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Al nivel de un colista (0-0)

  • El Sevilla no acaba de arrancar en la Liga y sólo empata a cero ante el Málaga, el último clasificado de la Liga · Los blancos sólo tuvieron un ocasión clara de gol a través de Alexis.

Disertación de impotencia por parte del Sevilla de Gregorio Manzano. El equipo blanquirrojo fue incapaz de imponerse no ya en el marcador, sino en el propio juego en sí, al Málaga. Y éste, no se olvide, llegaba al Sánchez-Pizjuán como el colista de la máxima categoría del fútbol español por la simple razón matemática de ser el equipo que menos puntos ha sumado hasta el momento. No es un detalle baladí éste, pero el Sevilla jamás aparentó siquiera detalles de superioridad sobre el terreno de juego.

El cero a cero final, por tanto, sólo puede generar frustración en un entorno sevillista que se cansa de escuchar durante la semana que va a empezar una nueva Liga y que después comprueba cómo, por una cosa o por otra, los suyos siguen instalados en la mediocridad, también se admite como sustantivo en este caso vulgaridad. Pierde el Villarreal, cae el Espanyol, el Atlético es fiel a la lógica e hinca la rodilla ante el gigante Barcelona, todos los elementos se alinean en favor de este Sevilla. Todos, salvo uno, el más trascendente sin duda alguna, el que tiene que ver con Gregorio Manzano y su tropa.

Porque el Sevilla no tuvo el fútbol suficiente para imponerse a un Málaga al que le bastó con estar un poco ordenadito atrás para llevarse el botín que se le otorgaba antes de que el balón echara siquiera a rodar. El cuadro anfitrión, en cambio, se puede lamentar ahora de haber dejado escapar un premio absolutamente necesario para su despegue por la sencilla razón de que jamás fue capaz de alterar el guión preestablecido, de desbordar por las bandas, de conectar por el centro, de crear superioridades, de cazar alguna pelota en una acción a balón parado, de manejar todas las vías que le pueden dar un triunfo a cualquier equipo en el fútbol de la contemporaneidad.

Pero el Sevilla ni siquiera se acercó a semejante premio. Una ocasión clara de gol, ejerciendo de local frente a un colista, es un bagaje tan pobre como desolador, mas ésa fue la cruda realidad, pues sólo Alexis, en un estupendo pase de cabeza hacia atrás de Fazio, estuvo cerca de batir a Arnau de verdad. El central malagueño sí se encontró en solitario delante de Arnau, pero su disparo fue bastante deficiente. El resto fueron barullos, centros camino de ninguna parte, algún disparo lejano con cierta intención, y poco, muy poco más reseñable.

En el análisis de la propuesta de Manzano en esta ocasión, sí cabe anotar que éste huyó de la fórmula de los cuatro delanteros en pos de equilibrar algo más a su equipo. Con una defensa de cuatro atrás, el doble pivote lo encargaba el técnico a Zokora y Romaric, mientras que Jesús Navas, Rakitic y Perotti formaban una línea de tres por detrás de Luis Fabiano. No estaba mal, en teoría, el planteamiento, que era fiel a la pregonada apuesta por las bandas por parte del entrenador nervionense. Sin embargo, a la hora de jugar la pelota, sí se apreciaron fallas considerables que impedían que el fútbol pudiera tener cualquier maldad hacia el rival.

Por ejemplo, Romaric estaba particularmente lento y jamás llegaba a la pelota si ésta no se la daban directamente al pie. Más cosas. Jesús Navas atraviesa por un momento de juego cada vez peor. No es cuestión de cargar las tintas contra un futbolista que tantas cosas le ha dado al Sevilla de la contemporaneidad, pero esto es el análisis del día a día y el extremo no sólo no se fue de Eliseu, un extremo reconvertido a lateral, ni una sola vez, sino que ni siquiera lo intentó.

Y lo tercero, aunque podría haber cuarto, quinto, sexto y así hasta el infinito, fue la desconexión entre Rakitic y Luis Fabiano. El suizo anduvo perdido como mediapunta, demasiado lejos del delantero para ejecutar bien la tarea de enganche que le habían encomendado, y eso provocó que el brasileño perdiera una y otra vez hasta desesperar todos los balones que era capaz de echar abajo entre Demichelis y Weligton. Siempre aparecían las piernas de uno de los dos centrales o de un medio centro de apoyo para impedir que el intento de Luis Fabiano tuviera continuidad.

Si a todo lo anterior se suma que el ritmo del Sevilla era plano, monocorde, sin ninguna capacidad para sorprender a un colista, y perdón por apelar tantas veces a un dato tan significativo, pues se está ante un primer periodo vulgar, prácticamente regalado al adversario que está enfrente. Ni que decir tiene que el cuadro de Pellegrini sería el primer agradecido a semejante pacto de no agresión, o lo que fuera.

Cabía esperar que aquello pudiera variar algo en la continuación, sobre todo por las balas que le quedaban en la recámara del banquillo a Manzano. La primera no tuvo nada de imaginativa, era la lógica y Kanoute entró en el campo para que Romaric se duchara tan plácidamente como jugó. El ritmo del Sevilla subió varios puntos, pues Rakitic sí se movió algo más como medio centro y pudo conectar algunas veces con Kanoute e incluso con Luis Fabiano. También Perotti se sumó algo a la causa, pero siempre falló el peldaño de la escalera que ocupa Jesús Navas, otrora determinante y ahora inocuo.

El Sevilla tuvo un arreón de media hora, encerró al Málaga atrás, ¿o fue el propio equipo de Pellegrini quien reculó? ¿Qué más da? Tampoco el cuadro de Manzano fue capaz de romperle los esquemas al colista de esa manera y todo condujo a un final pleno de frustración, de quiero y no puedo, y que incluso pudo ser peor en el último cabezazo de Weligton. Cruda realidad para este Sevilla. Ni Rakitic, ni Jesús Navas, ni Manzano, ni nada; al nivel de un colista...

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