mago de Oz o con David Copperfield, que ése sí existe, el Barça se encargaría de multiplicarla por cero al instante con un golazo de Villa, que si llevaba varios meses sin marcar nadie dudaba que lo iba a hacer contra el Sevilla.

Todavía quedaba la guinda, o varias guindas que la pondrían más vistosidad al pastel barcelonista. Primero fue Konko con una expulsión exprés viendo dos amarillas en tres minutos. Eso fue antes del descanso, del que se volvió con la segunda guinda, esta vez con la firma de Romaric, mientras sus compañeros se empeñaban en intentar sacar el balón del área, ejecutaría una absurda e incomprensible cesión de cabeza desde fuera del área. El regalo lo agradeció Daniel marcándole a su ex equipo el tercero de la noche. Dos guindas de dos futbolistas que de vez en cuando parecen querer reengancharse, pero de esos tipos de los que se dice que si no la dan a la entrada la dan a la salida.

Ya, desde luego, poco importaba un gol en contra más y hasta dos o tres. El cuarto lo hizo Messi recorriéndose todo el campo sin que nadie le saliera al paso. El Sevilla estaba otra vez goleado en el Camp Nou y otra vez, con cuatro a en el saco, pero sin competir. La diferencia, por ejemplo, con la última visita liguera con el innombrable Jiménez era que el 4-0 ya lucía a la hora de partido. Aquella noche con Marc Valiente, Lolo y Stankevicius más o menos en esa fase del partido recibía el Sevilla el primero. Todavía la fiesta seguiría con un segundo tanto de Villa en plena manifestación de impotencia de Javi Varas y sus voluntariosos centrales, casi los únicos que sentían vergüenza de ver al Camp Nou hacer la ola, exclamar oh!, ah! y hasta jalear el sonido de una trompetilla.

Árbitro: Turienzo Álvarez H (castellano-leonés). Sin sobresaltos ni aspavientos.

Tarjetas: Amarillas Kanoute (20'), Alexis (28'), Puyol (28'), Konko (41 y 44'), Rojas Konko (44').

Goles 1-0 (4') Messi. El argentino remata con la izquierda en el área tras un intento de Pedro rechazado por Javi Varas.  2-0 (23') Villa. El asturiano quiebra a Luna con facilidad y clava el balón en la escuadra de precioso zurdazo desde el vértice del área. 3-0 (52') Daniel Alves. Romaric intenta ceder un balón de cabeza a su portero desde muy lejos y el lateral lo intercepta marcando por alto. 4-0 (64') Messi. El argentino se recorre todo el campo y cruza el balón ante Javi Varas.  5-0 (90') Villa. Derechazo desde el borde del área que se cuela junto al palo de Javi Varas.

Incidencias: Encuentro de la novena jornada de Liga de Primera División disputado en el Camp Nou ante unos 70.000 espectadores. Terreno en magníficas condiciones y noche fresca.

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